jueves, 31 de mayo de 2012

La Muerte del gran caudillo


El 18 de diciembre de 1935, con un día de retraso, los bolivarenses se enteraron de la muerte del presidente de la República Juan Vicente Gómez y de las exequias que tendrían lugar en Maracay “con la pompa y solemnidad a su alta jerarquía”.

La muerte del dictador Juan Vicente Gómez el 17 de diciembre de 1935, coincidiendo con el aniversario del deceso del Libertador, suscitó en Ciudad Bolívar manifestaciones lideradas por Lucila Palacios, José María Escalante y Reinaldo Sánchez Gutiérrez, a favor de las libertades públicas.

Las cosas, definitivamente, comenzaron mal para Juan Vicente Gómez cuando el 9 de diciembre, en su hacienda Las Delicias, de Maracay, sufrió un ataque de prostatitis complicada con uremia.

Los doctores López Rodríguez y Ramón Ignacio Méndez, médicos de cabecera, nada pudieron hacer para ayudar al dictador a ganar una batalla más contra la muerte, y esa noticia, que alegraba a unos y amargaba a otros, se expandió como pólvora encendida por toda Venezuela.

“Anoche experimenté una cosa tan grande que me sentí morir. Luché contra la muerte y la vencí. Ahora le toca a ustedes hacer algo por mí”, dijo a sus médicos, pero el dictador tenía 78 años a cuestas y ello complicaba su patología.

En efecto, al siguiente día (sábado 14) sufrió un síncope y la gente lo dio por muerto. Luego, como transcurrían las horas y oficialmente nada se decía, comenzó a especularse que Gómez estaba mandando después de muerto. Pero realmente no era sino un desvanecimiento, un preaviso de la proximidad de su fin que hizo que don Eustoquio Gómez saliera al filo de la media noche de Maracay rumbo a Barquisimeto para preparar el asalto al poder. Al siguiente día, el Indio Tarazona, a quien el Benemérito había premiado con el grado de coronel, 75 casas y 5 haciendas, se enteró por los médicos que en cuestión de horas todo terminaría. De manera que fue al teléfono y previno a Eustoquio Gómez en su despacho de la Gobernación de Lara: “Prepare el machete porque el venado está listo”.

Esta comunicación tan elocuente en lengua llanera trascendió hasta el despacho del ministro de Guerra, quien ordenó detener a Tarazona y redoblar la vigilancia sobre los movimientos del gobernador larense y otros familiares del caudillo, que el 17 de diciembre se presentaron en “Las Delicias” para presenciar los últimos momentos del dictador, todavía lúcido a las 10:00 de la mañana.

“Qué sabroso está esto”, habría exclamado luego de ingerir una sopa preparada por su esposa. Más tarde gritaría: “¡Eloy, Eloy!”, pero ya Eloy Tarazona estaba a punto de ser detenido. A las 12:30 del día llegó el cura Isaías Núñez para los oficios de la extremaunción y treinta minutos después el general Gómez caía en coma diabético. Los médicos le aplicaron una transfusión de sangre, y a las 11:45 de la noche murió. “Tronco de hombre. Hasta a la muerte le costó tumbarlo”, expresó Eustoquio, al ver que dejaba de existir.

El Nuevo Diario, periódico oficioso del gobierno, El Heraldo, El Universal, La Religión y Ahora, entre otros, aparecieron el día 18 anunciando con grandes titulares el suceso. “Ha muerto el ilustre caudillo de diciembre, benemérito general Juan Vicente Gómez”, tituló El Luchador, de Ciudad Bolívar, agregando en el subtítulo que las exequias tendrían lugar en Maracay con la pompa y solemnidad debida a su alta jerarquía.

El ministro de Guerra y Marina, general Eleazar López Contreras, asumió el poder y se dirigió a la nación en breve alocución en la que calificó la muerte de Gómez de “inmensa desgracia nacional”.(AF)

miércoles, 30 de mayo de 2012

El Caroní y la hidroelectricidad

El 3 de diciembre de 1945, estuvieron en San Félix los doctores Oscar Augusto Machado, gerente de la Electricidad de Caracas; John R. Long, ingeniero norteamericano, y Raimundo Aristeguieta (en la foto), para observar y estudiar el potencial hidroeléctrico del Caroní. Recientemente había estado la Misión Kaiser con idéntico propósito.

Era evidente que ya comenzaba a tomar cuerpo la idea de montar turbinas en el cauce del río más tormentoso de Venezuela, para el aprovechamiento de su fuerza hidráulica. La llegada del guayanés doctor Raúl Leoni a la Junta Revolucionaria de Gobierno el año de 1945, abría tal posibilidad alimentada desde 1936 por Raimundo Aristeguieta, quien logró obtener los fondos necesarios para proceder a hacer los estudios preliminares.

Raimundo Aristeguieta, nacido en Ciudad Bolívar, era banquero e industrial. Había fundado en Caracas, Barranquilla, Puerto Rico y Panamá la fabricación de los famosos sombreros “Britania” que llegó a tener más de 800 obreros. Fue de los fundadores de la Corporación Venezolana de Fomento y del Banco Industrial y desde allí encausó los primeros estudios sobre el potencial hidroeléctrico del Río Caroní.

Aristeguieta interesó al principio a La Electricidad de Caracas, de allí que haya venido en diciembre de 1945 con Oscar Augusto Machado, hombre de confianza de Ricardo Zuloaga y su sucesor en la gerencia de La Electricidad de Caracas por más de treinta años.

Ya desde 1889 se daban señales de la potencialidad y futuro del Caroní. Las da en primer lugar el doctor Lucien Morisse, explorador francés, al hacer en caballo un recorrido por las riberas del río y observar la “reserva admirable de energía, equivalente, solamente para San Félix, a centenares de miles de caballos de fuerza”. En 1912, Leonard V. Dalton en su libro “Venezuela” publicado en Londres, se extraña que San Félix no se haya convertido en una ciudad importante y floreciente, no obstante el enorme potencial de energía hidráulica de las cataratas del Caroní y en 1920, John A. Bouman en carta dirigida a Juan Vicente Gómez.

Todos estos estudios y otros posteriores culminaron entre 1956 y 1961 con la construcción de la primera represa hidroeléctrica -Macagua Uno- a 10 kilómetros de la confluencia del Orinoco con el Caroní de 6x64 MW turbinas generadora tipo Francis equivalente a una potencia instalada de 384 MW.

El río Caroní, con 952 kilómetros de longitud desde que nace en el Tepuy Kukenán hasta que confluyen en el Orinoco es uno de los ríos más caudalosos del mundo. Su caudal promedio oscila los 4.850 metros cúbicos por segundo. Su cuenca abarca 95.000 km2 y forma parte, a su vez, de la cuenca del Orinoco tributada en parte por el mismo Caroní y su afluente el Paragua. Son ríos con un curso escalonado, en el que numerosos saltos y raudales se intercalan con tramos de curso lento y pendiente escasa, donde se presentan muchos meandros y lagos en herradura. Entre los saltos más importantes de estos ríos y sus afluentes pueden citarse el salto Ángel, el de mayor altura del mundo (casi 1.000 m de caída libre) y el salto Kukenán (el décimo a escala mundial, con 610 m de caída libre)

El río Caroní, debido a su caudal abundante y asentamiento sobre un suelo rocoso y compacto perteneciente al Macizo Guayanés que da soporte a grandes estructuras y a su fuerte pendiente es ampliamente aprovechado para la generación de energía hidroeléctrica desde 1961 que comenzó con Macagua I y Macagua II y ha continuado con Guri que es la presa más grande de todas, Caruachi y Tocoma.(AF)

martes, 29 de mayo de 2012

LA EDAD EN TAPARA


Domingo Solórzano es un llanero guariqueño con vena de escritor que aspiraba que El Perro y la Rana, desde su creación, le editara su primer libro, “La vaca conuquera”, pero como los meses pasaban y pasaban, se olvidó del ladrido y el croar engañoso de la editorial oficial. Echó mano de sus pobres ahorros y con la generosidad a plazos de Copiflash hizo realidad su serie de relatos muy propios y singulares de la vida llanera.

El libro, de formato sencillo, prologado por su paisano el profesor Oscar Pirrongelli Seijas, comienza con el cuento de Secundino Talavera, un guariqueño que creció sin protección paterna y pudo vencer a fuerza de voluntad todos los males del cuerpo. Nunca nadie supo en vida la edad que tenía hasta que falleció y le contaron 115 semillas de capacho contenidas en una bolsita de la que jamás se desprendió.

