lunes, 23 de noviembre de 2020

Tomasini primer dentista bolivarense

El doctor. Pedro Félix Tomasini figura como el primer Cirujano Dentista de Ciudad Bolívar. Entonces era desconocido el término “Odontólogo”, pero no dentista empírico como el Comandante Montenegro José Grisel Somoza que abundaban, sino dentista académico y cirujano de excelente factura académica. Tomasini nació en Ciudad Bolívar el año de 1894, dos años después que el Orinoco tapó por primera vez la piedra del Medio. Hizo sus estudios en la Universidad Central de Caracas, graduándose de Ciru­jano Dentista el año de 1926, ejerció la profesión en Caracas y todos los Estados de Venezuela, pasando un tiempo después a Nueva York, donde permaneció durante cinco años perfeccionándose, yendo a residenciarse en Pa­namá por el tiempo de nueve años. Panamá tenía entonces una relación y comunicación fluida con Ciudad Bolívar y fue, precisamente, un guayanés, Raimundo Aristeguieta, quien allá montó la fábrica de sombrero “Britania” que cubría el mercado de Caracas, Barranquilla, Nueva York y Puerto Rico. En Panamá se le pre­sentó a Tomasini un caso especial y difícil en su profesión cuando fue llamado por la Dra. Corina Cárdenas para asistir a la seño­rita Huerta, hija de Dn. Tomás Huerta, que padecía de una anemia que no cedía a los mejores reconstituyentes ni medicinas administradas; al mismo tiempo, la señorita presentaba síntoma ninguno de dolor o enfermedad que fuese posible diagnosticar el motivo y curación. El Dr. Tomasini descubrió una raíz oculta que era causa de la infección y por lo mismo la que producía la anemia aguda que sufría la Srta. Huerta. Obteniendo con la extracción de dicha raíz el res­tablecimiento total de su salud.En los años cincuenta del siglo pasado, el Dr. Tomasini, quien ya ejercía por más de treinta años la pro­fesión, resolvió quedarse definitivamente en Ciudad Bolívar, su ciudad natal, para poner en servicio de sus paisanos todo la experiencia y conocimiento acumulados en su largo recorrido profesional por los hospitales americanos.(AF)

FÉLIX TOMASSI Y L CORSO BARTOLOMÉ

Entre los corsos que vinieron a Guayana para participar activamente en su economía, destaca Bartolomé Tomassi, quien siempre se preguntó por qué ciudad Bolívar al lado de uno de los ríos más caudalosos del mundo carecía de un Acueducto si éste lo había inventado los romanos hacía más de mil años. De suerte que fue uno de los que entusiasmó al Presidente Municipal Hilario Machado para que pasara a la historia municipal dotando a la ciudad de un Acueducto. Efectivamente. Machado y más tarde el Presidente del Estado Ramón Mayol pusieron en práctica la idea e hizo posible el primer acueducto que tuvo la ciudad, construido por el norteamericano Geoges Underhill e inaugurado en la fecha aniversario de la Revolución de Abril, por el entonces Presidente del Estado Bolívar, general J. M. Bermúdez Grau (1884-1886) y funcionó con regularidad hasta agosto de 1892 cuando una crecida descomunal del Orinoco que llegó a tapar por primera vez la Piedra del Medio, causó daños a las instalaciones de la planta de Castillito, hoy Mirador Angostura. El contrato original pasó después a ser explotado por Bartolomé Tomasi, quien al efecto fundó una compañía que también explotaba el oro de El Callao a través de su hijo Julio Tomasi. El contrato fue prorrogado por 25 años más en el Gobierno del Dr. Luis Godoy. Underhill había establecido unos baños públicos en el sitio de la Caja de Agua que continúo Tomassi metido también entre los que propugnaban la Electricidad para la ciudad. Pero el alma de toda esa empresa que solucionó el directo suministro de agua a los bolivarenses, fue reconocidamente el ingeniero norteamericano Harold Jenningns, quien trabajó, tanto con Underhill como con B. Tomasi. El 19 de julio de 1910 hubo un lamentable accidente. Detrás del Mercado Municipal, próximo a la planta del Acueducto, había un Retrete que diariamente era aseado por un chorro de agua caliente lanzando por un empleado desde la Caldera del Acueducto. Era obligatorio hacerlo alertando previamente a los usuarios con un pito, pero esa tarde la señora Fernanda González, no tuvo tiempo de abandonar el lugar y sufrió tan graves quemaduras que falleció al siguiente día en el Hospital Ruiz de la ciudad. El 25 de mayo de 1931, hubo la ciudadanía que lamentar otro accidente al derrumbarse el Garage del Acueducto y sepultar a seis obreros que trabajaban en la hechura de un foso para levantarle al Mercado un muro de protección contra las inundaciones. Después de 50 años el Acueducto en manos de Tomassi fue revertido a la Municipalidad y modernizado con la Planta de Tratamiento que vemos en la gráfica entre los años 40 y 50 del siglo anterior. La Familia Tomassi se prolongó en el tiempo y terminó explotando el ramo automotor en el cual jugó papel importante Félix Tomassi. Tomassi adquiría y vendía automóviles a través de lo que antes se conocía como Garage, el cual tenía ubicado en la Calle Bolívar y que hoy ocupa un Auto-mercado. Félix Tomassi fue presidente de la Cámara de Comercio y terminó suicidándose el 3 de septiembre de 1968, a la edad de 78 años. (AF)

