jueves, 16 de octubre de 2014

Ausencia de Lucila Palacios


Mercedes Carvajal de Arocha (Lucila Palacios), escritora venezolana natural de Ciudad Bolívar, falleció el 31 de agosto de 1994, a la edad de 92 años.
Autora de 30 obras, entre ellas, 11 novelas, 5 de teatro, 5 cuentos y el resto ensayos literarios y un libro de poesía.
Primera mujer venezolana que ejerció la diplomacia como embajadora de Uruguay y primera igualmente en ingresar a la Academia Nacional de la Lengua.
El jueves 31 de agosto cuando dejó de existir, precipitada su muerte por una caída, Lucila Palacios ya era nonagenaria. Había vivido mucho más que Gabriela Mistral, la siempre humana y lírica poeta chilena de cuyo nombre legítimo (Lucila Godoy) tomó parte de su seudónimo literario para completarlo con el de Palacios en un intento por acocarse al Libertador a través de su madre María de la Concepción Palacios.
El seudónimo Lucila Palacios surgió en la Plaza de Tucupido, entre maestros y amigos de su marido que era entonces agente viajero y terminó muriendo en Londres.
Con ese nombre convino en publicar su primer trabajo literario en los periódicos “Unare” del Guárico y “El Luchador” de Ciudad Bolívar. Era un cuento costumbrista captado de la propia existencia de personajes de la calle cuyas voces llegaban al balcón del Hotel de Tucupido donde se hallaba hospedada.
Lucila nació en puerto España (Trinidad) en mayo de 1909 cuando el capitán Cecilio Farreras se alzaba contra el gobernador del general Julio Sarría Hurtado. Su familia retornó a Ciudad Bolívar después de los 40 días de nacida. Su vida transcurrió en el inmueble que es hoy sede de la Biblioteca Rómulo Gallegos y desde allí irrumpió a arengar al pueblo en pos de sus derechos conculcados el día en que falleció el dictador Juan Vicente Gómez.
Fue Lucila la primera en tomar las calles. La primera en convocar al pueblo y arengarlo en dirección hacia una toma de conciencia a favor de su legítimo derecho a ser libre y darse libremente su gobierno.
Se montó sobre uno de los barcos del paseo Falcón y sintió bullir en sus venas la sangre literaria de sus abuelos allí a su lado dándole apoyatura a sus piernas estaban Alida Gambús y Consuelo Estéfano. Solo faltaba el joven Guillermo Benzel, quien desde el día anterior era preso del presidente del Estado, Antonio Alamo, por haber gritado ¡Abajo la dictadura!
Tras la caída del dictador regresó del exilio su tío Félix Montes, recibido por ella en Caracas. Luego, durante tres años, siguió a su esposo por San Fernando y Tucupido hasta radicarse definitivamente en Caracas que todavía exhibía sus techos rojos, sin que por ello perdiera la visión del Orinoco.
Lucila justificaba su permanencia en Caracas porque el clima le asentaba bien a su salud y porque aquel medio había sido favorable para escribir la mayoría de sus treinta obras clasificadas entre novelas, cuentos, dramas y ensayos.
Los buzos (obra premiada en Cuba, 1939) Tres palabras y una mujer (premiada en el concurso de la Asociación Cultural Interamericana, 1943) El Corcel de las Crines albas (premio Arístides Rojas); Cubil, El día de Caín (accesit al premio nacional de literatura, 1960), Tiempos de siega, Orquídeas azules, Signo en el tiempo, La piedra en el vació, Reducto de Soledad, Cristal de aumento, Cinco cuentos del Sur, Ayer violento, Poemas de la noche y el silencio, Espejo Rodante, son sus obras más conocidas.
De ellas, la de mayor resonancia ha sido “El Corcel de los crispes albas”, la cual expresa el drama social del contrabandista margariteño. Pero ella solía decir en sus tertulias que personalmente prefería su libro “Tiempos de siega”.

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