martes, 14 de enero de 2014

Travesía del Orinoco caminando


Finalizando febrero y de manera inusual, el Orinoco comenzó a presentar una baja considerable en el nivel de su caudal que recordaba a los ribereños el reflujo de marzo de 1923 cuando se podía ir saltando entre piedras, islotes de arena y troncos atravesados, de una orilla a otra, por lo menos por su parte más angosta, vale decir, entre Ciudad Bolívar y Soledad.
El 27 de febrero de 1975, el Capitán de Puerto, Abraham Pérez Camejo, informaba que frente a Ciudad Bolívar sólo era posible navegar el Orinoco a bordo de curiaras y lanchas con menos de cinco pies de calado, porque el Río Padre estaba hecho un esqueleto de piedras, islotes y playones.        
Para esa fecha el nivel del Orinoco era de 2,50 metros sobre el nivel del mar, mucho menos de lo que tenía el año anterior para el mismo día.  Evidentemente, estábamos en verano y para asombro había que suponer que el Orinoco continuaría decreciendo, como en efecto, hasta el mes de abril.
La  navegación para barcos de 31 pies sólo era posible de Punta Barima hasta Puerto Ordaz gracias al dragado constante de que es objeto el Orinoco en ese tramo. Pero de allí hacia arriba era prácticamente imposible, de todas maneras ese reflujo acentuado presagiaba para los entendidos que el año siguiente la crecida sería descomunal como, en efecto ocurrió al superar el Río la cota de 18 metros sobre el nivel del mar.
El Bachiller Ernesto Sifonts, observador tradicional del río durante cincuenta años, dice en una de sus clásicas monografías del 58 que el nivel más bajo lo presentó el Orinoco “el 23 de marzo de 1923 y fue entonces cuando se cortó, se pobló de playones arenosos con arrecifes entre ellos y de troncos secos que impedían la navegación, incluso de la curiara o cayuco, pudiéndose ir de una ribera a la otra vadeando los canales o saltando por sobre las pequeñas islas”.
Así ocurrió en 1975 y en una lanche llamada “Elizabeth II” que yo tenía, me quedé varado en medio del río con varios periodistas a bordo, entre ellos Reinaldo Maya que trabajaba como reportero gráfico de “El Expreso”
En el tramo Matanza a Ciudad Bolívar, con longitud de 83 kilómetros sólo era navegable parte del año por buques de hasta 9 metros (30 pies) de calado, reduciéndose a unos 2 metros (7 pies) durante el período de alturas mínimas del río.
El Instituto Nacional de Canalizaciones había elaborado un anteproyecto de cana­lización de este tramo con varias alternativas: utilizar el canal natural exis­tente con un balizamiento adecuado y dragado del río a distintas profundidades hasta 9,8 metros (32 pies).
El tramo Cabruta-Ciudad Bolívar con 405 kilómetros de longitud, durante el período de aguas bajas la navegación por este tramo está limitado a unos 2 metros (7 pies) de calado. El cauce es generalmente estable y de carácter aluvial con ocasionales afloramientos de rocas y escollos en su lecho y en sus márgenes.
El tramo Puerto Ayacucho a Cabruta, con 323 kilómetros presentaba diversos obstáculos naturales que dificultaban la navegación para embarcaciones de más de 2 metros (7 pies) de calado durante el período de aguas bajas.
Según la Capitanía de Puerto, el raudal de Caribén representaba uno de los mayores obstáculos a la navegación. Se presentaba una idea de proyecto para ser estudiada, la cual consistía en un dique sumergido cuyo propósito sería producir un aumento en el nivel del agua que facilitara la navegación aguas arriba a través de la barra del río Meta y del raudal San Borja.(AF)



1 comentario:

  1. Maravillosa informacion, gracias por su magnifico aporte historico.

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