jueves, 25 de agosto de 2016

LA MÚCURA SE HUNDIÓ EN CARNAVAÑ


“La múcura está en el suelo, mamá, no puedo con ella / Me la llevo a la cabeza y, mamá, no puedo con ella / Es que no puedo con ella”.  Este porro colombiano de Tulio Fuentes de los años cincuenta, según me han dicho, volverá por sus fueros.  Como que es la moda.  Está resucitando la música del pasado así como José Luis Rodríguez resucitó la de los Panchos.  Siempre es  bueno que suceda, al menos en este caso de la múcura,  para dar a conocer una expresión indígena que el avance de la civilización ha ido sepultando en el olvido.  Porque la múcura es vocablo cumanogoto y tamanaco, según el diccionario folclórico del amigo Juan José Ramírez.  Claro, nuestros antepasados  no decían múcura sino mukra.  En Colombia y Bolivia también es común el término.
         Se trata de un ánfora de barro, o más criollo, de un tinajón de barriga esférica, cuello largo y boca ancha, utilizado antes para cargar agua en la cabeza o en el cuadril y  también  para enterrar sus morocotas quienes poco confiaban de la banca.
         Este recipiente de barro crudo fue popularizado en una canción en forma tal que el nombre, por asociación o figuración, se lo endilgaron a autobuses, carretas, barcos y ratoneras.  En Ciudad Bolívar fue popular una chalana construida por Alberto Minet y echada al río con ese nombre, para trasbordar los vehículos entre una costa y otra del Orinoco, pero tanto va el cántaro a la fuente hasta que se rompe. La chalana se hundió en febrero de 1952, martes de carnaval, entre la isla  Degredo y la Piedra del Medio.
         La chalana había zarpado de Soledad con 2 camiones zorra cargados de palas mecánicas para una compañía minera, más sus respectivos conductores, ayudantes, un pasajero y los tripulantes de la embarcación.  Zaspó y no arribó a su destino porque se hundió y desaparecieron bajo las aguas el conductor Vicencio Verdú y su ayudante Octavio González.  Los demás sobrevivieron a este naufragio que opacó la alegría del Carnaval y del que se estuvo hablando por mucho tiempo.  
Hasta se especuló atribuyéndolo a la hidra de siete cabezas que según una vieja leyenda mora bajo la Piedra del Medio.
         En esa oportunidad, la guaracha hizo mutis en los escenarios y emisoras.  En cambio, cuando Marcos Pérez Jiménez fue derrocado por el golpe cívico militar del 23 de enero de 1958, los medios radioeléctricos no encontraron una música más apropiada  y asociada al acontecimiento que  “La Mucura” en la voz grabada de Víctor Piñero.  La verdad es que nada era tan parecido a una múcura que el célebre gordito de Michelena, sólo que el cuello, en vez de largo,  era corto, pero estaba en el suelo porque  el pueblo ya no podía ni lo quería.
         La responsabilidad de Minet quedó intocada, pues se comprobó que La Múcura se hundió no porque se la haya tragado la hidra sino por exceso de carga.  Fue la primera chalana de hierro construida por Minet recién llegado de Francia y por encargo de don Antonio Levanti asociado con Planchar, quien era dueño de una bomba de gasolina y un taller de reparación de vehículos.
A la orilla del río, cerca de la las instalaciones de los depósitos de combustible de la Creole, Minet construyó  un cobertizo para construir la chalana y que al mismo tiempo le sirvió de oficina y  cuarto de dormir.  El señor Planchar no estaba convencido de que una chalana de metal flotara siendo el hierro tan pesado.  Minet le apostó la escopeta que él le había prestado para cazar patos en la laguna. Si el barco se hunde más arriba que la línea de flotación, la escopeta es mía le dijo Minet. Cuando se convenció que La Múcura flotaba y que había perdido su escopeta, “Me la entregó arrepentido de haber dudado de mí”. Me contó Minet, quien de ninguna manera la aceptó.   La segunda chalana construida por Minet fue la de Olivieri para el Paso de Caruachi en el Caroní. (AF)


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