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En 1966 se da a conocer y trasciende nacionalmente por no estar 
catalogado que un cuadro del inmortal Francisco de Miranda, pintado por 
el artista venezolano Arturo Michelena, se encuentra en la humilde sede 
de la Junta Comunal de El Callao.
Desde hacía 72 años se hallaba allí esa obra y fue donada por una 
familia francesa agradecida del pueblo de la minería aurífera. En el 
lienzo, dentro de un lujoso marco, ángulo inferior derecho, la firma de: “Arturo Michelena - Caracas 1896”.
Al principio, ninguna persona de la junta comunal supo informar de la
 procedencia de este lienzo del perfil de Miranda logrado por uno de los
 artistas famosos de Venezuela. Pero luego supimos de la existencia de 
Sebastián Enmanuelli Casanova, un francés septuagenario llegado a la 
tierra del oro a la edad de 21 años para trabajar en la Mocupia, 
compañía francesa que explotó importantes vetas auríferas hasta su 
agotamiento.
Enmanuelli dijo sin titubeos que el cuadro de Miranda en poder de la Junta Comunal de El Callao “es un Michelena legítimo”.
 Pero subió de color cuando lo dijo porque recordó que el mismo estuvo 
perdido por un tiempo, en manos de un alto funcionario del gobierno 
perezjimenista que lo sacó de aquí “no sabemos con qué fin”. El cuadro volvió a su lugar después de la caída de la dictadura.
A principios de siglo, los Casanova, agradecidos de la tierra 
venezolana, quisieron hacer una donación de algo espiritualmente valioso
 y, nada mejor que un cuadro del generalísimo Francisco de Miranda, cuyo
 nombre figura en el Arco de Triunfo de París como héroe de la 
Revolución francesa.
Juan Antonio y Pedro María Casanova, tío de Enmanuelli, fueron los 
donantes, instalados en El Callao, atraídos por el auge del oro en 1873.
 La donación de la obra la hicieron a las autoridades comunales en el 
curso de un banquete organizado al efecto. Costó diez mil bolívares, 
pagados a Michelena dos años antes de su muerte.
El lienzo pictórico de El Callao configurando el perfil del 
generalísimo Francisco de Miranda, obra del pintor valenciano Arturo 
Michelena, parecía un secreto bien guardado.
Diríamos que desde 1979 lo dio a conocer al mundo venezolano la 
restauradora caraqueña, Lourdes Tosta Zamora, una mujer blanca, delgada,
 de rasgos bien perfilados, que me tocó acompañar hasta El Callao en el 
carro del presidente de la Asamblea Legislativa (David Natera) manejado 
por el popular “Chivo Negro”.
Desde hacía 72 años se hallaba allí el cuadro colgando de uno de los 
muros internos de la Junta Comunal. Pero hasta 1979 pocos sabían en 
Guayana y Venezuela que se trataba de un Michelena; es más, no estaba 
nacionalmente catalogado. Fue Lourdes Tosta Zamora, técnico en 
restauración y conservación, quien prácticamente dio a conocer la obra 
como un auténtico Michelena.
La pintura de Michelena requería una rápida intervención, de acuerdo 
con el examen técnico practicado, pero el pueblo de El Callao se opuso a
 que sacaran la obra fuera, debido a que le costó recuperarla cuando 
alguien que quería estar bien con el general Marcos Pérez Jiménez se la 
donó a nombre de la comunidad. Cuando cayó el dictador, el colega 
Juvenal Herrera y la Negra Isidora se movilizaron hasta Caracas y 
recuperaron el cuadro.
Para la fecha, la obra estaba en la junta comunal, cubierta de polvo,
 con traumas mecánicos, alteraciones de tipo biológico y otros defectos 
derivados del trajín y la inclemencia del tiempo. El marco de una gran 
ebanistería, dorado con hojillas de oro, fondo poroso y hojas de laurel,
 también se veía afectado.

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