sábado, 5 de julio de 2014

El Bálsamo de la Casa del Congreso

La ignorancia o negligencia dejó que muriera el único ejemplar existente del Bálsamo del Perú en el jardín interno de la histórica casa donde se reunió (1819) el célebre Congreso de Angostura. Le dañaron las raíces y talaron determinando su extinción lentamente.
Era uno de los atractivos vegetales exóticos de la casa que solía ser confundido con el sándalo y el Bálsamo de Tolú originales de la India. Era comprobadamente un Bálsamo del Perú, único sobreviviente de tres comprados en un vivero de las Antillas hace más de 130 años.
Ocurrió en 1885 cuando el presidente del estado Bolívar, J.M. Bermúdez Grau decidió por decreto convertir la Plaza Bolívar en un parque porque hasta entonces era una plaza con la estatua del Libertador en medio de una tierra parda, abrupta de peñascos algunas veces mezclados con desperdicios o defecaciones de animales realengos escapados de corrales cercanos.
J.M. Bermúdez Grau, cumanés, fue un gobernante progresista y no obstante víctima de un atentado. Los citadinos bolivarenses le deben al primer acueducto que tuvo la ciudad, el dique de La Carioca que atajaba las aguas desbordadas de dos grandes lagunas y la conversión de la Plaza Mayor en un parque o jardín de árboles exóticos traídos de Trinidad.
Comisionados para adquirir los árboles fueron José Tadeo Ochoa, guayanés que peleó en la Guerra Federal al lado de Ezequiel Zamora y José Félix Armas, farmacéutico cumanés radicado en Ciudad Bolívar y a quien le debemos el esfuerzo colectivo para hacer posible el Teatro Bolívar.      
Llegaron entonces a bordo de una goleta, bien protegidos y abonados: 3 Bálsamo del Perú, 1 Manzana del Diablo, varias caobas de Santo Domingo así como cipreses, higuerones, acacias y lirios africanos.
El jardín de la plaza se inauguró el 5 de agosto, día de Nuestra Señora de las Nieves cuyas festividades entonces eran muy religiosas y apoteósicas. Se encargaron de preparar los festejos el doctor J.M. Emazábel, rector del Colegio Federal, el general Marcelino Hernández y el ciudadano Rafael Aristeguieta.
Uno de esos tres ejemplares Bálsamo del Perú fue sembrado en el patio de la Casa del Congreso de Angostura y era el único sobreviviente por lo bien cuidado que estaba siempre.
El doctor Leandro Aristeguieta, fundador del Jardín Botánico del Orinoco, en su libro Los árboles de la ciudad (1995) escribe lo siguiente: “Se encuentra en los jardines de la Casa del Congreso de Angostura un árbol bastante viejo que todos conocen bajo el nombre de sándalo, de corteza y hojas aromáticas, no he podido averiguar el origen de este árbol, ni quién lo plantó allí. Después de estudiarlo hemos llegado a la conclusión de que se trata del llamado Bálsamo de Tolú (Miroxylum balsamum) árbol nativo y considerado medicinal por la resina aromática que contiene”.
En El Bolivarense de 1885 existe la nota al detalle sobre los árboles adquirido en Trinidad y aparece el Bálsamo del Perú. Yo lo publiqué en un reportaje en 1995. Leandro Aristeguieta lo leyó y no lo comentó ni lo contradijo. Guardó el silencio de quien no estaba seguro de lo que escribió.
Tampoco tiene que ver con el Sándalo. En su libro el dice “Bálsamo o Sándalo”. El sándalo es un árbol perteneciente a otro género y a otra familia de las regiones tropicales del Asia y del archipiélago malayo. Los pueblos orientales utilizan su madera desde hace muchos siglos en el arte de la talla. También la pulverizan los brahamanes de la India para marcarse la piel y distinguir a otras castas. Los chinos la queman en sus templos durante las ceremonias religiosas y ritos fúnebres y en cuanto al Bálsamo del Perú se extiende desde Perú hasta México. Su resina oscura y fragante, es utilizada en pastelería y perfumería; tiene también propiedades expectorantes y tónicas aprovechadas en medicina.

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