Malvina Rosales, una mujer valiente

En 1900, cuando Malvina Rosales Granarolli nació bajo el signo de Aries, Ciudad Bolívar, la tierra cálida de Marcos Vargas, el hombre que desanduvo el progreso para llegar a la barbarie y retornar de nuevo a la civilización a través de su hijo, estaba sembrada de forasteros industriosos y había una actividad de puer­to que desaparecerá des­pués que el petróleo multi­plica las carreteras y el dra­gado del Orinoco que se detiene en Matanzas. A pesar de la influencia europea, la Ciudad Bolívar de principios de siglo se mantiene fiel al tradiciona­lismo que sujeta a la mujer a una vida doméstica, de recato y de imposible competencia normal del hombre. Atrapada por esa realidad social, vino al mundo Malvina, la hija de Luis Eduardo Rosales Pachano y Josefa Granarolli Gerald, descendiente de Malvina Gerald Granarolli, una fran­cesa que abandonó los viñe­dos que tenía en Marsella para venir a vivir poco y a morir temprano junto al Orinoco. No resistió esa francesa de veintisiete años el ambiente embriagador del trópico, pero lo que le restó por vivir se acreditó con creces en la longevidad de su hija huérfana que murió a los 90 años. Esa longevidad la heredó Malvina (Malva) Rosales quien sobrevivió a sus cuatro hermanos hasta un poco más allá de los ochenta. De muy joven intuyó que la fatalidad iría desgranando la unidad familiar y se adelantó a los tiempos que le darán la razón que para su edad temprana parecía no tener cuando se puso a la par del hombre reclamando derechos negados a la mujer. Comprendió que con un poco de inteligencia y auda­cia difícilmente se sucumbe en la miseria. Marte estaba de su lado como buena aria­na y con él emprendió la guerra contra los prejuicios sociales. Pero primero hubo de salir de la pobreza por­que sus ascendientes no dejaron herencia. Empezó la joven por cargar piedras en carapacho de tortuga desde lo alto del cerro donde se montaba la ciu­dad. La piedra muy utiliza­da para empedrar las calles se pagaba entonces a buen precio. Jamás para ella fue una vergüenza aquel trabajo duro y árido que le ayudó a paliar su hambre en la sole­dad de un camino atajado de prejuicios. Con la piedra se costeó los estudios y su aplicación la hizo maestra al lado de su coetánea Anita Ramírez. Tenía 15 años cuando la nombraron subdirectora de la Escuela "Francisco Antonio Zea". Pero no esta­ba hecha para el cotidiano caletreo de las niñas y por eso desertó a los dos años de ejercicio docente. Se fue a Trinidad de paseo y un casual encuentro con el Gerente de la "Dick Balatá Ltd" cambio su rumbo. Estudió mecanografía y como secretaria mecanó­grafa prestó servicios en la