martes, 19 de febrero de 2013

Un terreno para el Ateneo


B1Topicos
El 9 de mayo de 1959 se da a conocer la formación de una célula Pro Ateneo de Guayana que dio pie para que a través de la prensa y la radio se abogara por la construcción de un moderno edificio capaz de albergar el funcionamiento de una biblioteca pública y otras actividades vinculadas al fomento y progreso de las artes y las letras.
La Célula Pro Ateneo de Guayana respondía a la inquietud de Diógenes Troncone Sánchez (en la foto), Luis Vicente Guzmán y un grupo de estudiantes del quinto año de Humanidades del Liceo Peñalver entre quienes sobresalían, José Rafael Granatti, Gladis Irureta y Nora Wulff. Hablaron con el Presidente edilicio Luis Felipe Pérez Flores y varios concejales y se animaron con esta propuesta consignada por escrito en la Municipalidad el 4 de mayo de 1959:
“Ciudadano presidente y demás concejales: ante la necesidad evidente de construir un moderno edificio para la Biblioteca Pública, capaz de satisfacer las necesidades culturales de la ciudad, nosotros los suscritos, estudiantes del quinto año de Humanidades del Liceo Peñalver y miembros de la Célula Pro Ateneo de Guayana, nos permitimos, muy respetuosamente llamar la atención de ese cuerpo edilicio, comprometido como está en la solución de los diferentes problemas locales, para que reserven mediante decreto el terreno donde estaba ubicado el antiguo Mercado Municipal a fin de levantar una edificación funcional para que además del servicio de biblioteca, se puedan llevar a cabo otras actividades tales como conferencias, proyecciones, conciertos, exposiciones, montaje de obras teatrales, todos de innegable beneficio para la cultura regional”.
Los firmantes de la carta, divulgada por todos los medios, recuerda a la comunidad que en conversaciones informales con algunos concejales y el mismo ciudadano Presidente de ese Concejo, puntualizaron la conveniencia de escoger el mencionado terreno. El tiempo pasó y la loable inquietud cayó en saco roto, pues en los predios del antiguo mercado tuvo mejor fortuna la Fuente de Soda Mirador Angostura, donde se bailaba y degustaba la cerveza Heineken, Victoria y Criolla frente al río y un Obelisco de cristal contra el cual se estremecía la brisa del Naciente.
La Casa de Cultura Ateneo fue una realidad años después, pero sin sede propia. La hicieron posible personajes distintos, entre ellos, Mimina Rodríguez Lezama, Mercedes Quiroga, Elías Inaty, David Alizo, Germán González Seguías, Américo Fernández, Jesús Silva y Iván Filgueira. La primera reunión se realizó en la Biblioteca Rómulo Gallegos. Allí nos visitó Miguel Arroyo, director del Museo de Bellas Artes y Clara Diamens, directora de una Galería de Arte en Caracas, comisionados por el Maestro Jesús Soto, para lanzar la idea del Museo de Arte Moderno formado con una pinacoteca suya que tenía en París.
Los promotores iniciales ya no estaban en la ciudad sino estudiando en Caracas. Cuando Diógenes Troncone retornó ya su sueño de estudiante era realidad. Entonces nos echó el cuento de la Luna Amarilla.
Cuando estudiaba en el Colegio La Milagrosa, regentado por los padres paúles, el padre Enrique Ubierna le ordenó un trabajo de composición en su condición de profesor de lenguaje. Consultó con su familia y como no supieron resolver el problema, solicitó ayuda al padre Casado, profesor de matemáticas y geometría y al padre Cámara, profesor de biología. Este último le dijo, “no seas cazurro. Escribe sobre la Luna. Ve la Luna, contémplala y escribe”. Al final de mes apareció el nombre de Diógenes en la cartelera en el Cuadro de Honor, por su composición La Luna es amarilla. Desde entones fue su inquietud por la cultura.

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