Su paisano José Dionisio no vivió tanto como él, si acaso la mitad, pero tuvo la fortuna de morir y resucitar para vivir siete años más después de haber sido expuesto en velatorio dentro de una urna rústica. Los vecinos ignoraban el fenómeno de la catalepsia, por eso cuando el muerto se levantó como emergiendo de un profundo sueño, el velorio se disolvió y todos salieron en estampida por esteros y caminos llaneros.

El término catalepsia, que figura como accidente nervioso que anula las sensaciones e inmoviliza al cuerpo, habría sido extraño e incomprendido por los guariqueños rurales de aquel tiempo, lo mismo que la voz “tecuecoso” surgida en el curso de una discusión contra los primos del maestro Pedro Telma, quienes reaccionaron muy tardíamente, claro, después que indagaron que significaba “gusano” en jerga llanera.

“Gusano” llamó muchas veces Fidel Castro a quienes adversaban su revolución socialista, pero Juan José no podía admitir ese desprecio traducido y referido al juego político venezolano. Él, simplemente era un fiel militante de carnet que si bien no le abría todas las puertas en el Guárico, se las abrirían allá en el cielo. Por creerlo a pie juntillas, no pedía más nada cuando agonizaba a causa de un mal incurable, sino el carnet del partido.

Y que luego de muerto no se atreviera alguien a despojarlo del carnet, porque seguro le ocurrirá lo que a Jesuito, el celador del cementerio, y a Cecilio, el sepulturero en Zanjonote, que los perseguía el muerto en horribles pesadillas reclamando el diente que descontinuaron de su dentadura para un preparado con aguardiente contra el reumatismo.

Si despojar a un muerto de una pieza de su dentadura suscita horrendas pesadillas, ¿qué ocurriría con la persona que despoja a un muerto de tierra y bienes heredados por su familia? Cuenta Domingo Solórzano en sus relatos llaneros que el dueño del hato Altozano despojó, con vileza y artimaña, los bienes heredados por la familia de un campesino de su vecindad, que murió a causa del tripanosoma cruzi (mal de Chagas).

El libro continúa con otros relatos anecdóticos interesantes y, finalmente, con la protagonista, La vaca conuquera, que nadie sabe cómo dominaba su pesada corpulencia para brincar una cerca de alambre de púas de dos metros de altura e introducirse en los conucos para alimentarse con el tierno fruto de los maizales, hasta que llegó un día en que una herida causada por el palo de una de las cercas se le transformó en gusanera silenciosa que, internamente, la devoró hasta una muerte que para el dueño de la res era sospechosa. Creía que la había castigado por intrusa el único dueño de una escopeta en Cerro Grande.(AF)

lunes, 28 de mayo de 2012

La gran crecida del 43



El 3 de agosto de 1943, se registró una descomunal crecida del Orinoco. Las aguas invadieron el Paseo La Alameda. Una crónica del bachiller Ernesto Sifontes publicada el día 28 de Julio lo preveía cuando decía que las inundaciones habían comenzado en forma impetuosa abarcando las barriadas del oeste de la ciudad, incluida “Perro Seco”. El Orinoco había entrado por la calle Amazonas, del Cine Royal hacia abajo. En puerto Blohm se tapaban boquetes mientras que el agua asomaba por las alcantarillas del paseo, cubría el tubo de descarga de la bomba de desecación y amenazaba seriamente la casa de habitación de los Valeri Agostini.

De Caicara se informaba que las aguas habían inundado las oficinas del correo y el vapor “Apure” había sido destinado al salvamento de cientos de personas damnificadas. En los días sucesivos el Orinoco continuaba creciendo a la par que se iba evacuando a la gente, tapando filtraciones, levantando muros, poniendo pequeños diques. Decía el bachiller Sifontes que todas las fuerzas vivas de la ciudad y voluntarios formaron un ejército de salvamento frente a los estragos del río sublevado y en reconquista de sus antiguos dominios. Innumerables casas con filtraciones, ojos de agua por doquiera, pequeños chorritos que iban en aumento y otros que ya de por sí eran grandes. El vapor “Guayana” descargando frente al comercio “Palazzi Hermanos” se veía casi sobre el paseo y ya finalizando julio no quedaban habitantes en el populoso barrio Alameda. Muchos acamparon en las zonas altas y otros buscaron alojarse en los barcos surtos y abandonados y en los depósitos de los muelles.

En Caracas se creó una Junta Nacional de socorro y otras en el interior del estado y entidades vecinas. Ya comenzando agosto el Orinoco dejaba discurrir su nivel por el puerto Aguirre del barrio Santa Ana inundando la casa de los Inaty hasta la casa Blohm y la Zapatería Pacífico que se amurallaba con ladrillos mientras el vapor Arauca descargaba por el malecón frente al Club de Comercio y la gabarra “Zulia” atracaba frente a Felipe Berzara y las Glaciere. Al Comercio “Realización Benedetto” podían llegar las curiaras en tanto que la Botica Vargas, la Tipografía del Luchador, Saturnino Pardo, Henderson y la Mueblería Lugarten se defendían con muros de ladrillos.

El episodio de la inundación y como un atractivo para la clientela sirvió para que Benedetto exhibiese unas fotografías de la crecida del Orinoco en 1892 y las cuales habían sido publicadas por El Cojo Ilustrado. En esos días al tiempo que el diario El Luchador registraba los movimientos y estragos del río, publicaba poemas alusivos, entre ellos, uno de Andrés Brito que decía en una de sus estrofas: “Tú siempre fuiste en tu correr, sereno/y qué te pasa hoy bello Orinoco?/ es que quieres dejar ya de ser bueno? /o contagiado estás de hacerte el loco/”.

El 10 de agosto el nivel de las aguas llegó al tope marcando 17,95 metros sobre el nivel del mar y a medio siglo de la que tapó (1892) la Piedra del Medio. En agosto de 1943, la ciudad parecía una Venecia, se podía navegar en curiaras por las calles, toda la nación estuvo pendiente y el presidente de la República, Isaías Medina Angarita, vino a la ciudad para apreciar personalmente los daños y número de damnificados de la inundación. Entonces existía la “Ciudad Perdida”, latrocinio de fama marinera en todos los puertos del país que arrasó el río por completo y sobre cuyos escombros el Mandatario Nacional ordenó la construcción del actual Grupo Escolar Estado Mérida.(AF)

domingo, 27 de mayo de 2012

La Gran Parada




“La gran parada”, es una de las primeras películas sonoras llegadas a los cines de Ciudad Bolívar el 11 de febrero de 1933. Se estrenó en el Cine Mundial con un lleno total de varios días mientras en el Cine Royal de Perro Seco se exhibía la película “Un hombre con suerte”.

“La gran parada” era una película romántica, dirigida por Fred Newmever y protagonizada por Richard Carle, rodada en España y producida por una empresa fílmica norteamericana.

Antes de la película se pasó un tráiler sobre el invento del “Belinógrafo” de Édouard Belin, capaz de trasmitir fotografías a larga distancia. Aparentemente un artefacto descomunal que fue presentado al Papa Pío XI. La Telefoto, telefotografía o foto cableada consistía en el envío de imágenes por medio del telégrafo o del teléfono.

La Western Union transmitió su primera fotografía a mediatinta en 1921. AT&T prosiguió en 1924, y la RCA envió una radiofoto en 1926.] La Associated Press, emprendió su servicio de Telefoto en 1935, y creó su propio sello bajo el nombre de AP Wirephoto desde 1963 hasta 2004.] La primera foto transmitida por cable mostraba el accidente de una avioneta en las montañas Adirondack de Nueva York.[1]

El Belinógrafo de Édouard Belin de 1913, que escaneaba la imagen por medio de una fotocelda para transmitirla a través de la línea telefónica, sentó las bases del servicio de Telefoto de AT&T.

Los temas de las películas sonoras y el Belinógrafo fueron el comentario del siguiente día, incluso el doctor Juan Pablo Carranza que había sido nombrado director del Colegio Federal de Varones en reemplazo del doctor Óscar Luis Perfetti, los discutió con sus alumnos al igual que fue tema de conversación entre muchos de los que fueron el domingo al campo de aviación donde se dio comienzo a la temporada hípica toda vez que el Hipódromo de Santa Lucía lo había arruinado la negligencia, el monte y los aguaceros. Los aficionados proyectaban la construcción de un nuevo hipódromo junto al campo de aviación. La campaña la inició el presidente del estado, Antonio Álamo, y en una reunión de los aficionados en el Club de Comercio se designó un comité presidido por Carlos Palazzi. Asimismo quedó integrado al Comité Alberto Liccioni, quien había iniciado también una campaña a favor del “Turismo Regional” junto con los administradores del vapor “Apure”. Este barco hizo su primer tour con un grupo de entusiasta bolivarenses navegando el Orinoco aguas arriba, ida y vuelta durante todo el día observando el paisaje y disfrutando deliciosos confites, refrescos, comidas y bebidas.

