domingo, 18 de mayo de 2014

Las intervenciones del Casco Histórico


Durante el Foro sobre el casco histórico de Ciudad Bolívar instalado el 16 de julio de 1985, con un discurso de Manuel Alfredo Rodríguez sobre la fundación de la ciudad, la arquitecta  Mildred Egui (en la foto), al abordar el tema de la conservación puso al descubierto las malas intervenciones en las edificaciones no obstante contar  con un marco legal amplio.  El arquitecto Graciano Gasparini la secundó alertando que deben evitarse a toda costa intervenciones temerarias, casi siempre inferiores en calidad a lo que se destruye porque el diseño de sustitución es por lo general pobre y mediocre. Puso como ejemplo de intervenciones temerarias la remodelación de la Plaza Bolívar y el boulevard Bolívar.
         Desde el Norte de México hasta el Sur de los Andes son innumerables los centros y sitios históricos que nos recuerdan la cultura precolombina, la presencia ibérica y la formación de nacionalidades hermanadas con un sinnúmero de problemas comunes.  La ciudad de los monumentos y testimonios de piedras llena la historia de todo el pasado, un pasado que reúne todos los ingredientes para plasmar nuestra identidad.
         No hay futuro sin pasado y el pasado es la base del futuro y si seguimos destruyendo, insultando, maltratando y denigrando nuestro testimonio del pasado, el futuro sólo nos reservará el merecido título de brutos e ignorantes.
         La conclusión fue que hay que salvar a Ciudad Bolívar porque ella tiene condiciones históricas y arquitectónicas no solamente para ser declarada monumento nacional sino monumento de la humanidad. 
         Dos años después, la Municipalidad dictó una Ordenanza de protección del Casco Histórico que dio junto con un programa de revitalización, resultados muy buenos, pero en lo que del siglo 21, el programa integral de revitalización ha sido inexplicablemente paralizado por el Gobierno derivando con ello en un progresivo deterioro agravado por la desbordante buhonería.
         Hoy en día es evidente la larga lista de agravios, en la cual  sobresalen: El  Teatro Moderno del arquitecto Oscar Tenreiro adosado a un inmueble histórico del siglo diecinueve en vez de continuar el Centro de las Artes iniciado en 1980 por la gestión de Alberto Palazzi en los predios del Jardín Botánico.  El proyecto del arquitecto Natalio Ávila de construir un Boulevard a lo largo de la calle Bolívar para unir la el Casco Histórico con la ciudad moderna que resultó un descomunal adefesio. La  Plaza Farreras que data de principios del siglo XX transformada en un vulgar estacionamiento que sirve a la vez para lavar y pulir carros además de la contaminación del llamado comercio informal. El Parque Raúl Leoni transformado en  un vivero. El Estacionamiento construido durante la gestión del Gobernador Edgar Vallée Vallée al Sur de la Calle El Porvenir para evitar que los comerciantes continuaran utilizando la Plaza Farreras como Parqueadero, entró a formar parte del citado vivero. Seis millones de bolívares otorgados por el Fides para revitalizar el Casco Histórico, fueron utilizados para pintar las fachadas de las casas mientras muchos de esos inmuebles se hallan por dentro en estado de ruinas, tratando de engañar así a los  asistentes de otros países al llamado Congreso Cultural del Orinoco.   La política de conservación y preservación de los viejos inmuebles  ha fracasado.  Cada día son numerosas las casas con la cola de los aparatos de aire acondicionado saliendo por muros y ventanas así como vallas, pancartas, afiches,  las rejas de hierro y puertas Santamaría. La buhonería desbordada, la Casa del Sordo, la Casa Italia y otros inmuebles de las Galerías del Paseo Orinoco han sido demolidos bajo tétrica indiferencia de las autoridades que tienen que velar por la conservación y protección integral del casco.


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