viernes, 13 de septiembre de 2013

El amarillo ocre de la Catedral

Catedral
En 1976, la opinión pública se movilizó para lanzar una oposición contra el color ocre de la Catedral de Ciudad Bolívar que así estaba siendo pintada a medida que avanzaban los trabajos de reconstrucción y restauración.
La feligresía, incluso el clérigo, manifestaba su desacuerdo alegando que es el blanco el color caracterizado de las construcciones coloniales.
Los arquitectos, entre ellos, el doctor Graciano Gasparini, aducía que la Catedral de Ciudad Bolívar, aún cuando haya sido una construcción iniciado por los fundadores de la capital de Guayana, corresponde al estilo neoclásico y que además con este color amarillo ocre es posible destacar el color blanco de las molduras o salientes que adornan la obra arquitectónica.
El problema del color originó en varias oportunidades la paralización de los trabajos de pintura externa de la Catedral, pero al fin predominó el criterio del arquitecto Gasparini y del grupo de técnicos que trabajaba en la restauración. Los expertos aseguraban  que el ocre a la larga y a consecuencia del fuerte sol tropical de la capital guayanesa se suavizaría hasta lograr el matiz que a los guayaneses realmente les gusta.
Gasparini estaba en lo cierto y el tiempo le ha dado la razón como se la dio cuando le dijo a Farruco que el Teatro proyectado por Oscar Tenreiro no debía ejecutarse adosado al Capitolio que era una obra histórica de la ciudad y que el proyecto por ser moderno establecía un alto contraste ofendiendo a la obra de Alberto Lutowski, uno de los arquitectos prominentes de la época de Guzmán Blanco.  Por último, el teatro proyectado por Tenreiro, además de estar fuera del contexto urbano de la Plaza Miranda, alteraba su volumetría.
También Gasparini restauró la Casa del Congreso de Angostura, la Cárcel colonial y los Castillo de Guayana.  A Gaparini, al igual que la pintura ocre, se  le criticó haber cambiado los virales de Henry Corradini en la Catedral por otros de plexiglás, aunque fue el material preferido por  Soto en las obras.
Lo cierto es que todas las fachadas de los inmuebles del Casco Histórico de la ciudad eran de color blanco,  La lechadas a base de cal y sábila, era el color que más se avenía al barro y mezcla multa.  Los legionarios en sus diarios llegaron a describir a la  Angostura como una ciudad toda de blanco refractando los rayos solares.  El escritor Rufino Blanco Fombona la recuerda semejante a un pesebre barroqueño acurrucado en la roca.
Últimamente se ha comprobado que las azoteas blancas son 7.2 grados centígrados menos calientes que las de otro color lo que da como resultado hogares más frescos y disminución del uso de la energía eléctrica  Quiere decir que los alarifes del pasado se adelantaros a las investigaciones de la modernidad.
En las casas de Grecia, la cuna de la civilización occidental,  predomina el color blanco.  Si algún color se salía del blanco en Angostura era la avestina y los caolines de color blanco y rojo muy empleados hoy en día en la industria cerámica.  Remberto Hernández, en su fundo Las Margarita tenía una rica mina de caolín que le saco mucho provecho vendiéndole grandes lotes a Cerámica Carabobo,
Cuando un grupo de arquitectos de la Universidad del Zulia se integró a la Oficina Técnica del Casco Histórico intentó y logró introducir los colores del antiguo Saladillo de Maracaibo acusando rechazo de sectores de la población.  Fue entonces cuando el poeta José Quiaragua escribió en El Bolivarense “Mi ciudad pintarrajeada” que le costó un cargo en el Ministerio que Farruco desempeñaba en Caracas.






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