En esos días había llegado a Ciudad Bolívar desde Buenos Aires montado en una motocicleta marca “Guzzi”, el raidista italiano Víctor de Sanctis Patti en recorrido de 19 mil kilómetros que marca la ruta pasando por Caracas a donde arribó en diciembre del año anterior.

El raidista italiano fue objeto de un agasajo por la colonia italiana y por la noche se ubicó junto con su moto en el Paseo Falcón, donde fue entrevistado y admirado por los parroquianos con motivo de la presentación de una nueva orquesta fundada por el profesor José Francisco Miranda (Fitzi) con el nombre de Juan Bautista Dalla Costa. Esta orquesta se extenderá en el tiempo con actuaciones en clubes y salones de bailes hasta su disolución y el nombre rescatado por la Banda oficial del Estado.

El presidente del estado, doctor José Benigno Rendón, fue quien dispuso el nombre de Juan Bautista Dalla Costa para la Banda del Estado y deshacerse del que ostentaba desde 1916 (Banda Gómez). Telmo Almada asumió la dirección.(AF)

sábado, 26 de mayo de 2012

Alzado con la música recia


Axel Sandia, nos visitó para darnos cuenta de lo bien que le ha ido por el país,   dando a conocer sus cualidades de autor y compositor de música recia y para obsequiarnos el disco contentivo de sus últimas cinco composiciones globalizada con el titulado “Conocí el amor”.
            Axel Sandia, es bolivarense nacido hace treinta años con deseos de estudiar, aprender y conocer la historia y valores artístico- culturales del país.
   Al iniciar el bachillerato Axel se incorporó en la agrupación del liceo realizando y  organizando eventos culturales.
Su  presentación pública como artista debutante ocurrió cuando contaba dieciocho años en un núcleo universitario de El Tigre donde realizaba estudios. Acompañado de arpa, cuatro, maraca y bajo, actúa seguidamente en distintos escenarios del Oriente y Occidente del país, en tardes de coleos, fiestas patronales y espectáculos, tutelados por maestros como: Osvaldo Padrino, Wiliams Escalona, Alexis Ojeda, y compartiendo con los grandes como, Ignacio Rondón, Teo Galíndez y Rafael Quintana, entre otros.
Axel Sandia decidió tomar la música llanera como carrera y parte de su vida, así continúa escribiéndole al llano y al amor con composiciones que marcan un estilo propio. Grabó 10 temas, 9 de su autoría y uno de Luis Alberto Condales, con la participación de la agrupación “Génesis” que lo conforman el maestro Roberto Rodríguez, como arpista y arreglista de todo los temas.
Desde joven ha estado  ganado por la música, tradiciones y costumbres del llano venezolano, en principio por la lectura de “Cantaclaro” y  “Doña Bárbara”, las novelas cumbres de Rómulo Gallegos. En bachillerato son de lectura obligada.
En “Doña Bárbara” está muy bien descrito el llano venezolano: “Tierra abierta y tendida, buena para el esfuerzo, para la hazaña, todo horizonte como la esperanza, todo camino  como la voluntad”.
“Cantaclaro, como yo, no canta por cantar.  Cantaclaro canta para decir sus penas y sus alegrías, para narrar las desventuras de los pobres, para lanzar a los cuatro viento su esperanza.  Yo canto al amor en todas sus formas y facetas.  Canto a los paisajes del llano, canto a las mujeres, a la ciudad donde nací y la cual ha estado vinculada al llano venezolano.  Mi último disco precisamente está dedicado al amor.  Lo titulé: “Yo conocí el amor” que además de la canción en sí, contiene las composiciones  “Tren del amor”, Como serte fiel, Petición de Bolívar y Temor inocente”.
“Yo conocí el amor” es una canción  inspirada en las vicisitudes y ardores de la vida, en la existencia cotidiana, en lo que vivimos a diario, las cosas que ignoramos y en el subterfugio de la mentira y el engaño.  Del concepto fantasioso del amor  Se trata de un pasaje llanero estilizado.
            “El Tren del amor” aduce que todos nacimos para triunfar, que el motor que mueve el tren de la vida es el amor, y que muchas veces la línea de la vía padece averías que hay que enderezar para no descarrilar y poder alcanzar tarde o temprano la estación  anhelada y una vez alcanzada se debe estar dispuesto a ser generosos con los demás frenados en el camino.
            “Cómo serte fiel” si la fidelidad es caprichosas y vacilante.  Axel cree como bien dice el poema de Andrés Mata, que, “otro amor volverá más  duradero y menos doloroso”.
            Petición por Bolívar”, una canción  prometida a la hija del Libertador que exalta la naturaleza y el paisaje de la ciudad natal y hace énfasis sobre sus valores humanos y por último  Temor inocente” dedicado a la madre de la infancia y el temor a perderla.(AF)


viernes, 25 de mayo de 2012

La fábrica de velas


LA FÁBRICA DE VELAS DE CIUDAD BOLÍVAR
El 17 de noviembre de 1926, Blohm & Cia instaló en Ciudad Bolívar una fábrica de velas estearinas para satisfacer la demanda de un mercado que era importante en todo el arco sur del Orinoco, y que hasta entonces dependía de la importación o, cuando menos, de otras fábricas del centro del país.

Las velas o bujías, de cebo o parafina, los bolivarenses, no todos sino la gente con recursos, las conocían desde el siglo anterior y Europa de donde generalmente venían. Es obvio que la conocían desde tiempos más lejanos, vale decir desde la época de Carlos Magno, cuando se utilizaban para alumbrar las habitaciones de lujo. La fabricación se hacía en Venecia y se le dio el nombre de bujía por ser ésta la población donde los venecianos adquirían la cera con la que las fabricaban.

Hasta después del primer cuarto del siglo XIX no se empleó otro alumbrado en las casas ricas. En el siglo anterior se vendían bujías perfumadas que al arder, esparcían delicadas aromas.

En 1831 comenzaron a fabricarse las bujías estearinas y durante treinta años no se empleó otro sistema de alumbrado que éste. Apareció entonces la lámpara de aceite y después comenzó a utilizarse el petróleo. Varios años más tarde el gas, y por último, en 1882, la luz eléctrica que en poco tiempo derrotó a todos los procedimientos anteriores.

Sin embargo, la fábrica de velas de Blohm se montó dieciséis años después de haber llegado a Ciudad Bolívar la luz eléctrica, pero eran tan escasos quienes podían disfrutarlas, que la vela, como la misma lámpara de aceite o de gas, continuaba siendo un buen negocio, y lo fue, al menos en Ciudad Bolívar, hasta que comenzaron a funcionar las turbinas del Caroní y la energía eléctrica se extendió por todas partes.

No todas las fábricas de velas se pararon, pues bien sabemos que los santos no hacen milagros si no los alumbran con velas o velones como las que hoy nos vienen de la fábrica de Santa Teresa, ahora en Maracay, y antes en los Jardines del Valle de Caracas.

La fábrica de velas de Blohm utilizaba máquinas alemanas que trabajaban manualmente. El producto de mayor consumo eran las velas de a locha (2 y ½ centavos) y la de a puya (cinco céntimos).

Cuando llegó la luz eléctrica (1911), los bolivarenses sólo se acordaban de las velas cuando se presentaban apagones como éste que entonces reseñó la prensa local:

“Anoche desde la hora en que oscurece, 6:15 hasta las 7:00 cuando la noche estaba cerrada, brillo por su ausencia el alumbrado eléctrico. Suponemos que por algún accidente en la maquinaria, pues desde la hora últimamente dicha alumbró a satisfacción, por supuesto, en todas las casa hubo carreras habilitando lámparas de petróleo desechadas y comprando velas en las pulperías. También debemos anotar que en la esquina de Las Camelias, del Aserradero, el bombillo de ordenanza está apagado desde varias noches y como suponemos que figure en el contrato recientemente celebrado con la municipalidad, es hora de que se reponga”.

La intención inicial del italiano Eugenio Berletta, antes que Blohm, era montar una fábrica de velas, pero finalmente se inclinó por instalar la primera empresa telefónica que tuvo Ciudad Bolívar hasta 1926 cuando resolvió venderla. A Berletta que también era presidente de la Colonia Italiana, le llegó competencia y se vio al borde de la quiebra. De allí su apuro por salir de la empresa pionera de la telefonía en el estado. (AF)

jueves, 24 de mayo de 2012

La Cruz Roja de Ciudad Bolívar


El 6 de mayo de 1943 el presidente del Estado Bolívar, doctor Gumersindo Torres, dispuso por decreto 15 mil bolívares para la adquisición de un edificio que sirviera de sede permanente a la Cruz Roja, que tan excelente labor venía cumpliendo tanto en su dispensario de asistencia médica y social, como en la implementación y realización de cursos para la formación de las enfermeras que demandaban los hospitales y demás centros asistenciales de la región.

