viernes, 15 de junio de 2018

EL TELÉGRAFO primer periódico después del Correo



      El periodismo guayanés del siglo diecinueve, pasó por tres fases relevantes: la del Correo del Orinoco (1818-1822) como órgano oficial de la emancipación; la de publicaciones hebdomadarias de la sociedad civil iniciadas con El Telégrafo (1839) y la del diarismo inaugurado con El Boletín Comercial (1865) y que terminó con El Bolivarense (1880-1899).
            Después de fenecido el Correo del Orinoco, Guayana tuvo un receso de tres decenios en el ejercicio del periodismo.
            El afloramiento de los partidos políticos: de un lado los Conservadores del gobierno paecista, representados de ççaquende del Orinoco por el prócer militar Tomás de Heres y del otro, los liberales, por Juan Bautista Dalla Costa, el viejo, líder del movimiento mercantil de la región, estimuló el renacimiento del periodismo que había quedado atrás con la extinción del Correo.
            De suerte que al calor del interés político, ese receso del periodismo fue interrumpido por la aparición de El Telégrafo, un semanario concebido por el núcleo civil que se movía en torno al viejo Dalla-Costa contra el gobierno severo de Tomás de Heres, ya Gobernador o Comandante de Armas de la provincia.
            El Telégrafo fue impreso en la segunda prensa establecida en Angostura luego de la The Washington Press, donde se editó entre 1819 y 1822 el hebdomadario de los patriotas. Fue adquirida por Lorenzo de Ayala y Hermanos, precisamente, a través de la firma comercial Juan Bautista Dalla Costa e hijos. Para operarla se contrató al joven tipógrafo italiano Pedro José Cristiano Vicentini, quien se radicó en Angostura desde el año 1839.         
            La Prensa tipográfica, totalmente dotada, llegó a la Angostura del Orinoco a fines de diciembre de 1839 y en ella, previo prospecto, tiraje de cien ejemplares, se editó El Telégrafo con el siguiente lema: “Periódico consagrado a los deseos del pueblo y con sólo el objeto de su exclusivo bien”. Daba cabida a toda información vinculada con el movimiento mercantil, marítimo-fluvial, cultural, social, religioso, judicial y político. En lo político tenía una sola línea: combatir al gobierno que desde la Comandancia de Armas influenciaba el caudillo Tomás de Heres. Pero un periódico de provincia con una línea semejante era imposible que se sostuviera, máxima existiendo  en Venezuela un Código de Imprenta que calificaba como delito los escritos adversos a los dogmas de la religión católica romana, los que excitaran a la rebelión, perturbaran la tranquilidad pública u ofendieran a la moral, la decencia, la reputación y el honor de las personas.
            Los adversarios del Gobierno encontraron una forma de evadir los controles, y fue editando periódicos de vida efímera, pero cada vez con mayor vigor combativo. Así tenemos que de septiembre a diciembre de 1839 circularon, además de El Telégrafo, el Campanero y Cuatro contra Tres. Este último sin eufemismo. Crudo y desafiante: “Esta es un publicación periódica que persigue un fin: destruir a Heres, acabar con un sistema que considera nefasto para toda la Provincia”.(AF)


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