empresa que tenía en Ciudad Bolívar su centro de operaciones dirigidas a la explotación del balatá del Alto Orinoco, la sarrapia del Caura y el Oro de El Callao. Con Malva. "Dick Balatá Limited" pasaba a ser la pri­mera empresa privada gua­yanesa que admitía los ser­vicios profesionales de una mujer dentro de su área administrativa. Pero desa­justes económicos que le sobrevinieron a la empresa en 1920 decretaron su quie­bra y para Malvina no fue difícil entonces encontrar colocación en el Banco de Venezuela, donde llegó a ser Sub-Gerente con título de Auditor. Que para aquellos tiempos significaba tanto como ser hoy un experto administrador de finanzas. Con este segundo cargo, Malvina terminaba de abrir la brecha para que la mujer guayanesa comenzara a vislumbrar un porvenir mejor dentro del campo del trabajo del hombre. En 1925, después de 34 años de labor ininterrumpida y debido a un accidente, el Banco de Venezuela decidió jubilarla para que se fuera a Europa a restaurar su salud, pero el temor de morir en soledad la hizo desistir de una solución qui­rúrgica. Decidió entonces darle la vuelta a Europa en un automóvil Renault de cuatro caballos comprado en Caracas y que hizo poner en Lisboa donde emprendió su periplo para terminar vendiendo el auto en París perdiendo no mucho de los 3.500 bolívares que le había costado. La gira la cumplió en cuatro meses, pero para evitarse cargos de concien­cia, tuvo el cuidado de reco­rrer antes todos los estados de Venezuela. Sin darle mucha importan­cia a la afección pulmonar que la aquejaba, retornó a Guayana para incorporarse de nuevo al trabajo ya como Comisaria del Automóvil Guayanés, Jefe de Relaciones Públicas de la Compañía Anónima Electricidad de Ciudad Bolívar, del Núcleo Bolívar de la Universidad de Oriente o samaritana del bien ajeno. Malvina, además, fue excelente deportista. Tuvo en los tiempos de su juven­tud predilección por el tenis y la primera cancha de este deporte la fundó ella en lo que ha sido siempre el Club Deportivo Social "La Cancha" de la Avenida Táchira. En la construcción de la iglesia San Francisco de Asís y sostenimiento del Asilo de Ancianos San Vicente de Paúl, Malvina aportó por lo menos una piedra que es más que un granito de arena, aunque no cargada en su antiguo cara­pacho de la tortuga arrau, pero sí en el temple de su corazón de mujer que en Ciudad Bolívar se atrevió a romper con unos cuantos esquemas, para lo cual, por supuesto, no había que temer ni tener miedo, Rafael Pineda lo dice muy bien en un largo poema dedicado a ella: "la primera que no tuvo miedo/de irse a trabajar, brazo con brazo, al mundo de la calle, con los hombres".(AF)