Para entonces el presidente de la Cruz Roja era don Jorge Suegart y el tesorero Manuel Lainete. La compra del inmueble de dos plantas, ubicado entre las calles Boyacá y Venezuela, se pacto el 26 de mayo por 32 mil bolívares, pero la Cruz Roja, no se instaló en el inmueble sino el 21 de julio de ese año.

La Cruz Roja, institución internacional, fundada el 8 de mayo de 1864, por Enrique Dunant, escritor y filántropo suizo, está destinada a aliviar los sufrimientos de la humanidad y se instituyó en Venezuela, muy posteriormente, es decir, el 30 de enero de 1895 como uno de los actos conmemorativos del centenario del natalicio del Mariscal antonio José de Sucre, el héroe de la independencia que más se preocupó por humanizar la guerra.

De esta manera nuestro país quedó adherido a las previsiones de la Convención Internacional de Ginebra de 1863 cuando las naciones europeas, bajo la inspiración de Henry Dunant, acordaron medidas especiales para aliviar los sufrimientos de las víctimas de las guerras y la protección de los cuerpos que les prestaran socorro.

En tiempos de paz también es vital la presencia de la Cruz Roja.  Cuando ocurre una catástrofe en algún punto de la tierra, inmediatamente se hacen presentes las sociedades de otras naciones y cooperan en todas las formas de socorro posibles  medicinas, alimentos, equipos de asistencia médica, con profesionales, auxiliares de enfermeras, ropas, tiendas de campaña, dinero..

En la actualidad existen más de un centenar de sociedades de la Cruz Roja y 200 millones de miembros. Existe igualmente la Cruz Roja Infantil que funciona en las escuelas. Todos están unidos en una intensa y denominada lucha contra el egoísmo y la indiferencia que devoran al mundo y cada año por este día reafirman el propósito de luchar contra el sufrimiento y las miserias que oprimen a la humanidad.

Entre los fundadores de la Cruz Roja Venezolana figuran personalidades de excepcionales dotes científicas y filantrópicas como Agustín Aveledo, Francisco Antonio Rísquez, Luis Espelozín, Pablo Acosta Ortiz, Manuel Díaz Rodríguez, Luis Razetti y Rafael Villavicencio. Su primer presidente fue Sir Vicent Kennet Barrington, ciudadano inglés residente en Venezuela.

En el Estado Bolívar figuran como connotados impulsadores  los doctores Félix R. Páez, Ricardo Archila, Jorge Figarella y Manuel Felipe Flores, entre otros. La inauguración del Hospital Ruiz y Páez, el 12 de noviembre de 1957, por el doctor Ricardo Archila precisamente en representación del ministro de Pedro A. Gutiérrez Alfaro, desplazó la asistencia que venía prestando la Cruz Roja hacia la novedad de un hospital moderno con todos los servicios profesionales óptimos y la casona fue quedando abandonada, especialmente por la muerte de sus últimos presidentes el doctor Agosto Méndez y Jorge Suegart.   La casa la pasó a ocupar la familia Salloum Bitar.

Actualmente su sede y centro de atención médica funciona fuera de la ciudad a raíz de una transacción de la sede primigenia (en la foto) y gracias a la gran labor realizada por el ingeniero Lino Bossio, seguido después de su fallecimiento por el doctor Jesús Figueredo y César Pérez Rossi con el apoyo del Rotary Club. (AF)

miércoles, 23 de mayo de 2012

La Casa de Guayana en Caracas


El 15 de febrero de 1939, aniversario del Congreso de Angostura, se constituyó en Caracas la Casa de Guayana, entre Altagracia y Cuartel Viejo Nº 16, por iniciativa de Raimundo Aristeguieta (en la foto), la cual sirvió de centro de reunión y encuentro de los guayaneses residentes en la Capital Metropolitana, al mismo tiempo que sirvió para gestionar y apoyar todo lo que tenía que ver con el bienestar y progreso de la región orinoquense.

La directiva quedó presidida por Raimundo Aristeguieta, seguido del doctor Tinoco Rodil, doctor Luis Quiros Cabrera, doctora Virginia Pereira, Pedro José Romberg, Ana Unshelm Siegert, Edmundo Suegart y Felipe Hernández Natera.

Raimundo Aristeguieta, nativo de Ciudad Bolívar y comprometido con la industria, el comercio y la banca, había estudiado en el Colegio de Guayana hasta el bachillerato y luego derecho en la Universidad Central. Fundó en Caracas, Barranquilla, Puerto Rico y Panamá, la Fábrica de Sombrero Britania, empresa cuyo desarrollo alcanzó a cubrir en un 60 por ciento la demanda en esos países y la cual daba trabajo a unos 850 obreros.

Cuando fue presidente del Banco Industrial y de la Corporación Venezolana de Fomento otorgó numerosos créditos tendientes a fomentar en el mayor grado posible la industria y la ganadería en el estado Bolívar. Financió desde la Corporación los primeros estudios técnicos relacionados con el potencial hidroeléctrico del río Caroní, lo cual hizo posible que el 20 de marzo de 1944, llegara en barco por el Puerto de San Félix, la Misión Kaiser, procedente de los Estados Unidos, en el curso de un recorrido que hacía por el país para verificar posibilidades y potencialidades de la tierra.

La misión estaba integrada por los señores Thomas N. Price, George Hover y Wright M. Price y para recibirlos y darles la bienvenida viajó expresamente a San Félix, el presidente del Estado, doctor Mario Briceño Iragorri, quien recién había decretado la creación de la Sociedad Económica de Amigos de Guayana.

Los industriales foráneos ya comenzaban a fijar su atención en Venezuela no sólo por el petróleo en ascenso sino porque desde 1926 se hablaba de los ricos yacimientos de hierro del Cerro El Pao y de las posibilidades del río Caroní que en 1948 la Corporación Venezolana de Fomento dispuso estudiar con miras a su eventual aprovechamiento hidroeléctrico.

La Misión que  estuvo en Guayana llevaba el nombre de Henry John Kaiser, uno de los industriales importantes de los Estados Unidos del Norte, metido en la construcción de presas como la de Boulder en Colorado, la de Bonneville en Oregón y la presa Grand Coulee en Washington.

Otro de los proyectos gestionados por Raimundo Aristeguieta desde la Casa de Guayana tuvo que ver con el aprovechamiento de la carne de la tortuga arrau del Orinoco. Se constituyó una empresa que en el Juzgado de Comercio de Caracas fue registrada, bajo la presidencia del propio Raimundo Aristeguieta, para industrializar la carne y todos los derivados  de la tortuga del Orinoco, así como toda clase de conservas de animales y vegetales. Esta empresa industrial fue registrada con el nombre de “EDECCO” con capital inicial de 100 mil bolívares para ser elevado a 500.000 después del primer año.  El técnico Carlos Schulz se residenció en Ciudad Bolívar con ese propósito. De acuerdo con el proyecto se pensaba beneficiar 40.000 tortugas al año equivalente a 300 mil kilogramos de carne y 7.200 huevos a razón de 180 por tortuga.  Todavía abundaba la tortuga a pesar de la depredación y explotación irracional, pero este proyecto nunca pudo materializarse. (AF)

martes, 22 de mayo de 2012

Ciudad Bolívar: 248 años


 
Al principio fue la ciudad colonial iniciada el 21 de diciembre de 1595, cuando el segoviano don Antonio de Berrío echó las bases en tierra de los guayanos en el Bajo Orinoco para que la provincia que él había tomado en nombre del Rey de España, Felipe II, conforme a los procedimientos rituales, el 23 de abril de 1593, tuviese una capital o centro político-administrativo.

Pero esta ciudad capital edificada desde la orilla del río hasta la cumbre de un cerro coronada por un convento de franciscanos, transformado luego en fortaleza, no tuvo suerte. Acosada por corsarios y piratas de las naciones rivales de España, se le planteó una vida errante o de transferencia de su población y autoridades de un lugar a otro, ya a orillas del Caño Usupamo en el vértice del Delta, como más al occidente de las bocas del Caroní y, final y definitivamente, en la Angostura del Orinoco.

Esta vida errática duró más de una y media centurias, vale decir, hasta el 22 de mayo de 1764, cuando la capital terminó de ser mudada con el nombre de Santo Tomás de la Guayana en la Angostura del Orinoco, o simplemente, Angostura. Antes había sido connotada con el nombre del Usupamo y del Santísimo Sacramento, pero desde 1846 el nombre de Angostura fue sustituido por el de Ciudad Bolívar en homenaje al Libertador que vivió en ella todo el tiempo requerido para emprender definitivamente la independencia de Venezuela, Nueva Granada y Quito.

