jueves, 23 de mayo de 2013

El antiguo balneario de La Mariquita

La Mariquita era uno de los paisajes boscosos más atractivos, con una cascada de agua que disfrutaban los bolivarenses durante sus días de asueto, pero esos predios donde una vez también pastó el ganado, tenían dueño.
El propietario de esos terrenos, a tres cuartos de hora a caballo y hora y media a pie de la ciudad, era el hacendado Pinelli, corso emparentado con la familia Liccioni, quien en 1886 los puso a disposición de los exploradores Jean Chaffanjon y Augusto Morisot para realizar una colección de plantas, insectos, pájaros y quedaron tan encantados que durante todo su viaje fue siempre punto de referencia para apreciar otros pasajes del Orinoco.
Para entonces, Ciudad Bolívar apenas contaba doce mil habitantes y con una penetración extranjera compuesta de corsos, italianos, ingleses y alemanes. Prácticamente era una ciudad cosmopolita donde cada nacionalidad tenía su club. El más importante era el de los alemanes.
Pero en 1967, los predios de La Mariquita habían sido rescatados por la Municipalidad y estaban allí como buena parte de sus ejidos hasta que unas 300 familias invadieron la zona bajo la virtual protección del Arzobispo Crisanto Mata Cova.
Los nuevos habitantes de aquellos montes fundaron una Junta Comunitaria presidida por Fausto Palacios y desde ella emprendieron su trabajo de permanencia no obstante haber estado durante largo tiempo cercados por patrullas y agentes municipales que imponían el desalojo e impedían que continuaran progresando las viviendas de tablas, cartón y zinc.
El barrio “La Mariquita” que ya dejó de ser barrio para transformarse en un conglomerado urbano con todos los servicios, nació en mayo de 1967 al calor de 80 familias invasoras que vivían arrimadas y carecían de techo propio.
Esas familias venían de ser desalojadas de un terreno proyectado para la Urbanización Andrés Eloy Blanco, en la avenida de su nombre.
Ante la medida de desalojo, los invasores alegaron que estaban construyendo ranchos en la zona por insinuación de Monseñor Crisanto Mata Cova, quien hacía poco se había posesionado del Arzobispado. Monseñor tratando de amparar a los invasores, viajó a Caracas a entrevistarse con el Presidente de la República para tratar el caso.
Estas ochenta familias, amparadas por el prelado, se reubicaron en la zona de “La Mariquita” que Monseñor Mata Cova bautizó con el nombre de barrio “Virgen del Valle”, lo que llevó al concejal Antonio José Grimaldi a señalar al Arzobispo como el “primer invasor de tierras de la ciudad capital”.
Cuando los franceses Jean Chanfanjon y Augusto Marisot estuvieron en Ciudad Bolívar en 1886-87 realizando exploraciones botánicas, pasaron varios días inolvidables en La Mariquita según recogen en sus memorias. Aquí batieron “pájaros de todos los colores y de todos los tamaños para colecciones, desde un pájaro azul cabeza negra y blanca del tamaño de una gallina de Guinea, hasta colibríes, los más microscópicos pájaros moscas”.
En el paraje de La Mariquita, en lo alto de una vega, se alimentaron con tórtolas, periquitos, perdices y pequeños hortelanos. El sudor abundante del verano de abril lo aplacaban con el fruto del manzano de caoba de propiedades astringentes y por la tarde siguiendo un tanto el rito europeo del te y galletitas, tomaban guarapo acompañado de casabe junto con dos peones que le sirvieron de grata compañía.
De La Mariquita hoy sólo queda el nombre de una calle. Parte de ella era la actual Plaza Páez y el barrio que lleva el nombre de la Patrona de la Arquidiócesis (Virgen del Valle) a la cual el gobernador Rojas Suárez, su gran devoto, ha ofrecido construirle un templo con todas las de la ley.

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