miércoles, 15 de junio de 2016

Bayola y Tito Becles



El fotógrafo Víctor Bayola Díaz, hostigado por los malandros de su barrio que le dejaban la nevera vacía cada vez que de su casa se ausentaba, decidió comprar un perro que le ofrecieron y que se hizo “bravo” de tanto alimentarlo con ají y papelón.
         Cada vez que salía, Bayola encadenaba al perro muy cerca de la nevera hasta el día que regresó tras rociar el hastío con cerveza del bar-restaurante “My-Hay-Hy”.  Entonces, casi desmaya de la sorpresa pues no estaban el perro ni la nevera.
         Bayola que hasta el momento se había abstenido de llevar el asunto a conocimiento de la Policía, acudió a ella para denunciar el reiterado agravio, pero cuando se hallaba dando las características del can ante el agente de guardia éste le preguntó:
         ¿Cómo dice, usted, que es el perro?
         -Negro, totalmente negro como una pantera, ojos azabache, orejas caídas, de nombre “Guardián” y con tic en el ojo izquierdo.
         -Cómo? Cómo? Cómo? Repita esas señas?
Bayola se despepitaba hablando de las cualidades y circunstancias en que adquirió el perro hasta que el agente de guardia explotó:
         -Caramba, amigo,  este es mi perro! Sí, ese es y usted como que se me queda…
         Por supuesto, Bayola se resistió porque le sobraron argumentos: la solidaridad y testimonios de sus vecinos, la circunstancia de ser miembro del Círculo de Reportero Gráficos del cual el abogado laboral era el doctor Ramón Córdova, trabajador  de los diarios El Bolivarense, El Nacional y finalmente  porque el Procurador del Estado era el doctor Pacífico Rodríguez, con quien Bayola calzaba buenos puntos en el Restaurante de los chinos.
         “Figúrense ustedes yo metido en chirona”.  Habría sido la primera vez.  Ni siquiera cuando fue soldado recluta y prestaba el servicio militar junto con Tito Becles, quien vivía en la calle Venezuela en su propio taller de carpintería.
         Tito Becles también le metía a la fotografía aunque muy empíricamente.  Con él Víctor Bayola aprendió el oficio y ambos le fueron muy útiles al cuartel donde les tocó pagar el servicio miliar obligatorio.
         Tito Becles una vez prestado el servicio, retomó su oficio de carpintero que alternaba con la fotografía.  Como su casa de construcción antigua no se prestaba para acondicionar un laboratorio, construyó una enorme caja de madera colocada en toda la entrada de la casa con un letrero “Fotomatón”.  Las fotografías no eran muy buenas, pero podían competir favorable con las de Raúl Ortega en la esquina de Boccardo.
         Bayola, fascinado por el arte de la fotografía, se dedicó por completo a ella y terminó ofreciendo sus servicios a la prensa local.  Trabajó en El Bolivarense, Antorcha de El Tigre, El Expreso y en la corresponsalía del diario El Nacional.  Es más, fue admitido en la Asociación Venezolana de Periodistas como Miembro Cooperador y tras presentar un curso de mejoramiento profesional en Cumaná propiciado por la Directiva Nacional, lo aceptaron como miembro activo con todos los derechos.  En Cumaná, Bayola al igual que otros aspirantes del Oriente y Ciudad Bolívar debía responder un cuestionario de cien preguntas relacionadas con la fotografía y el periodismo.  Por supuesto, Bayola preparó su chuleta con las respuestas  posibles y en eso colaboramos todos los interesados en que el hombre saliera bien.  Bayola comenzó la preparación y luego de cumplir con su faena diaria recostaba su silla tras la pared lateral de su casa y trataba de memorizar las repuestas a las posibles preguntas.  Un colega que lo sorprendió, envió la gráfica al diario Antorcha de Edmundo Barrios y la misma apareció al siguiente día con esta leyenda: “Lloviendo sobre mojado”. (AF)

         

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