En la angostura del río, casi en los términos del Orinoco Medio, aunque mucho más alejada de la puerta hacia el Atlántico, la capital de la provincia halló para siempre su estabilidad. Nunca más la molestaron corsarios y piratas, y bajo ese clima imperturbable pudieron los gobernantes realizar su obra de colonización dirigida a toda la provincia de acuerdo con las previsiones y estrategias concebidas como resultado de la Comisión de Límites.

Luego vendría otro conflicto en la evolución de la capital: la revolución independentista iniciada el 19 de abril de 1810 en la hermana provincia de Caracas, que se materializó en Guayana en julio de 1817 cuando, tras la Batalla de San Félix librada por Piar, las tropas patriotas entraron triunfantes en Angostura luego de un cerco militar que implacablemente fueron estrechando.

Los patriotas, con la provincia de Guayana en sus manos, declararon a la Angostura centro de los Poderes Supremos de la República. La ciudad llegó a ser triple capital a un mismo tiempo: Capital de la provincia, capital de Venezuela y capital de la Gran Colombia. Esta condición de triple capital imprimió una inusitada actividad social, militar, política y económica a la ciudad, pero sólo duró hasta poco después de la Batalla de Carabobo, cuando la capital de Venezuela se reubicó en Caracas y en Bogotá, la de Colombia.

A partir de la Constitución del 30 de agosto de 1821, sancionada en la Villa de Nuestra Señora del Rosario de Cúcuta, la ciudad quedó integrada al Departamento Orinoco, dependiente directamente de Colombia. Empezó para la ciudad, dentro de esta nueva jurisdicción, una vida de reacomodo, adaptada a una realidad menos circunstancial, vale decir, a su propia realidad. Fue como un recomenzar, costoso y demorado, pero dentro de otros parámetros signados por una libertad de comercio a todas luces inexistente en el curso de la etapa colonial, pero muy pechada por los impuestos de la guerra que se había extendido hasta el sur. Los altos impuestos y el nombramiento de ciertos gobernantes autoritarios provocaron sublevaciones internas que afectaron el crecimiento de la ciudad

lunes, 21 de mayo de 2012

Incendio de la Casa Boccardo

El 8 de marzo de 1940, la Casa Boccardo de Ciudad Bolívar, sufrió grandes daños a causa de un incendio que también afectó a su vecino A. I. Souky. No era el primero del inmueble ni tampoco el de la firma mercantil pues al Teatro Caracas, del que también era dueño el empresario José Boccardo, había sufrido un siniestro similar durante la presentación de la obra Romeo y Julieta, pero el Teatro Caracas tenía una póliza contra incendios del Seguro La Previsora, la primera emitida en Venezuela en 1914 y la que se hizo efectiva en 1919.

La Casa Boccardo era el mismo inmueble de la antigua Botica Alemana, que fue adquirida por el comerciante para establecer en ella la sucursal de su compañía establecida en Caracas, y poner al frente de la misma a su hermano Carlos Boccardo. Abrió inicialmente operaciones para intervenir en el comercio del oro, la ganadería, y fundar una compañía naviera para exportar ganado a las Antillas. Pero José Boccardo colocó depósitos en bancos del exterior, con tan mala suerte que lo atrapó la crisis financiera de 1929 que comprometió a casi todas sus empresas.

Nacido en San Pietro de Arenas (Italia), el 23 de julio de 1845, José Boccardo, llegó a La Guaira por accidente a la edad de diecisiete años y comenzó a trabajar como mandadero de la casa comercial Astengo, Silombria y Delfino. Para redondearse el salario, laboraba de noche como caletero y durante su escaso tiempo libre estudiaba contaduría, castellano e inglés.

Sometido, no obstante su juventud, a una serie de privaciones, economiza de una manera tal que llega en 1890 a convertirse en socio principal de la firma donde se había iniciado como mandadero. Es cuando la anterior razón social de la firma se convierte en J. Boccardo y Cía. y es mudada a Caracas donde el señor Boccardo fija su residencia y se abre campo hacia la industria del tabaco y del calzado. Expande sus negocios hacia Guayana atraído por el oro de El Callao y la floreciente ganadería estimulada por el mercado antillano.

Don José Boccardo falleció en Caracas el 26 de noviembre de 1938. Posteriormente su hermano Carlos dejó como heredero de la Casa Boccardo de Ciudad Bolívar a su único hijo y heredero directo, Humberto Boccardo. Este estuvo manejando el negocio hasta 1994, año de su muerte cuando lo sustituyó su hijo Ricardo, quien el 8 de noviembre de 2011 fue secuestrado en Granja Las Margaritas, de su propiedad, situada en el kilómetro 30 de la troncal 19 que comunica a Ciudad Bolívar con Maripa. Ricardo viene siendo el tercer hijo de 7 hermanos de la familia Boccardo, quien además es piloto de avión.

Fue liberado doce días después en “Cerro e' Mono”, vía Maripa. Unos amigos lo rescataron y lo llevaron a su ferretería situada en el paseo Meneses de la ciudad sano y salvo.

El negocio de ferretería que funcionaba en la casa de estilo antillano de Ciudad Bolívar fue mudado a un edificio moderno en el Paseo Meneses y este antiguo inmueble del siglo pasado fue adquirido por una empresa del Banco Orinoco que, a su vez, lo cedió en venta a su actual propietario Michel Harbie, quien sometió a un proceso de restauración las fachadas, también espacios y muros internos, pero adecuados a servicios públicos y privados que inició con el nombre de Centro Comercial Galería Orinoco. En su terraza está previsto que funcionará un restaurante con espectacular vista al Orinoco y eventos socio-culturales además de una tasca y parrillada permanentes.

domingo, 20 de mayo de 2012

Gobierno cerró la Casa Blohm


El 27 de enero de 1945, el Gobierno nacional resolvió la disolución y liquidación de todos los negocios de la Casa Blohm en Venezuela, incluyendo, por supuesto, la de Ciudad Bolívar con más de cien años de existencia. La resolución fue la consecuencia de una ruptura de relaciones, toda vez que Venezuela entró a formar parte de las naciones aliadas contra la Alemania nazista de Hitler. El Gobierno del Estado Bolívar, conforme al Decreto 241 del 9 de noviembre de 1943 emitido por el gobierno de Isaías Medina Angarita, procedió a la disolución y liquidación de la Casa Blohm en Ciudad Bolívar para lo cual le otorgó plazo de noventa días. De todas maneras, Blohm se las ingenió durante ese lapso para perdurar y en esa intención contó con la colaboración de sus empleados que le aportaron el nombre para una nueva empresa sucesora, tal el de BECO que es algo así como un acróstico: “Blohm Está Con Otros”.

El proponente o autor del nuevo nombre fue su empleado de confianza Adrián Cordoliani, quien desde esa casa hizo carrera política llegando a ser varias veces Presidente del Concejo Municipal.

El fundador de la Casa Blohm, Georg Blohm fue uno de los comerciantes más prósperos que tuvo Angostura. Nació en Luberck (1801-1878), comenzó a aventurar por América hasta 1825 que se instaló en la isla de San Thomas, donde trabajó como empleado de firma C. F. Overmann. Luego de acumular experiencias mercantiles en los negocios de ultramar, se radicó en Angostura que entonces era comercialmente muy movida. Se asoció con Juan Bautista Dalla-Costa y a través de esta sociedad cultivó importantes relaciones tanto dentro como fuera del país.

En 1834, Georg Blohm se separó de Dalla-Costa y adquirió el compromiso de no instalar negocio competidor o de otro tipo en Angostura dentro de los próximos diez años. De manera que en 1844, cumplió el tiempo del acuerdo y estando instalado en La Guaira y Puerto Cabello, volvió a incursionar en la capital guayanesa, pero asociado a la casa Wuppermann & Cía.

Una vez consolidado su proyecto mercantil, Georg Blohm retornó a su natal Luberck, desde donde dirigía sus negocios en Venezuela y escogía a sus empleados. Muchos de los europeos que trabajaron en la casa Blohm de Ciudad Bolívar, fueron contratados por Georg, entre ellos, el prusiano Adolph Henrich Wappaus.

Muchas ciudades comerciales de Alemania como Hamburgo, Hannover y Prusia, tuvieron representación consular en Angostura desde 1838, dado que la Capital del Orinoco era importante para su comercio, pues había una dinámica de relación mercantil con Europa y un fluido intercambio de géneros y productos de la selva, no obstante que de un lugar a otro se tardaban con veleros 18 y 20 días, dependiendo de la brisa. El regreso era más penoso. Lo hacían en 30 y 35 días.

