lunes, 6 de agosto de 2018

Guayanesa brilla con su voz en los escenarios de España


María Eugenia Briceño, nacida en Ciudad Bolívar, brilla en escenarios de España con su voz de soprano coloratura,
Ella se inició en la Cátedra de Canto a cargo de Eduardo Melgar y Rosita del Castillo en el Conservatorio Antonio Lauro creado en 1987 por el entonces Gobernador René Silva Idrogo, luego en Famicanto con los mismos profesores.
En una de las salas de la Casa del Congreso de Angostura, noviembre de 1997, los bolivarenses tuvimos la ocasión de verla, sentirla y aplaudirla por primera vez al lado de sus compañeros de estudio Omar Gutiérrez, Rudelmis Montero, Alfredo Bonilla, Edgardo, Zoraime y Katiuska  Rodríguez, Carlos Pérez, Eduardo Espinoza Ramón Gallardo, Adriana Yépez y Della Grudelle Iotta, quienes interpretaron obras o parte de las obras de los grandes de la música culta como Mozart, Handel, Puccini, Estévez, Moleiro y Giordani, acompañados al piano por Sergeis  Pylenkoff.
Maria Eugenia, luego de salir de las manos de Eduardo Melgar Viamonte y Rosita del Castillo, quienes la modelaron y enseñaron técnica vocal, estudió en el Conservatorio Superior de Música José Ángel Lamas y Escuela Superior de Música José Reyna de Caracas.
Ha actuado en importantes escenarios de Venezuela entre ellos, el Teatro Teresa Carreño, Teatro Nacional de Caracas, Teatro Municipal de Caracas, Teatro Municipal de Chacao, Aula Magna de la Universidad Central de Venezuela y Teatro de la Opera de Maracay.
Ha interpretado los roles de Gilda, Lauretta y Zerlina en las Óperas Rigoletto, Gianni Scchichi y Don Giovanni respectivamente. También ha actuado como solista en Galas de Óperas, Sinfónicos Corales y Oratorios, entre los que se pueden mencionar: Réquiem de Mozart, Requiem de Fauré, Requiem de Lloyd Webber, Gloria de Vivaldi, Carmina Burana y Novena Sinfonía de Beethoven, Misserere de José Angel Lamas; cantando con Orquestas Sinfónicas su país, como la Orquesta Sinfónica de Venezuela, Orquesta, Municipal de Caracas, Orquesta del estado Miranda, y bajo la batuta de los reconocidos directores venezolanos Alfredo Rugeles, Ángelo Pagliuca, Felipe Izcaray, Gregory Carreño, Nazil Baez-Finol y Javier Abi-Hard. De igual manera fuera de sus país ha ofrecido recitales en la Basílica de La Sagrada Familia y el Real Monasterio Santa María de Pedralbes de Barcelona y la Catedral de Valencia y Universidad Politécnica de Valencia (España), Saint Petersburgo y Miami (EEUU).
Ha participado en los Concursos Internacionales de Canto Lírico “Montserrat Caballé” (España), y en el “Barry Alexander International Vocal Competition” (New York, EEUU), siendo galardonada con el segundo premio en este último.
Ha recibido clases magistrales con la soprano Española Montserrat Caballé, quien la calificó emocionada como una voz privilegiada, elogiando su musicalidad y técnica; augurándole una exitosa carrera.
Su repertorio academico es especialmente belcantista Rossini, Bellini y Donizetti e interpreta con frecuencia el repertorio latinoamericano y venezolano.

Paralelo a su formación Musical, se ha formado como MSc. en Ciencias Gerenciales, mención Gestión Cultural, Licenciada en Administración y Locutora, desempeñándose  entre otras funciones, como Coordinadora Musical del Teatro Teresa Carreño. Actualmente se encuentra residenciada en la ciudad de Valencia (España) donde perfecciona su técnica vocal, es Doctoranda del programa de Gestión de las Industrias de la Comunicación y Culturales en la Universidad Politécnica de Valencia y conduce su programa radial: Por Amor al Arte, un espacio dedicado a difundir las novedas y agenda cutural de la comunidad de Valenciana, la promoción de la obra de los grandes maestros universales de las artes y de los emergentes.(AF) 

jueves, 2 de agosto de 2018

En 1892 el Orinoco tapó la Piedra del Medio


Desde la existencia de la Angostura del Orinoco, no se tiene memoria de una crecida tan gigantesca como la del 10 de agosto de 1892 cuando el nivel del Río, aún sin la muralla, alcanzo los 19,14 metros sobre el nivel del mar. Las aguas desbordadas taparon la Piedra del Medio y modificaron temporalmente la geografía de la capital bolivarense, transformada en una isla más de las muchas que tiene el Río Padre.

El Orinoco reanuda su ciclo en mayo y crece, crece sin cesar hasta agosto que es cómo decir el mes tope de sus aguas y de las angustias ribereñas.
            Aquel año de la década final del siglo dicienueve fue así. Creció incesante como nunca, se desbordó en cada curva y recuperó predios milenarios casi perdidos; arrasó cementeras y bohíos, inundó núcleos urbanos hasta los techos y se dislocó como un animal incontenible el río. Vulneró sus controles, resquebrajó La Muralla. La Alameda era un chorro vuelto corriente impetuosa hasta internarse en la Laguna El Porvenir y restregarse contra Cerro Azul. La Colina del Vigía con sus altas, pequeñas y grandes edificaciones quedó sitiada por las aguas turbulentas y las calles de la parte plana paralelas al río prácticamente sepultadas. Toda la ciudad parecía como flotando después de un naufragio sorpresivo.
            Ciudad Bolívar entonces tenía concentrados en el cerro urbanizado unos 20 mil habitantes, impotentes, rendidos ante el espectáculo desbordante y telúrico de las aguas. Dios en ese momento parecía no estar de su lado y Monseñor José María Durand, obispo recién posesionado de la Diócesis, no hallaba qué hacer sino elevar plegarias a San Isidro Labrador para que apaciguara las lluvias diluvianas en cabeceras y afluentes mientras el gobernador José Ángel Ruiz acopiaba todos los recursos para hacerle frente a una situación de desastre.
            El resto de Venezuela ignoraba lo que ocurría en Ciudad Bolívar y en los poblados ribereños que iban desde el Amazonas hasta el Delta, porque las comunicaciones eran lejanas, difíciles, tardías y el país se hallaba absorbido por la Revolución Legalista del General Joaquín Crespo, frente al continuismo del doctor Raimundo Andueza Palacios. Una revolución que parecía ignorar los conflictos fronterizos del momento con Colombia y también con Inglaterra asegurando que sus dominios llegaban hasta Guasipati y por ello se oponía a la construcción de un ferrocarril hasta el Yuruary.
            Venezuela contaba con 2 millones de habitantes y la provincia de Guayana era la más despoblada con relación a su extensión territorial. Guayana era grande y pequeña a la vez frente a dos grandes calamidades que amenazaban su existencia y soberanía: los ingleses por el sur y por el Norte el Orinoco que inusitadamente llegó a sepultar la famosa piedra del Medio.(AF)