Mimina se murió sin poder encontrar la tumba de su padre

Para Mimina Rodríguez Lezama, que murió el 10 de noviembre de 2007 sin poder encontrar la tumba de su padre, la poesía es andrógena y no andrógina como el nogal. Afirmaba que la sustancia de la poesía es masculina y por eso no aceptaba que la llamaran poetisa sino poeta. —Yo soy poeta y punto. Ese día de 1984 que la visitamos en su casa de la Calla Amor Patrio, estaba sumamente molesta con su amiga Velia Bosch porque no la trató como se merecía en su libro Gente del Orinoco, sobrema­nera en el curriculum. No sé quién se lo dio. ¿Por qué no me lo pidió a mí directamente. Decir que yo fui agregado cultural de la Embajada de Venezuela en Chile en la época de Pérez Jiménez es una mentira sin que esto signifique que yo reniegue de mi amistad con el general. Pero su amistad con Pérez Jiménez no le impidió, tampoco el hecho de ser esposa de un alto oficial del ejército, de ser re­belde y de prestar su casa para que sirviera de concha a políti­cos e intelectuales perseguidos. Pero eso no venía a cuento ni tampoco que en esa época co­mandaba en Barquisimeto a los escritores y poetas. Mimina lo que quería decirnos con su lenguaje aguerrido era que la tumba de su padre no existe. —En el cementerio municipal las tumbas han sido violadas y. los terrenos vendidos. El mausoleo de mi padre que data de 1926, a un año de haber yo nacido, fue víctima de la rapiña. El día de los muertos había pasado y a Mimina como todos los años se le habían quedado las gladiolas y las siemprevivas esperan­do vanamente que algún día aparecieran los huesos de su padre Felipe Rodríguez, un tocuyano que llegó a Ciudad Bolívar con Pérez Soto. Era su hombre de confianza. "Un hombre insólito, increíble" quien se casó con su mamá por imposición de la "Lezamara" como le decía a la gran familia Lezama de tantas anécdotas y le­yendas en esta tierra. El padre de Mimina terminó en conflicto con los Lezama por el negocio del balatá y después de su muerte su madre Flor Le­zama se casó con su primer novio, Manuel Torres, hijo del ge­neral Marcelino Torres, enemigo acérrimo de los Lezama. Así que Mimina tuvo dos padres y sentía no haber conocido al primero, al que entonces buscaba desesperada en ese laberinto de tumbas que datan desde los inicios de la República. Mimina se crió en la selva y llegó a esta ciudad a la edad de nueve años. Desde entonces escribía poesía. El país de las ga­viotas, traducido a varios idiomas, La Palabra sin rostro; Trece climas de Amor y otros. Para ella, escribir po­esía era como un acto realmente mágico, una especie de posesión que no podía explicar. “Ser poeta es una sentencia, es cargar el fuego divino de Prometeo en un cuerpo tan débil como el cuerpo del hombre.” (AF) •

EL FUNDADOR DEL QUINTETO CONTRAPUNTO

El 30 de septiembre de 1971, murió Rafael Fucho Suárez, el fundador del Quinteto Contrapunto que difundió la música popular Venezolana en relevantes escenarios del mundo y sacó del anonimato nacional al cantor bolivarense, Alejandro Vargas. Recuerdo cuando sorpresivamente se aparecieron Rafael Fucho Suárez y Morela Muñoz, conducidos por Juvenal Herrera y grabaron en su propia casa de la calle Carabobo a Alejandro Vargas. De allí salió a recorrer el mundo la Barca de Oro, la Casta Paloma y el Sapo. El gran Fucho murió en Palguarime como decía el cantor Perucho Aguirre, “contrapunteando con la vida y el amor”. Murió en el mismo lugar donde apareció por primera vez la Virgen del Valle, a la que seguramente rogaba que lo liberara de la penuria de la diálisis que tenía alejado del canto y de las cuerdas a este hijo sonoro de Evarista y Jesús María Suárez, capitán de la embarcación "Estrella de Mar" que trajo en 1945 la estatua de Simón Bolívar que se erige en la plaza mayor de Porlamar. En una casa que todavía la industria del turismo no ha alcanzado, entre las calles Real de El Poblado y Miramar, nació el 1" de diciembre de 1930 el niño Rafael (Fucho) y ya adolescente, atraído por la música de cámara y coral se residenció en Caracas para crecer llevado de las manos de Vicente Emilio Sojo, Evencio Castellanos, Ángel Sauce, Inocente Carreño, José Antonio Calcaño, Isabel Aretz, Felipe Ramón y Rivera. Su coronación final será la Academia Musical Santa Cecilia, en Roma, De vuelta a la Capital Metropolitana destacará en las corales: Shell, Venezuela, General Urdaneta y otras, para concluir con la fundación del Quinteto Contrapunto integrado por Jesús Sevillano, Aída Navarro, Domingo Mendoza y Morela Muñoz; saliendo por motivos muy personales Aída y entrando Marina Auristela Guanche. Su primer proyecto fue para dos voces y, posteriormente, el director del Orfeón Universitario de la UCV, Vinicio Adames, le recomendó hacerlo para cinco voces y Fucho lo logró impecablemente para bajo, barítono, tenor, soprano y mezzosoprano. Emergió así para perdurar en el corazón musical de Venezuela, el Quinteto Contrapunto, (AF)

