sábado, 10 de abril de 2021

MANUEL YANEZ Y LA CALIDA CALIDAD DE SU FLOR VIAJERA

Confieso que no llegué a asumir la calidad total del vals "Flor Viajara" cuando por vez primera lo escuché en la Sala Municipal de Cultura en la voz juvenil de Diosa Vallenilla que tanto me recuerda a Luz María, acompañada del guitarrista José Luis Lara, sino en la mañana de un domingo en el Museo Soto. Sorpresivamente pues no estaba en el programa- interpretado por Raúl y Miguel Delgado Esteves, José Antonio y Telésforo Naranjo. Integrantes de “El cuarteto”, grupo musical caraqueño de "nuevas sonoridades dentro de la música popular venezolana". Entonces los circunstantes, incluyendo a los músicos, se pusieron de pies para aplaudir a Manuel Yánez, su autor, quien no pudo contener la emoción resuelta en 1ágrimas. Aquel lánguido vals del cuadrado Manuel Yánez de la calle Los Culiés, nos pone a pasear por el malecón extasiado .en una flor espléndida sobre un mogote arrastrado por la inmensa corriente del rio, una flor de virtual pureza, inmarcesible, que la impotencia humana ante la grandeza del' río hace inalcanzable. Y la flor se aleja y se aleja y se oculta irremisiblemente, pero deja la esperanza de que alguna vez regrese Amalivac a cumplir la propuesta aborigen de la corriente inversa "y pueda ver mi flor” La interpretación fue sólo instrumental, lo que nos hace pensar que si hubiese estado también vocalizada, pues la letra es sensiblemente poética, el momento habrías dejado marca emocional indeleble en los circunstantes. El Cuarteto vino a confirmar lo ocurrido en el Teatro Teresa Carroño en agosto cuando Francisco Pacheco, voz principal de "Un Sólo Pueblo" la interpretó en homenaje al grupo "Serenata. Guayanesa" con motivo de su vigésimo quinto aniversario. Según César Pérez Rossi, fue la canción más aplaudida como también lo ha sido en todos los festivales donde ha participado, alzándose, por supuesto, con el primer premio. Pronto fue incluida en varios CD como en otros donde ya existen canciones de Manuel Yánez SI de los Culíes en Barca de oro y alzando vuelo en alas de Casta paloma salió Alejandro Vargas, de allí, también, con aliento de trascendencia, Manuel Yánez, a pesar de que nunca ejecutó instrumento de cuerdas ni de viento. Manuel sólo sabía cantar y tararear cuando de súbito y en el momento menos esperado, comenzó a fluir la prodigiosa vena de este artista musical, mi antiguo vecino de la talle Las Mercedes, cuyo apellido se vincula con aquellos célebres Yánez perseguidos durante la Colonia por sumarse al movimiento del 19 de abril de 1810 y 1811, pero lo asombroso es que Manuel Yánez no se había descubierto como poeta y músico compositor. Tres infartos: uno al corazón, otro al pulmón y renal el tercero fueron necesarios para que asumiera su atávico rol de artista. Desde entonces, me confesó un día en compañía de su gran amigo Mario Vargas, el hijo del trovador Alejandro Vargas, desde entonces vivía acosado por dulces sonidos telúricos hasta el punto de haber concebido toda una geografía musical de Guayana donde solo faltó por incluir los tepuyes porque, aparte de los pueblos, ya el Orinoco tenía su flor. Increíble que en el lapso de sólo cinco años, Manuel Yánez haya compuesto 350 piezas de salsa, pasadobles y hasta una sinfonía sobre el mítico personaje Amalivac o AmaIivacá, la cual fue adoptada por el Instituto Cu1tural del Orinoco para motivar proyectos. (AF)

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