sábado, 4 de febrero de 2017

El drama de los restos del Libertador

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La vida de Bolívar no sólo fue un drama intenso, conflictivo y conmovedor desde el mismo día en que nació -24 de julio de 1783- sino también su muerte acaecida en medio de una turbulencia política el 17 de diciembre de 1830 y con ella sus despojos, sus restos  sepultados en una tumba prestada en la iglesia de Santa Marta de la hermana Colombia, con la que estamos actualmente en inexplicable como incomprensible conflicto.
El hombre con un gran cerebro y una estatura apenas de 1,62, fue enterrado con su guerrera de gala y todas sus condecoraciones, pero tales vestiduras fueron devoradas por  los elementos ambientales que asediaron sus enterramientos improvisados de los primeros momentos.
En la iglesia de Santa Marta fue enterrado tres veces, dicen las crónicas, pues sus restos debieron ser trasladados, una vez por daños del terremoto  de 1834 (el féretro quedó parcialmente destruido), y otra vez por inundaciones en la Iglesia de Santa Marta las cuales dejaron expuesto el féretro y los restos al lodo y la humedad por un tiempo prolongado.
Cuando los restos del Liberador fueron trasladados a bordo de un convoy,  desde el atracadero de Santa Marta al puerto de La Guaira y luego a Caracas en noviembre de 1842, quedaron en manos de su gran amigo el médico José María Vargas, quien dictaminó que se encontraban en estado “deleznable y oscuro” debido a la humedad. Entonces se lavaron los huesos, se barnizaron y se rearmaron con hilos de plata y plomo, no sin que se perdieran muchos de los huesos pequeños como las falanges de las extremidades.
En la Catedral de Caracas permanecían los restos hasta que fueron pasados al Panteón Nacional, sin que se tuviera que reabrir la urna.  Por eso se supone que no hubo cambios desde 1842 hasta 1878. Sin embargo, en 1913 se procedió a la remodelación del Panteón Nacional debido a que el techo  se desplomó precisamente sobre la tumba de Bolívar, aplastando la tapa de la urna de plomo y la de madera, cayendo ambas sobre lo que quedaba del esqueleto, especialmente hacia el lado del cráneo.
El cuerpo de Bolívar cuando fue trasladado a Venezuela en 1842, ya era sólo un esqueleto, por lo que se sacaron los huesos, se limpiaron, se barnizaron y se rearmaron. En 1947, se efectuaron remodelaciones en la Cripta de los Bolívar en la Catedral, encontrándose que todas las tumbas habían sido profanadas, excepto la de María Antonia Bolívar. Lo curioso es que entre los restos esparcidos, el doctor José "Pepe" Izquierdo encontró una calavera, es decir,  un cráneo,  no sólo barnizada, tal como relata el doctor José María Vargas que se hizo con el cráneo de Bolívar, sino que muestra signos de haber sido sometido a una autopsia. El único miembro de la familia Bolívar cuyos huesos estaban barnizados y que fue sometido a autopsia fue Simón Bolívar, por lo que Izquierdo acudió a la Asamblea Nacional Constituyente de la época, y una comisión encabezada por Andrés Eloy Blanco y conformada por Mario Briceño Iragorry, Vicente Lecuna y Rafael Caldera entre otros, dictaminaron, sin abrir la urna y con apoyo de testimonios de miembros de la Academia Nacional de la Historia, que los restos del Panteón son los del Libertador.

El cráneo de la Cripta de los Bolívar desapareció después del Golpe de Estado de 1948, y el relato de los hechos sólo queda plasmado en un libro titulado "El cráneo del Libertador" editado en 1955 por el Dr. José Izquierdo. En tiempos del chavismo volvió la mano oficial a remover los restos del Padre de la Patria, quien, aún muerto, parece destinado a seguir bajo el drama de las tormentas de los siglos. 

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