Los alemanes, al igual que los italianos, tienen colonias enraizadas en la capital bolivarense. Los italianos desde tiempos de la Colonia con el genovés Juan Bautista Dalla Costa y los alemanes desde tiempo de la República con Georg Blom, quien en 1929, desde Angostura, inició en Venezuela la más importante inmigración de comerciantes alemanes de Hamburgo y Lübeck y al poco tiempo se convirtió en líder de las casas comerciales extranjeras en franca competencia con Boulton & Cía.

Georg Blohm al establecerse en Angostura se entronizó también como el primer cónsul de Hamburgo en Venezuela y al romper la sociedad con Dalla Costa, se transformó en próspero comerciante con casas comerciales en La Guaira, Caracas, Maracaibo, Barquisimeto y Ciudad Bolívar. (AF).

sábado, 19 de mayo de 2012

Devoción y superstición de los bolivarenses por la Virgen del Carmen


La devoción y culto de los bolivarenses de la capital por la Virgen del Carmen los llevó a levantarle una capilla con arcos en forme de ojiva, en la parte oriental del antiguo Paseo Falcón de la entonces llamada Parroquia Santa Justa. Una capilla sencilla, diagonal con el edificio de La Aduana (hoy de la Armada)   pero en zona baja colindante con un extremo de la calle Venezuela.

En la construcción de la modesta capilla tuvo mucho que ver la Cofradía de la Virgen del Carmen, una de cuyos miembros donó la imagen que se venía venerando en la Catedral. Dicha donación la materializó el bachiller Régulo Machado, en nombre de su madre Clementina de Machado, y había sido traída en 1883 expresamente de Europa por el donante. Sin embargo, no es la que está actualmente en la capilla, sino otra imagen donada por la cofradía y retocada artísticamente por la señora Elena de Montauban, esposa de Antonio Liccioni.

El 19 de febrero de 1938, el doctor Rafael Velásquez Márquez donó las campanas a la capilla dado que carecía de estos instrumentos sonoros tan útiles en los ritos religiosos.

En Ciudad Bolívar se localizan erigidas cuatro capillas de Nuestra Señora del Carmelo: la del Paseo Orinoco diagonal con la antigua aduana hoy Comando Fluvial de la Armada; la de Agua Salada; la del caserío Carolina y la de la cárcel de Vista Hermosa. En el interior existen la de Cabeza Mala, municipio Roscio; la de El Callao, y la de la Tigrera y Aripao en el municipio Sucre.

Recién conquistada Guayana por los patriotas, explotó una fábrica de dinamita, el Día del Carmen, 16 de julio de 1818, en el sitio “La Ceiba”, escasamente distante de Ciudad Bolívar. 35 mil kilogramos de dinamita acumulados en el depósito de la fábrica dirigida por Lec Welcher, estallaron causando la muerte a 50 obreros.

Setenta años después, justo el mismo 16 de julio pero de 1888, volvió a explotar la fábrica de dinamita que había sido reinstalada a dos kilómetros en la parte oriental de la ciudad, por la firma comercial Frustuck Hermano, que proveía de explosivos a la Compañía Minera de El Callao a través de los carros bueyes de don Carlos Siegert. En el siniestro pereció el caporal de nacionalidad suiza Adolfo Vater y otros obreros. La coincidencia de las dos explosiones el 16 de julio generó entre los habitantes una superstición fatalista de la que siempre se temía el Día del Carmen.

La destrucción de la fábrica afectó a las empresas del Oro que debieron importar el explosivo, pero racha fatal, el 13 de noviembre de ese año explotó la carga que trajo el vapor “Louise”, anclado en el puerto de la Sabaneta, frente a la isla Panapana.

El año siguiente -1889- se volvió a insistir en la fábrica, pues era una necesidad debido a la demanda de las empresas mineras. Pero esta vez fue instalada, con el nombre de “Dinamita Nobel”, en memoria de su inventor Alfredo Nobel, en el puerto de Aramaya, un poco más allá de San Félix.

Esta superstición se ha venido enervando y la devoción por la Virgen del Carmen se mantiene por fe y tradición. Manuel Cisneros Gambús, periodista y humorista que no era hombre de rezos ni de misas, solía contarme, sin embargo, que cada domingo llegaba hasta la Capilla de “Agua Salada” para ver a la Virgen del Carmen y conversaba con el Chino Puerta, uno de los primeros pobladores del lugar, comerciante, cuya popularidad se ha venido diluyendo con el tiempo de las nuevas generaciones. (AF)

viernes, 18 de mayo de 2012

Pepe Otero en el Cine América


Desde el 13 de diciembre de 1930 se instaló en el Teatro Cine América la Compañía de Pepe Otero. Mucha gente se confundió porque suponía era la misma compañía donde actuaba la “Bella Otero” que aparecía en las cajetillas de la empresa tabacalera “Fama de Cuba”.

Los tabacos y cigarrillos “Fama de Cuba” tenían notable demanda en Ciudad Bolívar y los fumadores coleccionaban las figuras que a manera de gancho traían, entre ellas, la “Bella Otero” conocida internacionalmente como una bailarina hermosa que cautivaba el corazón en Europa de los políticos, banqueros, príncipes y literatos distinguidos. Su presentación en el Teatro Kursaal de Madrid en la primavera de 1906 con las hermanas Anita y María Delgado constituyó un clamoroso éxito que repercutió en América

La Bella Otero después, en enero de 1966 moriría a la edad de 83 años en su retiro de Costa Azul, abandonada y pobre después de tanta fama.

El semanario “El Pueblo” que dirigía Víctor Monedero, fundado el 15 de junio de 1930 para promocionar las corridas taurinas, también se ocupaba del arte y la cultura y llegó a comentar cómo la fortuna de la bella danzarina se esfumaba en los casinos de Montecarlo. La Bella Otero que vemos en la foto tan circunspecta, experimentaba una gran pasión por el juego. El periódico que tuvo una vida efímera como otros tantos de la capital bolivarense del siglo veinte promovía entonces el debut del torero de prestigio Juan Luis de la Rosa.

Asimismo daba a conocer la novedad de los bloques que comenzaron a experimentar los bolivarenses con una máquina importada de los Estados Unidos. Los bloques de piedra, arena y cemento que el lenguaje común aceptaba entonces como “adobe moderno” era vendido en la ciudad por L. Granado & Cía. y los promocionaba poniendo a la orden la opinión autorizada de Antonio Valera Villalobos, José y Remigio Fernández, quienes habían adquirido sonada reputación como alarifes; sin embargo había parroquianos renuentes a construir con los llamados adobes modernos, alegando las bondades del barro y la paja y en todo caso del ladrillo de arcilla como refractarios naturales de una temperatura que en Ciudad Bolívar pasaba de los treinta grados. De todas maneras el bloque se fue imponiendo con el tiempo y fuera del casco urbano, todas las casas de la ciudad han sido construidas con bloque, sólo que ahora la mezcla es sólo de cemento y arena con exclusión de la piedra.

Los pocos camiones que había en la ciudad se pusieron a valer con la nueva carga, no del bloque en sí, sino de los elementos que requería su fabricación. Uno de esos pocos camiones utilizados en días de asueto para llevar pasajeros a los ríos, chocó contra un Mandingo cuando cargado de excursionistas se dirigía al río Candelaria. El choque causó la muerte casi instantánea del conductor Carlos Gener, hijo de Félix Gener Manzano. El vehículo estalló en llamas al impactar contra el árbol, pero los excursionistas saltaron a tiempo y resultaron ilesos.

El Presidente del Estado, General Silverio González, se hizo presente en el sitio de la tragedia junto con su posible sustituto José Jesús Gabaldón, quien estaba auspiciando una carrera de caballos en el Paseo San Antonio, debido a que el Hipódromo de Santa Lucía, fundado por Santos Palazzi, se hallaba en malas condiciones, descuidado y enmontado desde que su fundador lo mataron en la Guerra del 14 cuando él junto con su hermano Pedro abandonaron todos sus bienes en la ciudad para luchar por Francia en cuya Costa Azul murió la Bella Otero.(AF)

jueves, 17 de mayo de 2012

Guayanés que peleó en la Guerra del Chaco


Pedro Betancourt Grillet (en la foto) peleó en la Guerra del Chaco, conflicto bélico que desde 1932 hasta 1935 enfrentó a las repúblicas de Bolivia y Paraguay por la posesión de buena parte de la escasamente poblada región del Chaco, el llamado Chaco boreal, situado al norte del río Pilcomayo, cuya titularidad reclamaban ambos países debido a la presunta existencia de petróleo. En esa guerra murieron 50 mil bolivianos y 35 mil paraguayos.

