El 15 de febrero de 1819 se instaló en Angostura el Segundo Congreso 
de la República de Venezuela que legisló durante un año todo el proceso 
de la emancipación.
Angostura llegó a ser entonces triple capital: Capital de la 
provincia de Guayana, capital de Venezuela y capital de Colombia. 
Ninguna ciudad había tenido tan histórico como inconcebible privilegio.
La noble ciudad de los españoles, a la que el Rey había llenado de 
trofeos su escudo en premio a la lealtad y valor de sus habitantes; la 
invulnerable Santo Tomás de la Nueva Guayana en la Angostura del 
Orinoco, se reivindicaba ante la pasada circunstancia de no haber podido
 figurar entre las primeras provincias que juntas declararon la 
independencia de Venezuela. De aquí que el Libertador en justa decisión 
de reconocimiento haya decretado en noviembre de 1817 la octava estrella
 que brilló en el Pabellón tricolor hasta la constitución de la Gran 
Colombia.
Angostura fue asiento de los Poderes Supremos desde julio de 1817, 
inmediatamente después del Sitio, hasta el Congreso Constituyente de1822
 en la Villa de Nuestra Señora del Rosario de Cúcuta, casi cinco años de
 vida política efervescente, pero el Congreso de Angostura apenas 
legisló durante un año e hizo sus veces posteriormente una Comisión 
Delegada.
Bolívar que conservaba la jefatura suprema desde la Segunda República, quería darle al Gobierno “una forma y carácter de legalidad permanente”
 y al efecto reunió a los miembros de su Consejo de Estado y luego de un
 discurso sobre los avances del Ejército patriota, propuso y así fue 
acordado, la convocación de un Congreso Constituyente.
Se nombró una comisión especial formada por Juan Germán Roscio, 
Fernando Peñalver, Diego Urbaneja, doctor Ramón García Cádiz y doctor 
Luis Peraza para ocuparse de todo lo concerniente a la elaboración de un
 proyecto de reglamento de elecciones populares, el cual fue ejecutado 
por Bolívar el 19 de octubre de 1818 y promulgado cinco días después en 
el Correo del Orinoco.
La instalación del Congreso Nacional había sido fijada para el 
primero de enero de 1819, pero tuvo que ser aplazada debido a que llegó 
el Año Nuevo y los diputados representantes de las provincias no se 
hallaban presentes en número suficiente. Sólo habían sido puntuales los 
representantes de la provincia de Barcelona, tal vez por la cercanía 
pues con el resto se presentaban problemas de comunicación y movimientos
 de tropas. Para el 13 de febrero ya se hallaban casi todos y el Jefe 
Supremo dispuso la instalación para el 15 de febrero.
El centro de aquellos días fastos y memorables, era una hermosa casa 
construida para Colegio de primeras letras y latinidad en la primera 
década de la segunda mitad del siglo dieciocho, en la llamada entonces 
Calle del Gobierno, hoy Constitución, al poniente de la Plaza Mayor.
En esa casa de dos niveles, con dos jardines y un patio donde creció 
un Sándalo de la India que competía en altura con la cúpula bizantina, 
se instaló el Congreso en una mañana clara y solemne, muy bien reseñada 
por el Correo del Orinoco en su edición Nº. 19.
Salvas de artillería la víspera y el propio día, anunciaron con toda 
solemnidad oficial del caso, la instalación del “Congreso General de 
Venezuela”.
Presentes desde la diez y media de la mañana, lunes 15 de febrero, 
estaban en el salón principal del Palacio de Gobierno acondicionado para
 las sesiones, los diputados de las provincias libres de Venezuela que 
deliberaron a lo largo de 1819 para dotar a la República naciente de las
 leyes que hoy dan marco a la Democracia.
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