lunes, 4 de marzo de 2013

El hombre del Yorako


A Carlos (Carlito) Arteaga lo llamaban “El hombre del Yoraco”, pero el verdadero hombre del Yoraco era José Cardozo Nilo que utilizó el nombre del cacique indígena mirandino que significa zorro o diablo para identificar a su negocio de turismo, bar, sellado del 5 y 6 y agencia de periódicos y revistas. De esto último se ocupaba Carlito Arteaga, y fue tan bueno que se hizo acreedor al premio como el más eficiente agente y colaborador durante el año de Press Agencias S: A (PASA) empresa que desde Caracas distribuye periódicos y revistas para toda Venezuela y el exterior, entre ellos el diario El Nacional.
Cuando se lo notificó en una carta que le enviaba José Miguel Otero, hermano del pintor Alejandro Otero, entonces presidente de Press Agencia, Carlito estaba que reventaba de entusiasmo al lado de José Cardozo Nilo, con quien trabajaba asociado en el famoso Yoraco, a donde Jesús Soto con Juvenal Herrera iba a tomar Don Perignon cada vez que llegaba de París.
Carlos Arteaga era un gordo apacible y bonachón que calzaba una piel de 36 años, padre de cuatro hijos, casado diez años antes cuando entró de lleno a trabajar con Press Agencia. Para entonces era topógrafo y abandonó la profesión porque José Cardozo Nilo, flamante agente del turismo en Guayana, lo entusiasmó con buena perspectiva en este ramo de la circulación de periódicos. Se inicio como simple adjunto del negocio.
Esta es una profesión tan honesta y lucrativa como cualquiera otra y en ellas muchas veces he tenido que ser hasta pregonero, decía y recordaba que en 1960 la circulación en la región no llegaba a 700 ejemplares y en menos de un decenio se había incrementado a 5 mil ejemplares diarios.
El inconveniente era la irregularidad del trasporte aéreo. Luego que se suprimió este servicio y se organizó el transporte por tierra el negocio de la distribución y venta de los periódicos cambió favorablemente. En el espacio de dos meses en la Zona del Hierro, por ejemplo, la circulación se incrementó en 500 ejemplares.
A las 8:00 de la mañana, a más tardar, el periódico estaba totalmente distribuido entre más de 46 puestos estratégicos de venta en la ciudad, y unas 300 residencias y oficinas que mantenían suscripciones permanentes.
Días desalentadores para Carlito Arteaga resultaban los feriados o los de la estación lluviosa, pues los periódicos llegaban tarde y por ello casi seguro que la circulación bajaba.
Los días sábados la venta del periódico subía debido al Suplemento Hípico. También ocurría lo mismo en los días domingos por el “gancho” del suplemento de Arte, cuentos para los niños y amenidades. Las noticias desplegadas de un suceso como el terremoto de Caracas, el caso Biaggi, desbordamiento del Neverí, la caída de Pérez Jiménez o el viaje a la Luna llegaron a triplicar por varios días la venta de El Nacional.
Carlos Arteaga, además de la distribución de la prensa atendía otros negocios como el tan frecuentado bar El Yoraco. Era evidente su gran voluntad y capacidad de trabajo. Su esposa, doña Carmen, no se lo reprochaba. Lo que más le inquietaba a ella era la simpatía que Carlito manifestaba por Acción Democrática y a raíz de la última escisión quedó ubicado en la corriente del maestro Luis Beltrán Prieto Figueroa. El difunto Jorge Martínez, fundador de AD, cuando visitaba la barra del Yoraco, le preguntaba: ¿Con quién estás, Carlito? Y el gordo le contestaba: “Yo soy “pasista”, don Jorge” ¿Quieres decir “pasista” por Paz Galarraga? No don Jorge… Yo soy pasista de PASA (Press Agencias S. A).

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