Pedro Betancourt Grillet, quien decía ser pariente del mariscal Antonio José de Sucre, sobrevivió a tres accidentes aéreos, estuvo preso durante 9 años en La Rotunda, sufrió un exilio prolongado, visitó 74 países con 11 pasaportes diferentes y además de pelear en la Guerra del Chaco, participó en una invasión a Cuba contra el dictador Machado.

Este personaje de muchos bríos y hablar enfático tenía 62 años de edad cuando me lo presentaron en la Terminal de Pasajeros del Aeropuerto de Ciudad Bolívar en 1975. Entonces me dijo ser bolivarense de pura cepa. Venía periódicamente a descansar en el Hato de la familia Casado. Incidentalmente lo vimos de regreso a Petare donde se desempeñaba como el inspector de Tránsito y en un santiamén, el señor Betancourt me contó parte de su interesante historia.


Decía Pedro Betancourt en esa ocasión ser teniente del Ejército Venezolano, retirado dos veces, y coronel del Ejército de Paraguay.  Pasó a retiro siendo teniente cuando Gómez era dictador de Venezuela y junto con 11 oficiales lo mezclaron en un complot del que afirmó era inocente.

Pero inocente y todo padeció en Villa Zolila los horrores que se imputan al régimen gomecista y que están descritos en los libros de José Rafael Pocaterra. De los 15 oficiales encarcelados con él, 9 no soportaron al cautiverio y murieron. A los 9 años de presidio fue exiliado y en Paraguay hizo buena carrera militar pues la milicia ha sido siempre su pasión, tal vez, por fuerza de herencia ya que sus ascendientes estuvieron de cerca emparentados con Sucre.

En 1932 cuando estalló la guerra del Chaco y se prolongó hasta 1935, él se alistó como combatiente y la recuperación de las tres cuartas parte del Chaco valió parte de su sangre pues sufrió dos balazos en una pierna. También desde Florida participó en una invasión a Cuba, al lado de Sergio Carbó, contra el dictador Gerardo Machado.

Luego de la muerte de Gómez volvió a Venezuela, para entonces tenía un alto cargo en Argentina, y el general López Contreras lo recomendó a Medina y por razones de orden interno le dio entrada al Ejército como teniente bajo la promesa de que rápidamente iría ascendiendo, pero todo quedó allí y el retiro vino pronto por razones que no le dio tiempo de explicarnos.

Reconoció que el general Medina, aunque se portó personalmente mal con él, fue sin duda un gran Presidente. Y en cuanto a López Contreras, señaló que salvó al país después de la muerte de Gómez. Se trata de un militar y un hombre que hay que admirar sobre todas las cosas. Venezuela  le respeta y lo admira.

Se despidió del periodista afirmando no pertenecer a ningún partido político. “Creo sí, mucho en Venezuela. Nuestro país tiene grandes reservas humanas. Lo que necesitamos es buena administración”, terminó diciendo nuestro personaje al tiempo que se despedía para tomar el avión hacia el Distrito Federal donde vivía cerca de sus hijos, el doctor Guillermo Betancourt Oteiza, director de ARS y el doctor Luis Betancourt Oteiza, dirigente de Copei.(AF)

miércoles, 16 de mayo de 2012

De Vicencio a Joaquín Latorraca


El 4 de junio de 1930, la Barbería de Carmelo Latorraca, una de las más antiguas de la ciudad, reanudó sus actividades, luego de un receso prolongado desde que se inició en la calle El Poder (Perro Seco) frente al edificio que después fue asiento del popular  Cine Royal, donde cantó Tito Guízar y otras estrellas del cine mejicano.

Procedente de Salerno llegó a la ciudad a la edad de trece años siguiendo las huellas de su padre Vicencio Latorraca, con la intención de adaptarse al medio y proseguir sus estudios, pero ante la perspectiva del oro que en barras salía de El Callao por Ciudad Bolívar rumbo al exterior, terminó siendo joyero, pero la plaza en ese ramo estaba muy competida y decidió meterse a barbero y barbero fue alternando el oficio con el arte de la dramaturgia, vocación que lo llevó a escribir teatro de calle que montaba durante los carnavales especialmente. Sólo que las obras de Carmelo nunca tuvieron final, quedaban inconclusas o en suspenso hasta el próximo año.

Cuando en 1930 reanudó su actividad de fígaro, Carmelo Latorraca le puso a su barbería en el Paseo Orinoco, esquina con Dalla Costa, el nombre de Salón Ideal que no fue todo lo ideal que esperaba pues una vez tuvo que vender el piano y otras herramientas para poder cancelarle a Juan Casalta los alquileres del local.

Carmelo, además de barbero, distribuía el diario El Universal editado en Caracas y cuyo fundador, el poeta Andrés Mata, había vivido en Ciudad Bolívar. El periódico llegaba bastante atrasado en los aviones Late 28 de Aeropostal.

Le llegó el tiempo de buscar compañera y contrajo matrimonio con Nieve Flores, la hermanita mayor de José Rosalino (Pepe) Flores, con la que tuvo varios hijos, entre ellos, Joaquín Latorraca, nacido el 2 de mayo de 1924 (en la foto con su esposa y el periodista Vilchez), quien se negó a aceptar los trastos de barbero que le legó su padre, pero sí la distribución del periódico por cuya vía llegó a ser corresponsal de ese rotativo y al mismo tiempo distribuidor, reportero y fotógrafo del diario El Bolivarense a partir de su fundación el primero de diciembre de 1958.

Joaquín era como un andariego caminando sobre las ruedas de una camionetica italiana como sus ascendientes, repartiendo a su local clientela periódicos, revistas y folletines. En cada punto clientelar de la ciudad se detenía con su fácil sonrisa y tras el animado intercambio casi siempre venía arropada la noticia que luego desnudaba en su Remington del Barrio Obrero bajo la mirada de Doña Carmen, su esposa, que se quejaba de ese reportero siempre en la calle y que parecía saberlo todo.

Cuando no estaba tertuliando en el puesto de revistas, estaba en la redacción de El Bolivarense, de Radio Bolívar o discutiendo con el pregonero de la esquina o con Vilchez, Rafael Durán Rodón o Gladys Figarella o en la Casa del Periodista donde además de secretario general podía ser secretario de actas o de finanzas, no sentía complejo de saltar de un cargo a otro, lo importante era prestarle al gremio lo que podía de acuerdo con la realidad que manejaba.

Redactaba la nota, disparaba el flash de la Reflex cuatro por cuatro, procesaba en cuarto oscuro la fotografía y luego con cuartilla y todo la montaba si era preciso después de copiarla con plomo en linotipo en ausencia de Marcos Dinelli o Lexilé Narvaez.

Así era este Latorraca que trabajaba noche y día al ritmo de su propio esfuerzo, inmune a todo mal. (AF)


martes, 15 de mayo de 2012

LA PARAGUA O ANTIGUA BARCELONETA


El acta de nacimiento de La Paragua, antigua capital del Municipio Barceloneta, aparece fechada el 15 de mayo de 1770, por su fundador Fray Benito de Lagarriga, misionero español.

La Paragua recibe el nombre del río a cuya margen izquierda se halla situada en casas alineadas de la parte alta a la orilla del río. Deriva el nombre de la voz arecuna “Parava” que significa loro.

El Paragua es después del Caroní, el río que más drena agua a la Represa Hidroeléctrica de Guri. Nace en el Tepuy Marutaní del estado Bolívar, en la frontera de Venezuela con Brasil. Tiene una longitud de 550 kilómetros aproximadamente, desde su naciente hasta su confluencia con el río Caroní. En San Pedro de las Bocas, pueblo sepultado por las aguas represadas del Caroní, abarca un área cercana a los 33 mil kilómetros cuadrados y se divide en dos sectores, el alto y el bajo Paragua.

Este río con sus márgenes negras cubiertas de árboles y bejucos, ha sido a través de más de un siglo, vía de comunicación importante para los buscadores de oro, diamantes, balatá, resinas y madera. Son de renombre las minas de Paraguamusi, Paramichí, Asa, El Casabe, en el Alto Paragua y de su afluente el Carún. Últimamente han surgido nuevas minas como “Bulla Nueva” donde se han registrado enfrentamientos mortales y donde 19 efectivos militares fueron apresados el 25 de octubre del año pasado por las propias etnias del lugar por ejercicio ilegal de la minería en sus tierras ancestrales.

De las aventuras, dramas, incidencias y explotaciones, el novelista José Berti escribe extraordinarios relatos en sus libros “Hacia el Oeste corre el Antabare” y “Espejismos de la Selva”, Berti de origen merideño (Tovar), falleció en su Hato Cachimbo de la Paragua, luego sepultado por las aguas del embalse de Guri.

A la explotación del diamante y del oro, porque la del balatá hace tiempo que terminó, se agrega como fuente de vida de este pueblo de 4 mil almas, la explotación de la madera y la producción agropecuaria.

