miércoles, 24 de junio de 2015

Los Caballitos de San Juan


Aquí vemos en esta fotografía tomada por el señor Pedro Romberg a los niños bolívarenses de 1925 con sus caballitos de San Juan dispuestos a iniciar la festiva jornada desde el 24 de junio, natalicio de San Juan el Bautista, hasta las festividades de San Pedro el 29 del mismo mes.
El profeta judío Juan el Bautista no conoció ni montó el caballo. Su única cabalgadura eran las sandalias, las cuales descalzo en la orilla del jordán el día que impuso a Jesús las aguas lustrales para liberarlo del pecado original.
El caballito de madera ataviado con retazos multicolores que monta los niños a horcajadas para recorrer las calles de los parroquianos proclamando con voces tiernas las bondades del bíblico personaje, no es más que un símbolo de la fuerza y nobleza que motorizó la voluntad profética del precursor de Cristo.
Pero eso de los niños montar caballitos el día de San Juan parece que es tradición exclusiva de los bolivarenses mientras que en la zona costera de Venezuela la celebración es con danzas y tambores a la voz de “San Juan to' lo tiene, San Juan to' lo da”.
El origen de los eventos festivos cuyo cultivo a través del tiempo se vuelven ritos, costumbres y tradición encuentran su origen en alguna ocurrencia imaginaria, caprichosa o genial. En este caso ocurrió cuando Juan Vicente Gómez, comandante de las tropas que derrotaron a las de Nicolás Rolando y Ramón Cecilio Farreras, recorrió acompañado de su Estado Mayor y de soldados con banderas, las calles de Ciudad Bolívar el 21 de julio de 1903 montados en unos vistosos caballos.
Los niños, en sus juegos cotidianos comenzaron a imitar al militar y su cortejo utilizando palos de escobas que algún abuelo completó la lúdica diversión con este canto coreado: “Caballo vayo que viene del valle con cinco banderas y una pila de gallos”.
En 1910, aun año y seis meses de Juan Vicente Gómez en el poder, comenzaron a celebrarse en todo el país el onomástico del presidente el 24 de junio día de San Juan, y el gobierno de Arístides Tellería encontró en los caballitos de los muchachos bolivarenses un motivo singular para celebrar el onomástico del dictador que se ha hecho tradicional desde entonces.
Se fue popularizando de tal modo que los padres con antelación preparan a sus hijos el caballito que debían montar el Día de San Juan y cuando ellos no podían, acudían al artesano o artesana hasta el punto de que muchos encontraron un medio temporal de ingresos. La familia Yánez al frente de la cual estuvo Catalina hasta el día de su fallecimiento era la que por su habilidad artesanal sacaba mejor provecho de la tradición. La sucedió su hija Carlota que además de artesana cantó durante algún tiempo como solista de “Los Cañoneros de Julián Yánez”. Casi paralela sobresale la Fundación Parapara de Mariíta Ramírez, que no sólo se ocupa de los Caballitos de San Juan sino de otras tradiciones bien autóctonas de Ciudad Bolívar o heredadas de otros lugares vecinos como el Quiminduñe, la zaranda de taparita, el trompo, el boliche, el papagayo, el gurrufío y las comparsas típicas de Alejandro Vargas y Mediavilla.
En un trabajo suyo, Fabiola Mendoza Fernández, sobre las “Diversiones del estado Bolívar” transcribe las letras de dos canciones sobre los caballitos de San Juan, uno de Sigilberto Ramírez (ritmo Mare-mare) y otro de Mariíta Ramírez (ritmo guasa).
En tiempos más recientes se distinguió el artista plástico José Rosario Pérez, quien para la temporada confeccionaba y exhibía caballitos artísticamente mejor confeccionados que incluso eran solicitados como subvenir por viajeros y turistas venidos de fuera. (AF).

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