MURIÓEDUARDO SANTANA PERIODISTA DE RUEDO Y TABLERO

Parece mentira que el colega, manojo de nervios y de palabra, siempre por delante como peón de Ajedrez, se haya convertido en un longevo hiperactivo, sin tener jamás que ocultar su edad., porque si algo de bueno tiene Santana es la franqueza. Este periodista, a nuestro modo de ver, sintetiza el esfuerzo y la pasión por la profesión de un tiempo en que los recursos técnicos de hoy escaseaban y porque la cibernética que ha venido a revolucionar el mundo de la comunicación actual aún estaba en pañales. El modo de hacer periodismo era distinto medio siglo atrás. Para entonces, Eduardo Augusto Santana Quevedo, caraqueño nacido el 13 de diciembre de 1919 de San Juan, venido del vientre de una india de Paracoto unida a un descendiente de Canario, era un periodista de ruedo y tablero que borroneaba cuartillas detrás del burladero, alternando como mozo de espada de César Girón. También limpiaba zapatos y pregonaba los diarios. Ahora, El Heraldo, La Esfera y Últimas Noticias donde escribió deportivamente sus primeras notas. Eduardo Santana tenía que hacer todo eso porque su padre que tenía veleidades de revolucionario antigomecista debió ir a la cárcel como tantos otros. Por los caminos del pregón llegó un día a ser un buen periodista, primero en el diario La República y después en El Bolivarense. Se hallaba trabajando para La República cuando en Bolívar se registró el famoso Caso Biaggi Fue la misión que le encomendó Monicaco desde la jefatura de redacción de La República y por esa vía penetró y se quedó en Guayana hasta el sol de hoy. El Caso Biaggi conmocionó a Venezuela y llevó al diario La República a multiplicar asombrosamente su circulación en el Estado Bolívar. Para Eduardo Santana, desde el punto de vista profesional éste es el caso que más lo satisfizo pues realizó una labor casi policial de investigación para poder llenar la ansiedad del lector en ese caso del sacerdote indiciado en la muerte de su hermana. Con mayor oferta, Santana dejó La República y se fue de corresponsal y distribuidor de El Bolivarense y Antorcha en la zona del hierro, cuando el Caroní se trasponía en chalana. Había que levantarse a las 4 de la madrugada a buscar la noticia y vender el periódico, única forma de redondearse el sueldo. Vida azarosa la de entonces cuando lo importante no era circular temprano sino dar el tubazo. Santana una vez, y no por recibir tubazo, se cayó al río con periódico y todo y por poco se ahoga. Ese día no pudo vender el diario ni repartir las suscripciones. No sabe todavía cómo pudo hundirse en el río, acaso porque estaba enamorado y la muchacha le exigía matrimonio. Para qué casarse si cuando lo hizo quedó viudo a los 6 meses. Se llamaba Yolanda. Después de allí hasta el día de hoy fue puro empate. Niobe, artista plástico, con la que tuvo 2 hijas y Adelaida con 4 y dos nietos. En un diálogo de nunca acabar y donde la locuacidad del interlocutor rebasa las preguntas, Eduardo Santana sostiene que su pasión ha sido constantemente el ajedrez, que lo ama tanto como a una reina y que de ello hubiera podido dar fe el extinto Miguel Otero Silva con quien jugó más de una partida cuando todavía no había llegado a los 20; Arístides Bastidas, Pedro Juliac, Frazer, el gocho Guerrero Pulido y tantos otros que fueron sus contendores por allá en los años de la década de los cuarenta cuando Venezuela por la vía de Medina Angarita y de la llamada Revolución del 18 de octubre se asomaba al disfrute de una democracia que hoy padece los embates de una crisis (AF)

