jueves, 10 de abril de 2014

Crecimiento urbano distorsionado



Ciudad Bolívar que debería desarrollarse hacia el oriente hasta unirse con Ciudad Guayana, acentúa su crecimiento hacia el sur, no porque se haya planificado de esa manera, sino por las constantes invasiones.
         Varias planchas de zinc, alambre, martillo y clavos es todo cuanto apremia a la hora de construir un rancho para lograr no tan solo abrigo contra el mal tiempo, sino también contra las acometidas de la Guardia Nacional, la policía y los dueños de las tierras invadidas.
         Las invasiones pueden ser violentas o pacíficas, pero se hacen masivas, tan pronto clavan las primeras estacas, entonces no hay vuelta atrás ni autoridad militar, policial ni civil que pueda impedirlo.  La cuantía de la invasión es importante como problema social.
         “Los sin techos” por sí mismos hacen valer los derechos de los desposeídos, pero esto siempre es el comienzo porque después los politiqueros se disputan esa bandera hasta que el proyecto de un nuevo barrio en el expandido cinturón de miserias de la ciudad se consolida.
         Se pudiera decir que el plan rector de la ciudad orienta el crecimiento por un lado y los invasores por otro.         Los ediles sostienen que las invasiones con todos los inconvenientes que acarrea son a la larga positivas porque alimentan la fuerza de crecimiento de la ciudad y su mejor argumento es que muchos sectores urbanos vitales de la actualidad son productos de pasadas invasiones. Grimaldi, quien en pasadas elecciones quedó fuera del Concejo después de 15 años como munícipe fue señalado siempre como el principal motor de las invasiones y su popularidad en los barrios respiraba por esa ventana.
         En el origen y conformación de los barrios de esta ciudad se distinguen dos tipos de invasiones, la violenta y la que se hace paulatinamente. Esta última ha sido más fácil de controlar. En 1985 había en la ciudad capital unos 30 barrios nuevos carentes de los servicios básicos. Barrios donde el tipo de vivienda predominante era el rancho construido con materiales de desechos, tablas, zinc, cartón. Aproximadamente con dos ambientes, lo cual incide en las condiciones de hacinamiento en que viven las familias.
         Una encuesta rápida hecha al Barrio “Villa del Sur” entre los 30 en formación, se obtuvo el siguiente resultado: ranchos, 69,57%; casas, 14,49%; construcciones, 15,94 %; población económicamente activa, 40% y desempleados, 6%.
Esto es sólo el ejemplo de un barrio, pero la situación era parecida en el resto. El 95% de los barrios marginales que en su mayoría eran nuevos, predomina el rancho. Brisas del Sur, Brisas del Este, El Paraíso, Los Próceres, Las Flores de Agua Salada, los Báez, Guaricongo, Venezuela y pare usted de contar.
         Existían otros barrios con más de 15 años de conformados y que prácticamente tenían eliminado el rancho. Estos eran barrios ya consolidados respecto a servicios públicos (agua, luz, teléfono, cloacas, acueductos) y servicios comunales como módulos de servicios múltiples (SAS, Orden, funda común, Policía del Estado, Ince, CMA, ME). Así mismo los habitantes se habían organizado en Asociaciones de Vecinos para canalizar mejor sus problemas. Existían también organizaciones de base como clubs deportivos, clubs de madres, comunidades educativas, juntas pro-mejoras. Ejemplos de estos barrios consolidados dada la acción conjunta del Estado eran, entre otros: Las Moreas, Medina Angarita, La Sabanita (sector UDO) (Sector Pepsicolo) (Zona Industrial), Las Campiñas Uno y Dos, Peñón Negro, Antonio José Grimaldi (hoy barrio Libertador), Agua Salada, El Edén, Las Piedritas Uno y Dos, La Lorena, El Algarrobo, Vista Alegre, La Shell, Hipódromo Viejo, Marhuanta, Cañafístula, Tomás de Heres, Perú Viejo, San Simón, Llano Alto,  La Lucha, Perro Seco, El Zanjón, Angostura, Angosturita, Carlos Andrés Pérez, Virgen del Valle, Andrés Eloy Blanco y Primero de Mayo.


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