Desde 1953 se viene explotando el cedro, el pardillo, el caucho de venado y en 1965 el Gobierno Nacional declaró zona de reserva forestal la región comprendida al sur del Salto Urayma hacia la frontera con Brasil.

A La Paragua, con una superficie de 42 mil 647 kilómetros cuadrados y 286 msnm, se le calculan una 100 mil cabezas de ganado vacuno, en su mayoría concentradas en el hato La Vergareña, sin duda, la principal finca pecuaria del estado y principal abastecedor de carne de Ciudad Guayana y Ciudad Bolívar.

40 kilómetros antes de penetrar al ribereño pueblo de La Paragua se encuentra San Francisco, dispersamente instalado sobre una topografía de llanura suavemente ondulada.

San Francisco de La Paragua emergió como simple caserío. Después, dada su importancia agrícola maicera, la Asamblea Legislativa complació a sus 3 mil habitantes elevándolo a la categoría de municipio foráneo. Hoy es simple parroquia que elige su junta parroquial, dependiente de Ciudad Piar y no de Heres como fue en un tiempo lo tradicional.

La producción de maíz aquí es abundante, más que en cualquiera otra zona agrícola del Estado. Las tierras son óptimas y rinden un promedio de 3 mil kilogramos por hectáreas. Las tres cuartas partes de la cosecha anual de maíz provienen de esta tierra ancha y feraz, con cristalinos cursos de agua recargados de moriches.

San Francisco de la Paragua, con 3 mil 796 kilómetros cuadrados de superficie, está a unos 35 kilómetros del Hato La Vergareña, que llegó a contar con 40 mil cabezas de ganado vacuno aproximadamente.  El esquema politico-económica vigente he disminuido su importancia. (AF)

lunes, 14 de mayo de 2012

El Trocadero de Ciudad Bolívar


El 25 de agosto de 1933, un quiosco para la venta de dulces, conservas, licores y otros artículos (en la foto) designado con el nombre de “El Trocadero” terminó de ser construido y abierto al público en la Plaza Heres de Ciudad Bolívar ya desaparecida, pero ubicada entonces frente a la sede del Banco Royal of Canadá.

El nombre, de procedencia gala, lo impusieron los inmigrantes y comerciantes corsos en homenaje a una meseta francesa que así se llama y sobre la cual se construyó un Palacio para la exposición universal de París en 1878 y en la que participaron algunos productos guayaneses como el Amargo de Angostura. Erigido para tal fin, el palacio Trocadero francés se conservó hasta que en 1936 fue destruido. Esta exposición reunió 53 mil expositores y atrajo a más de 16 millones de visitantes.

El quiosco El Trocadero cumplió su función mercantil hasta los años 50 que fue convertido en una especie de sitio público de lectura donde el parroquiano de cualquier edad podía ir a leer la prensa local y nacional así como uno que otro folleto o libro de aventura.

Fue demolido cuando hubo que remodelar el hoy Paseo Orinoco y construir El Mirador Angostura, luego de la reubicación del Mercado Municipal, la plaza Tomás de Heres y el Acueducto. Pero el nombre no se perdió en la intrincada selva del olvido, quedó revoloteando en la mente de mucha gente, marcadamente en la de Edelmiro Lizardi que bautizó con él a un lupanar donde también vendían licores, ciertamente, pero la confitería era de puro sexo.

El Trocadero de Edelmiro Lizardi empezó en la zona de la Bomba Taguapire de Tomás Guerrero y terminó en Las Campiñas, donde el armador francés Alberto Minet empezó a fomentar una granja cuyos terrenos quiso vender a la Municipalidad, pero estaban invadidos una parte y la otra se la tragó el proceso erosivo del Río San Rafael.

El nombre como que llevaba muy en sustancia el germen de la destrucción, porque también El Trocadero de Edelmiro Lizardi terminó destruido, vale decir, quebrado por los que en vez de tarjetas de crédito Visa y Master Card, como se acostumbra en nuestros días, pagaban la cuenta del consumo alcohólico con vales que casi nunca reconocían los clientes cuando estaban buenos y sanos y delante de sus esposas.

Por otro lado, la competencia se asomaba fuerte con otros establecimientos bien dotados y surtidos, como El Vesubio, Le Tucán y el Blue Star, el Tibiritábara, todos con sus antecedentes en La Tumbazón de Santa Ana, El Kepis del Zanjón, El Retumbo de la Calle Miscelánea y la Ciudad Perdida de la zona de Santa Justa y La Alameda.

La inauguración del Kiosko de la Plaza Heres coincidió con la inauguración del Nuevo Hipódromo de Ciudad Bolívar, ya no en Santa Lucía donde se construyó el primero a principios del siglo veinte, sino en Los Morichales. Para su inauguración se abrió un concurso entre las bellas bolivarenses para ver quién merecía ser la reina.

El primero de agosto fue la elección y resultó reina la Nena Requesens con 1216 votos. Entonces las reinas no las elegía un jurado como ahora sino que las candidatas postuladas quedaban electas de acuerdo con el número de votos adquiridos por el pueblo. La Nena Requesens, el eterno amor de Manuel Alfredo Rodríguez y la que nunca pudo alcanzar no obstante su estatura física y su estatura de orador y escritor, era entonces una de las mujeres más atractivas del Orinoco, y sus hermanos la cuidaban con mucho celo.(AF)


domingo, 13 de mayo de 2012

DÍA DE LA MADRE

ORIGEN DEL DÍA DE LA MADRE
El Día de la Madre comenzó a celebrarse en Ciudad Bolívar a partir de 1931 por decreto del Concejo Municipal del entonces distrito Heres, presidido por el doctor José Agosto Méndez, quien suscribió la disposición según la cual dicha celebración sería “Todos los años el tercer domingo del mes de mayo a partir del 17 del mes en curso”. Actualmente se celebra el segundo domingo, pero la festividad se realiza en diferentes fechas del año según el país. Por ejemplo en Gran Bretaña se celebra el cuarto domingo de mayo; en España, el primer domingo; en Argentina del tercer domingo y en Venezuela el segundo domingo igual que en Estados Unidos, Canadá, Alemania, Colombia, Cuba, Ecuador, Italia y otros países como Grecia, por Cibeles madre de la fiesta.

El moderno Día de la Madre fue creado por Julia Ward Howe, en 1870, originalmente como un día de madres por la paz, que luego se convirtió en un día para que cada familia honrase a su madre. Actualmente ha sido aceptada esta celebración en muchos lugares del mundo.

Julia Ward Howe, nacida el 27 mayo 1819 y fallecida el 17 octubre 1910, era una abolicionista americana prominente, activista social y poeta. Autora del “Himno de Batalla de la República”.

Alguien ha dicho que el Día de la Madre es todos los días para dar a entender que cada “hora o minuto una mujer del mundo comienza a ejercer su rol de madre o para dar a entender que no transcurre un día sin que haya una atención humanamente especial para la mujer que nos concibió y nos echó a rodar por el mundo bajo á aura protectora de su amor”.

De todas maneras, aunque todos los días esté la madre presente, el día convenido  será para el mundo occidental y especialmente para nosotros los de este lado de Venezuela un día para el amor y la reflexión frente a ella.

La ley asigna deberes y derechos a la Madre con respecto a los hijos, pero también los hijos tenemos “deberes profundamente morales y de conciencia con respecto a ella”.

A veces la madre falla por cariño demasiado expansivo o una exagerada seriedad o descuido. De esto casi siempre la responsabilidad no es de la propia madre sino de la sociedad donde se ha formado.

Por eso luchamos cada vez por una sociedad fuerte y mejor a objeto de que la madre goce de todas las garantías y pensando en lo que escribió el novelista inglés Wallace: “la mano que balancea la cuna es la misma que rige al mundo”. No ha habido desde ahí verdad más poderosa y ay el día en que esa mano deje de mecer la cuna, ya no habría Madre y el mundo sería un caos hasta el final y la extinción.

Entonces, debemos cuidar y proteger a la madre para que perdure en el tiempo con la misma fuerza creadora de la madre naturaleza.

El día es propicio para recordar a Madres ejemplares como la upatense Concepción de Talhiardat que lo sacrificó todo hasta humillarse ante el dictador Cipriano Castro, por la libertad de su hijo muerto en los tenebrosos calabozos de entonces, o para recordar al gran poeta Antonio Pérez Bonalde cuando regresaba del exilio y encontró a su madre muerta: “Madre, aquí estoy; de mi destierro vengo / a darte con el alma el mudo abrazo / que no te pude dar en tu agonía; / a desahogar en tu glacial regazo / la pena aguda que en el pecho tengo / y a darte cuenta de la ausencia mía”.(AF)