domingo, 22 de noviembre de 2020

EL MUNICIPIO ORINOCO

El 21 de junio de 2001, trascendió a la opinión pública un conflicto interno en el seno del Movimiento Quinta República, antecedente del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), y la molestia del alcalde médico Antonio Briceño por la manifiesta decisión del gobierno de Antonio Rojas Suárez de crear el municipio Orinoco.
El gobernador del estado Bolívar, Antonio Rojas Suárez explicó entonces que no existe ninguna intención de restarle poder al alcalde Antonio Briceño, también desmintió que exista división en el MVR, y aseguró que la posibilidad de crear el municipio Orinoco se enmarca en el proyecto bandera del Gobierno nacional que pretende desarrollar el Eje Orinoco-Apure.
Manifestó el gobernador que cuando hablamos de un desarrollo armónico en el país, nos referimos a la “descentralización desconcentrada”, y esta visión de país se encuentra por encima de cualquier interés personal, además de estar establecida en el artículo 164 de la Constitución Bolivariana de Venezuela, donde se expresa que es competencia exclusiva de los estados, la división y organización político territorial.
Hasta entonces se había hablado de la creación del municipio Jesús Soto circunscrito al populoso sector La Sabanita cuyo abanderado fue siempre el dirigente copeyano Víctor Abad Martínez, pero ahora se hablaba de un municipio nuevo con diferentes características geopolíticas. Tal el municipio Orinoco que según Rojas Suárez tenía que ver con el proyecto bandera del gobierno de Hugo Chávez, proyecto que al final no paró en nada. Esta bandera parece arriada.
Sobre el desarrollo del Eje Orinoco-Apure, comenzó a hablarse muy en serio durante el gobierno de Carlos Andrés Pérez (1973-1978), resaltando su importancia estratégica y geoeconómica. Se decía que la puesta en marcha de este eje iba a permitir aprovechar los fabulosos recursos naturales y reducir los desequilibrios de la zona central del país, generados por su excesiva concentración de población urbana e industrial.
El eje Orinoco -Apure surge con el nombre de Plan Nacional de Desarrollo Regional durante el periodo (1973-1978), en el primer mandato de Carlos Andrés Pérez. Este promulga un decreto en La Grita, estado Táchira, para el desarrollo del eje fluvial. En ese momento comienza este plan, auspiciado por el Ministerio del Ambiente y de los Recursos Naturales Renovables y No Renovables y la Oficina Proyecto del Orinoco-Apure.
Durante la presidencia de Jaime Lusinchi comenzó a tomar cuerpo este proyecto del eje fluvial Orinoco-Apure, con más de 1.150 kilómetros, que comprende los estados; Apure, Barinas, Guárico, Anzoátegui y Bolívar con influencia directa hacia Portuguesa, Monagas y Delta Amacuro. Son creados tres puertos fluviales: Guasdualito, Santo Luzardo, Puerto Nutrias, población del mismo nombre, ambos en el estado Barinas y el Puerto de San Fernando de Apure.
Con la llegada de Hugo Chávez al poder el proyecto de desarrollar el eje Orinoco Apure es retomado y enarbolado como proyecto bandera para lograr la consolidación de la expansión económico-social del país. Además, propone un Plan Nacional de Desarrollo Regional, Redes Ferroviarias, transporte acuático, marítimo y fluvial, sistema de ciudades desconcentradas, todo esto basado en el desarrollo de los ejes: Occidental, Oriental y el eje Orinoco-Apure.
Se establecía como área de influencia inmediata 30% del territorio nacional, de allí su trascendencia y alcance. Especialmente si se piensa que sólo contempla dos núcleos relativamente poblados, San Cristóbal y Ciudad Guayana. El mencionado plan pretende la consolidación de un eje geoeconómico en la parte media y sur del país, promoviendo el aprovechamiento sostenido de su enorme potencial minero, agrícola, faunístico, pesquero, forestal, turístico y el desarrollo de la navegación fluvial, como factor vinculante. Dentro de ese contexto, el gobernador Rojas Suárez pensaba en el municipio Orinoco del que ya nadie se acuerda y a pesar de que en el estado Amazonas existe ya el municipio Orinoco, capital La Esmeralda.

