miércoles, 22 de mayo de 2013

La ciudad que sí pudo ser

B2TOPICOS


La ciudad de Santo Tomás de la Angostura del Orinoco se construyó con los restos de Santo Tomás de la Guayana y su traslado desde más abajo de la boca del Caroní a la angostura del río costó más de setenta mil reales coloniales, según las cuentas del contador oficial Andrés de Oleaga.
Los trabajos de reubicar la ciudad no los hicieron propiamente los españoles, sino los mismitos indígenas de El Miamo, Guasipati, Carapo, Santa Clara y Pariaguán. Se consumieron desde el 14 de febrero al 22 de mayo de 1764 que duró el traslado, 700 arrobas de casabe; 400 arrobas de carne salada y 22 botijas de aceite de tortuga. Había tantas tortugas que, como escribió Julio Verne en su novela El Soberbio Orinoco, se podía vadear el río de una orilla a otra caminando sobre sus carapachos.
La flamante ciudad era apenas un Fuerte, un puñado de casas pequeñas y 13 ranchos, extremadamente humilde; sin embargo, sus habitantes al día siguiente ya estaban manifestando, protestando contra el comandante del Alto Orinoco, José de Iturriaga, a quien consideraban cruel, déspota y despiadado, de manera que podemos decir que Angostura, hoy Ciudad Bolívar, nació bajo el signo de la protesta.
Joaquín Moreno de Mendoza, quien tuvo bajo su mando y responsabilidad el traslado de la ciudad, tampoco corrió con buena suerte, pues además de la protesta que debió aplacar, a los pocos meses se le quemó gran parte de la ciudad y tuvo que recomenzarla.
La Comandancia de la Provincia de Guayana la compartía con el jefe de escuadra José de Iturriaga y esto lo disgustaba como también disgustaba al otro que lo acusó de llevar una vida licenciosa en Angostura.
El 21 de septiembre de 1762, pocos meses después de su nombramiento, el Rey mandó que se lo reprendieran por su “licenciosa vida, pues tenía una amistad deshonesta que disipa la dote de su mujer y el patrimonio de sus hijos...”.
Total que Moreno de Mendoza tuvo que renunciar y se despidió con una poesía larga, la primera escrita en Angostura. Tan larga era que parecía más bien un testamento de 434 versos. Deducimos que el hombre pensaba suicidarse, estaba tan deprimido y decepcionado que quería morir, pues el poema termina con este epitafio que pedía colocaran sobre su losa: “Aquí yace Moreno que ostentando / le vio tres años mi cerviz rigiendo / buen ejemplo de los que están mandando / Pues él en mi Provincia no cabiendo / no bastó le miren usurpando / y este sepulcro le sobró muriendo”.
Iturriaga estaba en estado de avanzada edad y sufría de la dolorosa Gota o “perlesía”. Quería separarse del mando y no lo hacía por evitar que Moreno de Mendoza ejerciera las dos comandancias. De manera que tan pronto Moreno fue sustituido por Manuel Centurión, Iturriaga se fue lejos de Guayana buscando otros aires para su quebrantada salud y le dejó a Centurión todo su poder y un bando para que se hiciera público en Real Corona (Moitaco) y Ciudad Real (Las Bonitas). El mismo día 18 de febrero de 1767 el sargento Francisco Muñoz encomendado para tal fin dijo lo siguiente: “Lo publiqué a toque de caja de guerra, por voz de Juan Andrés, negro esclavo, que hizo el oficio de pregonero, acompañado de cuatro soldados de tropa armados”.
El gobernador Manuel Centurión, aparte de haber consolidado la unidad territorial de la provincia y fomentado a gran escala su demografía construyendo sólo en la ciudad capital 20 edificios y 200 casas, dio luz verde al mestizaje entre indios y blancos y se hizo la vista gorda del apareamiento de éstos con los negros, de allí el color pardo acentuado de la tipología del guayanés.

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