sábado, 1 de febrero de 2014

Diagnóstico de la fauna orinoquense

En 1980, la Corporación Venezolana de Guayana creó en Ciudad Bolívar un Departamento Pesquero, inducida por los resultados de un trabajo-diagnóstico de la pesquería fluvial del Orinoco que seis años atrás iniciaron los biólogos Daniel Novoa (en la foto)  y Freddy Ramos.
         Novoa era el jefe de ese departamento, cuya finalidad era la de promover el desarrollo de la actividad pesquera, prestar asistencia técnica a los programas y definir esquemas de explotación adecuada y racional.
         El diagnóstico de la pesquería fluvial está contenido en un libro publicado hacía tres años y el cual sirvió de base para definir líneas de desarrollo en cuanto a infraestructuras, piscicultura, ecología y biología del Orinoco.
         El área de estudio se extendía desde Caicara de Orinoco hasta el Delta, fundamentalmente los caños Mánamo y Macareo. Fueron objeto de estudios detenidos las especies comerciales denominadas doncella, payara, blanco-pobre, palometa,  morocoto, curbinata, cajaro, dorado, lau-lau, rayao, coporo y por supuesto la Sapoara, de la cual había estudios muy adelantados.
         El estudio de la sapoara era el que más había absorbido a los biólogos, evidentemente porque la biología de este pez único del Orinoco es muy interesante, su complejo proceso migratorio, alimenticio, crecimiento, reproducción, etc.
         Tan interesante es la sapoara que hasta se le encuentra parecido con el salmón por el hecho de que siempre regresa a su sitio de origen y con el camello porque acumula grasas para sostenerse sin ingerir alimentos durante el tiempo largo que dura su migración.
          La sapoara luego de tres meses de edad penetra en los rebalses, permanece allí durante tres años y luego sale en las famosas migraciones que dan origen a una especie de fiesta durante un par de meses. No porque las migraciones se vean sino porque los pescadores la perciben mediante ciertos celajes y la siguen con su atarraya. Las migraciones se producen contra la corriente, río arriba, hasta encontrar condiciones adecuadas para la reproducción.
         Desde Puerto Ayacucho hasta el Delta se ha calculado con técnicas utilizadas por organismos como la FAO y la Unesco, que existe un potencial de 45 mil toneladas de pescado explotables al año, vale decir, un kilogramo por hectárea, tomando en cuenta la superficie de 45 mil kilómetros cuadrados del área inundable del Orinoco que es donde se da la pesca.
         Pero de acuerdo con estudios realizados por la División de Desarrollo agrícola de la CVG, desde Puerto Ayacucho hasta el Delta, la explotación de ese potencial está en el orden de las 10 mil toneladas, equivalente al 5 por ciento de la producción nacional que es de unas 200 mil toneladas al año.
         Caicara y Cabruta conforman entre esos dos puntos (Delta-Puerto Ayacucho) el polo de producción más importante con las especies cachama y curbinata que ocupan los primeros lugares de la producción global del sector, aproximadamente el 55 por ciento.
         Entre Las Majadas y Ciudad Bolívar cobra importancia la curbinata, el rayao, y el coporo, especialmente el último en un 60 por ciento y, finalmente, el Delta donde el morocoto y los bagres (lau-lau, dorado, blancopobre), ocupan el puesto principal. Además en el Delta se explota el busco o curito, un recurso que sólo se da allí en gruesas cantidades. De estas dos especies se producen unas 1.200 toneladas al año que salen a los mercados de Sucre y Trinidad.

El pescado de río ha venido cobrando importancia comercial más allá del mercado local como consecuencia del crecimiento poblacional del país y luego, por disminución relativa de la oferta del pescado de mar a causa de la sobreexplotación de nuestros recursos marítimos.

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