jueves, 6 de octubre de 2016

Moncho Ray


MONCHO RAY (Reina Valladares, envía un mensaje desde Italia y dice que su hijo, quien estudia arte, ha decidido su trabajo de grado sobre Moncho Ray y me pide información. Le envié lo que escribí sobre el artista plástico el día de su muerte) Los artistas de la vecina población de El Tigre, por estar más cerca del Orinoco que del Neverí, buscaron hacia la capital bolivarense para reafirmarse profesionalmente. Lo hicieron José Rosario Pérez, Luis Carlos Obregón, José Bogarín, Ivo Farfán, Néstor Rojas y Ramón Antonio Rey (Moncho Ray), quien jamás imaginó que el placer de vivir solo en función de la libertad existencial, le depararía un final tan desgraciado. Murió de infarto no obstante su escasa obesidad. Era más bien magro y poco dado a los vicios que conducen directo a la tumba, pero vivía íngrimo y vivir como anacoreta a cierta edad no es aconsejable; por ello Moncho Ray careció a tiempo de la asistencia médica que le habría prolongado la vida. Varios días después fue hallado su cadáver y de la misma forma como yacía sobre el pavimento fue sacado en camilla y lanzado en una fosa del ya viejo cementerio de Jobo Liso. De manera que tuvo un final desgraciado por escalofriante, no por haber muerto de infarto porque al fin y al cabo las enfermedades cardiacas figuran de primera en la agenda de morbilidad y mortalidad de nuestra demografía, sino por la forma como ocurrió, fue manejado y divulgado el suceso de su ultimidad. Cuando el amigo Amílcar Fajardo me trasmitió telefónicamente la noticia, me dolió profundamente porque además de ser vecino del Casco Histórico, aunque con un trato comedido, disfruto diariamente, expuesta en mi sitio de trabajo, de una de dos obras que en distintas ocasiones me regaló muy espontáneamente. La última, que por cierto me birlaron por descuido, era un haz expandido de rosas, seguramente de las que faltaron el día de su entierro brusco y despiadado, sin que alumbrase un solo cirio ni se oyera un solo rezo. La obra (en la foto) es una pintura pop de los años sesenta que a golpe de vista parece la última cena de Jesús, pero no es esa figuración exactamente sino otra más íntima exteriorizada sin el academicismo clásico, pero tampoco sin la violencia sintomática de los expresionistas, Toda su obra aparece firmada Moncho Ray. Era su nombre de artista y de batalla. Nunca, o escasas veces, utilizó el auténtico Ramón Antonio Rey. Es que en el Oriente venezolano, a quienes calzan el nombre de Ramón le dicen Moncho y lo de Ray; me figuro que viene por Man Ray,; famoso fotógrafo francés que hizo con las películas impresionantes experimentos surrealistas (se pueden ver en el Museo Soto). Moncho Ray también abrevó en esa fuente y observándolo bien en la pintura de mi oficina, percibo que nunca estuvo alejado de esa corriente. Le gustaba confrontar su obra con la de otros artistas y por eso empleaba parte de su tiempo en organizar colectivas. Las últimas de su existencia tuvieron lugar en las sedes del Colegio de Abogados y Colegio de Médicos. La que venía a continuación la tenía pautada para el aniversario del Club La Cancha. En aquella ocasión sugerimos a la Dirección de Cultura que debía cuidar de que esa colectiva se lleve a feliz término como homenaje a quien vivía solo y nunca tuvo un mecenas, a quien pintaba a toda hora en un cuarto taller azotado por rateros, frente a la casa donde nació y murió asesinado Tomás de Heres, prócer a quien también cruzó la fatalidad bajo el candilazo traicionero de un trabuco naranjero. Lo del infortunado pintor venido de El Tigre a abrevar en las aguas Orinoco, siempre de gorra y una expresión picasiana, también fue un asesinato, pero después de su muerte. Podríamos decir que lo asesinaron después de muerto. Más tenebroso fue lo ocurrido con el sindicalista copeyano, Ildemaro Vallés, quien luego de sufrir mortal infarto en el patio solariego de su vivienda en Puerto Ordaz, fue devorado hasta los huesos por los zamuros siempre en asecho. El pintor José Martínez Barrio murió en la misma situación, pero la inhumación de sus restos fue más digna. (AF)

7 comentarios:

  1. Lcdo Fernández ese nombre q ud le puso a Moncho Rayos no se de donde ud lo sacó, ya q mi madre hortensia hernandez progenitora de Moncho Ray le puso el nombre de Ramon Antonio Fajardo Hernandez

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    1. Amigo como hacemos para ponernos en contacto, Mi nombre es Valentino Fajardo estoy recopilando información de mi tío Moncho

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    2. Igualmente de mi tío Valentin Antonio Fajardo no tengo casi nada algunas fotos y anécdotas, de Ramón Germán Fajardo Hernández (Moncho Ray) tengo hasta los afiches de cuando era cantante exclusivo de disco moda y las más de 100 exposiciones que realizó en Caracas, busco más datos familiares.

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    1. Buenas tardes mi padre era coleccionista de obras de arte y precisamente tenemos una obra de Moncho Ray que la queremos vender mi correo es miguelherrera28@gmail.com y estamos en Caracas parroquia San Pedro

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  4. Buenas noches por acá Marisela Orsetti abogado, cantante y actual Coordinadora de Cultura del Colegio de Abogados del estado Bolívar. Fui gran amiga de Moncho Ray, lo llamábamos el pintor de los abogados, porque muchos en aquel entonces adquirimos obras de él. Conservo varias pinturas de su autoría, que no están a la venta, ya que tienen un valor sentimental para mí. Moncho iba en las tardes a tomar café a mi oficina y pasábamos largas horas conversando de arte y música dada mi condición de cantante y mi relación con la cultura y sus instituciones. Estuve en su entierro en el cementerio de Casanova, parroquia Marhuanta de Ciudad Bolívar, no fue en Joboliso, ciertamente muy lamentable la forma en que murió y fue sepultado. Dios lo tenga en su santa Gloria.

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