sábado, 7 de junio de 2014

Carmen Carrillo Premio Pacheco Soublette


Carmen Carrillo es una mujer inquieta. Vital, diría yo. Una pro­fesional que no se arredra. Pesqui­sante. Inconforme hasta llegar al fondo de las cosas. Ella, a riesgo de que la tilden de fastidiosa, se sien­te algunas veces el Columbo de la película; pero, ¿quién se podría sentir fastidiado ante quien no so­lamente es frágil y atractiva sino que es inteligente. Tiene sentido de la oportunidad y suaviza las preguntas periodísticas más difíci­les con un dejo de ternura? Ni Le­opoldo Sucre Figarella que en cier­ta ocasión hizo que se la sentaran cerca ante la posibilidad de que al­guna vez lo ayudara a escribir sus Memorias, pero eso no prosperó. Carmencita es maracucha como la heroína Ana María Campos, con­troversial y rebelde.
Es zuliana como su madre Ma­rina Isabel Agreda, pero su padre José Carrillo Romero, un valiente periodista que estuvo años preso por combatir la dictadura perez­jimenista, era margariteño y si­guiendo las huellas paternas, a Carmencita le atrae la pesca de al­tura contradiciendo aquello, tan en boga, en la boca de muchos, de que un periodista es un mar de cono­cimiento y un dedo de profundi­dad. Ella quizás tiene mucha es­cuela, la de la UCAB y la de El Na­cional, amplias para el aprendiza­je, pero como el buzo Eduvigis Lu­nar, de la isla de Coche, son de grandes brazadas la profundidad donde bucea para obtener madre­perlas como el Informe Espinoza del que prefiere no hablar, tal vez por aquello de que si ayer tenía cien detractores, hoy debe tener 500. Son sus propias palabras lan­zadas como granizada por el hilo telefónico que durante esta conver­sación entre colegas parecía no es­tar intervenida.
De todas maneras admite que fue una experiencia extraordinaria por todo cuanto de bien entraña para la institucionalidad democrá­tica y para ella misma como profe­sional que apenas tiene 25 años de edad y 4 de graduada.
Una persona joven en años pue­de ser vieja en horas si no ha per­dido el tiempo, creo que así escri­bió el filósofo ingles Francis Ba­con, y Carmencita, por negarse a perder tiempo madura contra el tiempo a una velocidad vertigino­sa. En dos años apenas (86 y 88) ha ganado dos veces el Premio "Fe­derico Pacheco Soublette" como la Corresponsal de provincia más so­bresaliente y ningún colega se lo puede regatear. Se lo merece so­bradamente. Es admirable. Lo ganó con capacidad, entereza y tra­bajo envidiables.
Carmen Carrillo vibra y vive en la noticia cada minuto de las 24 ho­ras del día. Lástima —nos dice—que el periodista se esté viendo o ¿acaso se ha visto siempre? como el culpable de todo. Busca en la memoria la figura de Nweihed Caldone, su profesor en la Universi­dad Simón Bolívar, donde inició sin poderla terminar, una Maestría en Ciencias Políticas.
Caldone le decía que en el mun­do hacía falta más solidaridad que diplomacia. La solidaridad humana está en decadencia y la diplomacia como decía alguien, sigue siendo el camino más largo entre dos pun­tos. El periodista, entre esa cáfila de seres despersonalizados por el crecimiento industrial, padece del desengaño que significa la falta de solidaridad, sobre todo, a la hora de desentrañar la verdad. Otros prefieren la diplomacia para que todo se alargue o siga igual.
—No podemos darnos el lujo de mentir. Tenemos que trascender con la verdad porque de lo contra­rio todo estará perdido y, decirla no consiste solamente en destapar ollas como la del affaire provocada por el dossier "Espinoza" para que todo el mundo se espante y nos quede un saborcito amargo, sino para poner al descubierto realida­des tan humanas como la de las dos Venezuela. Parodiando un tanto a Arturo Uslar Pietri: la Ve­nezuela del hierro representada en Puerto Ordaz y la Venezuela rural y marginal, representada en San Félix. Entre ellas dos, en vez de un río que alumbra con su fuerza a Venezuela, hay un abismo en el cual deberían caer los políticos que hacen a los periodistas culpables de sus errores.

¿Qué puede decir Carmen Carri­llo que además de verdades escri­be poesía? ¿Qué puede decir ella a la hora de ganar por segunda vez el "Federico Pacheco Soublette" en el lapso de dos años? ¿Que está con­tenta? Puede estarlo ¿Quién no si es un orgullo? Pero ella lo confiesa sin reticencia: Está asustada por­que en lo adelante no sólo tendrá que demostrar que no se dio de manera circunstancial sino que fue el producto del esfuerzo y la pro­ductiva constancia en el trabajo, en el quehacer periodístico sin tregua ni desmaye.

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