viernes, 12 de septiembre de 2014

Invasión guyanesa

Para el mes de febrero de 1992 vivían en la zona marginal de Ciudad Guayana 30 mil guyaneses indocumentados que eran el dolor de cabeza del entonces alcalde doctor Clemente Scotto Domínguez.
El mismo lo confesó en una entrevista que le hicieron en Radio Sur y que reprodujo el Correo del Caroní. Un gran problema social constituía la presencia de ese gran contingente de guyaneses venidos por mar, río y selva hasta la zona del hierro, procedentes, en muchos casos, según verificó el propio alcalde, del territorio Esequibo reclamado por Venezuela; de Georgetown y de otros lugares del interior de la que fue colonia británica hasta los años sesenta del siglo pasado.
“Aparentemente nadie se percata de lo que pueda pasar con esta legión de guyaneses venidos de más allá de nuestras fronteras en número considerable”, se lamentaba el burgomaestre, quien al mismo tiempo aclaraba que no se trataba de plantear su expulsión, sino todo lo contrario, de integrarlos.
En ese sentido, el doctor Scotto envió oficios al ministro de Relaciones Interiores y a la Cancillería planteándoles el gran problema social que representaba tal realidad y manifestándose partidario de una política de integración por parte del Estado venezolano, sobre todo, si se entiende que muchos de los guyaneses procedían de un territorio que nosotros reclamamos como nuestro desde los mismos tiempos de la conquista hispana.
Proponía Clemente un plan de integración coherente en lo cultural, idiomático, educativo y, laboral, laboral porque muchos de ellos eran explotados como mano de obra barata. Y esto, por supuesto, desde el punto de vista de los derechos humanos, constituía un problema insostenible por más tiempo y en ese punto el Gobierno nacional tenía la palabra.
Lo cierto es que Venezuela tiene un diferendo con la antigua Guayana británica, hoy Guyana, que no termina de resolver y que por lo visto va para largo, complicado con incidentes o eventos no sólo como el de Ciudad Guayana sino con otros que se han venido sucediendo desde Rupununi hasta nuestros días.
No ha mucho la Marina venezolana interceptó un buque científico “Teknik Perdana” en aguas del océano Atlántico que ambos países reclaman como propias.
El barco había sido alquilado por la compañía de exploración petrolera Anadarko, con sede en Texas, sur de Estados Unidos, para llevar a cabo estudios de viabilidad en una concesión otorgada por Guyana.
La disputa entre ambos países se centra en un viejo reclamo sobre el territorio del Esequibo que se originó en un laudo arbitral en París a finales del siglo XIX, que concedió la soberanía a Guyana y que Venezuela siempre ha cuestionado.
La zona del Esequibo, un territorio rico en recursos minerales y bosques, abarca unos 159.500 km2 en la frontera entre ambos países y delimita además una zona marítima abundante en recursos energéticos.
Pese a las diferencias fronterizas Venezuela provee a Guyana la mitad de su consumo de crudo a través del acuerdo Petrocaribe.
El incidente más reciente se registró en julio de este año 2014 cuando mineros guyaneses habrían sido golpeados y retenidos por soldados venezolanos cuando se hallaban extrayendo oro de manera ilegal del territorio Esequibo.
El hecho ocurrió en el distrito noroeste de la zona. De acuerdo con la prensa guyanesa, 24 militares de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana maltrataron a los mineros al borde del río Amacuro, que separa por el extremo norte al estado Delta Amacuro del territorio Esequibo. Una fuente militar de Guyana informó que este no es un suceso aislado y que es más bien una práctica que se ha dado en varias ocasiones.

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