martes, 14 de febrero de 2012

El Trabuco y los Aparecidos



El 19 de diciembre de 1917, el presidente del estado, Marcelino Torres García, reabrió la vía de El Trabuco para favorecer a los barrios La Portuguesa y San Isidro, que demandaban una vía expedita para comunicarse con el centro de la ciudad.

El barrio San Isidro ocupaba las adyacencias de la casa homónima donde residió El Liberador, y La Portuguesa; buena parte de lo que hoy conocemos como La Cruz Verde.

El Trabuco es la denominación popular de un estrecho camino de 200 metros que media entre la Casa San Isidro y el Convento de Las Lourdistas. De acuerdo a las características del terreno, no urbanizado para 1818, era el camino de acceso a la hacienda San Isidro y lógicamente el utilizado por El Libertador para ir y venir, desde la sede del Gobierno Supremo; en fin una de las vías de salida hacia los llamados Morichales.

En 1916, Torres García había encargado al constructor Ramón Contasti Lavaux, nivelar y empedrar la senda para inaugurarla el 19 de diciembre. Entonces la decretó con el nombre 24 de Julio; no obstante, el pueblo continuó identificándola como El Trabuco por la configuración topográfica tan parecida al arma antigua con la que asesinaron al prócer Tomás de Heres.

Hubo un tiempo en que El Trabuco también era conocido como “El Callejón de los aparecidos”, pues habitantes de aquellos barrios cercanos aseguraron haber visto por las noches apariciones semejantes a la Chinigua oriental.

Se trata de una aparición nocturna seductora, que suele presentarse a los hombres que retornan de una jornada de pesca, a los que deambulan por las calles o a quienes regresan a sus casas después de un encuentro extramarital o ilícito. Se les presenta a primera vista como una mujer hermosa, envuelta en una manta blanca o negra, tiene los pies invertidos y posee la capacidad de transformarse en un esqueleto aterrador, produciendo entre quienes se dejan seducir enfermedades y muerte.

Quienes regresaban por las noches luego de libar la nueva cerveza fabricada en la ciudad, trataban difícilmente de eludir El Trabuco. La cerveza la fabricaba Juan Pietrantoni en la avenida Germania y fue él quien introdujo el hielo en la ciudad, con el montaje de una planta frigorífica comprada a la “Linde Canadian Refrigeration Company Limited” de Montreal. La planta, una entera novedad, producía 30 toneladas de hielo cada 24 horas para surtir a una ciudad sofocada por la canícula de verano.

Con hielo en un vaso era más placentero disfrutar las películas del Cine América que en abril de ese año presentó a sala llena durante varios días la película “La Dama de las camelias” del dramaturgo y novelista francés Alexandre Dumas hijo (1824-1895). Se trataba de su primera novela llevada a la pantalla. Cuenta la historia de una cortesana que sacrifica su felicidad por el bienestar de su amante, y en su versión cinematográfica ha sido interpretada por grandes actrices, como Sarah Bernhardt y Greta Garbo. Esta historia fue inmortalizada por Giuseppe Verdi en su ópera La Traviata.

En Venezuela,  Enrique Zinmerman y Lucas Manzano, Edgar Anzola, Jacobo Capriles, Francisco Pimentel y Leoncio Martínez (Leo) rodaron una parodia de la novela de Dumas. Luego vinieron entre otras, La Trepadora, El fusilamiento de Piar y el cortometraje “los Carnavales de Ciudad Bolívar”, exhibido en el Cine América con récord de taquilla.

Enrique Zinmerman fundó en Ciudad Bolívar el Nuevo Cine, posiblemente en la esquina donde luego se estableció el Cine Bolívar. (AF)

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