sábado, 14 de noviembre de 2020

A LOS CINCO GRADOS DE LATITUD

Así se llama el libro de la escritora guayanesa Velia Bosch. Un libro de poesía basado en mitos y leyendas de Guayana que obtuvo por unanimidad “Mención honorífica” del jurado que otorgó el Premio “Alarico Gómez” en 1972. Velia Bosch, casado con el muralista marabino Gabriel Bracho, quiso que su libro fuera bautizado por el médico y poeta Elías Ynaty, quien en acto de numerosa concurrencia en la Casa de la Cultura, lo cumplió diciendo que el bautizo de un libro es como el bautizo de un hijo, porque lo vemos desde el corazón que desde la apreciación”. “A los 5 Grado de Latitud” es un canto de diez poemas basado en las leyendas y mitos de Guayana, en la tristeza del indio, en su lamento y en los interminables viajes a la dorada Manoa. Es un canto no desligado de lo social y que revela en cierto modo cómo el misionero no entendía la cultura que tenía el indio por dentro. Velia ha publicado “Dadme una rosa pura”, “Arrunango”, “Las Palabras y las Sombras” y un ensayo sobre Teresa de la Parra. Comenzó a publicar una serie de poemas sueltos elaborados con titulares de “El Nacional” sobre el hambre y la guerra que ella denominó “Poemas contaminados”. El primero publicado se refiere al titular de “El Nacional” “Babu Babu, claman los niños de Banglandesh Velia Bosch nació en Caracas, pero su infancia y adolescencia transcurrió en Ciudad Bolívar, tierra de su madre y abuelos maternos. En la misma ciudad cursó primaria y bachillerato, estudios que concluyó en el Liceo "Fermín Toro" de Caracas. Obtuvo el título de Licenciada en Letras en la Universidad Central, formando parte de la promoción "Juan David García Bacca". Luchó de manera activa desde diversas organizaciones juveniles contra la dictadura perezjimenista, por lo cual sufrió cárcel y exilio. Ejerció la docencia secundaria, dictó cursos, seminarios, talleres y recitales en las universidades nacionales. Formó parte de jurados en concursos nacionales y extranjeros y representó al país en eventos de importancia continental. Es autora de cinco libros de poesías: Dadme una rosa pura, Casa de la Cultura del Ecuador, 1959. Arrunango, Col. Puente Dorado del INCIBA, 1968. Las palabras y las sombras, en Lírica Hispana, 1972. A los cinco grados de latitud, 1974. Acertijos de la noche y el día, Minilibro Tricolor, 1972. Jaula de bambú y Ángeles y ceremonias. Su obra ha sido comentada por críticos nacionales y extranjeros: Benjamín Cardón (ecuatoriano), Raúl Bueno Chávez (peruano), Rosario Hiriart (cubana), Jacques Josset (belga), Efraín Subero, Augusto Germán Orihuela, José Ramón Medina, Pascual Venegas Filardo, Helena Sassone, Roberto J. Lovera y Alexis Márquez Rodríguez, entre otros. Cultivó el ensayo y la crónica literaria. Colaboradora de El Nacional, investigadora delegada por el Ministerio de Educación en el Centro de Estudios Latinoamericanos "Rómulo Gallegos”. Como producto de sus estudios e investigación publicó Esta pobre lengua viva. (Relectura de la obra de Teresa de la Parra), 1979, obra que mereció dos menciones de ensayo en 1980, en el Premio Municipal de Literatura de Caracas y en la Bienal de Literatura "José Rafael Pocaterra" de Valencia. La Editorial Monte Ávila le encomendó la realización del volumen Teresa de la Parra ante la crítica, editado en 1982 y la Editorial Biblioteca Ayacucho, la selección, prólogo y cronología de la misma Mora venezolana,.. Obtuvo premios en poesía y narrativa Banco del Libro de Caracas, "Alarico Gómez" y "Gabriela Mistral" de Ciudad Bolívar. Velia Bosch falleció en Caracas donde residía. (AF)