domingo, 12 de abril de 2020

EL CINEASTA LUIS GILBERTO LARA



Luis Gilberto Lara parece ser el único cineasta parido en tierra del Orinoco. No creo conocer otro. Despertó su vocación en el Cine  Club fundado por José Joaquín Latorraca y desde entonces no ha cejado a pesar de los vientos fuertes de la vida.  Por lo visto, es como el junco que se dobla pero sigue en pie, a decir de la canción del Dúo Dinámico hispano.
          Gilberto Lara encontró en el Cine Club su camino y a medida que avanzaba  fue robusteciendo su experiencia, tanto aquí como en Ca­racas, metrópoli del cine vene­zolano. Vino su primera prueba de fuego: "Historia Vulgar de Venezuela”_ con Henry Córradini en calidad de  camarógrafo y Elio Rubens, figura principal, como el General Lara,  yo era su lugar teniente en  esta película rodada sobre el bucólico escenario de La Arcadia (antiguo chalet de Antonio Liccioni en la Avenida San Vicente de Paúl), pero jamás subió a cartelera porque a los distribuidores les parecía escasamente comercial, lenta y pesada. La segunda fue una cinta sobre el Rock que también corrió con mala suerte. El eterno problema de los distribuidores. Seguidamente "Píntalo de Negro" que aparentemente dio en el clavo, pues agradó a los distribuidores y cuya Premier fue a beneficio de la Cámara de Comercio. Entró en cartelera el comenzar el año 1989.
     Este acierto impresiono tanto a distribuidores y productores que se pensó en la posibilidad de montar una empresa de cine en Ciudad Bolívar. Entonces surgió PRODUFILM. (Productores de Películas) para trabajar en sociedad con la empresa de cine mexicano PELIMEX. En ella estuvieron envueltos los empresarios Rodolfo Sánchez, dueño de Optomicrón y vicepresidente de la Cámara de Comercio; su hermano Julio Sánchez,  Marcos Flores y Ezio Rampini, entonces Presidente de la Cámara de Comercio.
     En “Píntalo de Negro” trabajó Félix Loreto como protagonista y Flor Núñez de contrafigura. También Héctor Mayerston como figura principal y Pedro Lander. Los demás actores y actrices, incluyen­do a tres niños, fueron todos de Ciudad Bolívar al igual que el Camarógrafo Charles Flores y el Director y Guionista de la película, Luis Gilberto Lara, por supuesto.
La película ciertamente impactó a los primeros espectadores por su sonido, la música reforzando la imagen, el lenguaje muy plástico y escaso de diálogos y esencialmente' su tema, el drama social de una mujer que se ve forzada a la práctica de la prostitución para poder alimentar' a dos hijos que nunca conocieron la paternidad y soñaba con  buscarle un buen padre a  sus hijos. Al fin lo encuentra en un perseguido que ha caído herido en su entorno. Lo auxilia, lo lleva a su casa y en el mejor de los momentos cálidos y afectivos, el Perseguido muere de un disparo en la frente. La película se encuentra con un final dramático, al revés de las clásicas novelas.

Luego de  Píntalo de negro, Gilberto comenzó a rodar su cuarta película "Miseria Blues”  para la cual escenificó un rancho en la Casa de la Cultura. De trataba de una historia del mismo corte de Píntalo de Negro, sobre la infan­cia abandonada, protagonizada por Irene Arcila, la misma que trabajó en "Macho y Hembra"; Pedro Lander, Willian Moreno y actores,  de  Ciudad Bolívar, entre ellos, Pedro Fajardo, Gustavo Ba­santa Elena Contreras. Pero hasta allí. El proyecto no pudo continuar,  surgieron inconvenientes.  Podríamos concluir en que  sólo fue un sueño  o el entusiasmo de querer darle a Ciudad Bolívar un rango creador dentro de la cinematografía venezolana.  Luego que no fue posible la empresa PRODUFILM, Gilberto Lara pretendió una planta televisiva, pero le pusieron piedras en el camino y se dedicó finalmente a rodar publicidad y documentales como el reciente de la Cámara de Comercio, para el cual escribí el guión y la animación estuvo a cargo de César Pérez Rosssi.  (AF).

sábado, 4 de abril de 2020

LA SEMANA SANTA


Podríamos decir que la Semana Santa son cuarenta y seis días que empiezan después de la alegría del Carnaval, es decir, desde el Miércoles de Ceniza, cuando el Sacerdote con su rosquete y estola va untando Ceniza a manera de cruz en la frente de cada feligrés arrodillado, a la vez que pronuncia: “Polvo eres, del polvo vienes y al polvo habrás de regresar” hasta el Domingo de Resurrección.
Durante la cuaresma que antecede a la Semana Santa, los católicos se preparan para la Solemnidad de la Pascua y Resurrección con Ayunas, abstinencias, ejercicios espirituales, penitencias, recogimientos y privación de diversiones.
La Semana Santa suele llamarse también, en otros pueblos católicos, Semana Mayor, Semana Penosa, de los Lamentos de las Vigilias y de las Indulgencia, porque ella está destinada a celebrar los misterios de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo. Comienza el Domingo de Ramos que recuerda el día de la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén, montado en un borrico y aclamado en medio de palmas por sus seguidores, como el Mesías Prometido.
Durante esta Semana que históricamente está ubicada en abril del año 30, Jesús multiplicó sus enseñanzas y realizó su manifestación suprema de Mesías, hijo de Dios y Redentor del mundo. Se celebra desde el siglo VII y sus días esenciales son el Jueves y Viernes  Santos que incluso respetan y guardan los gobiernos. Es cuando se coloca en los templos el llamado túmulo o monumento en el que se reserva la Eucaristía y se organizan procesiones por las calles con imágenes y grupos representativos de la Pasión, llevados en hombros por los fieles que paso a paso, muy despacio, van cantando, expresando el dolor popular y pagando las consabidas promesas.
De acuerdo con la idiosincrasia y cultura de cada pueblo, la celebración de la Semana Santa varía, pero sin alterar su esencia. En torno a ella y a través de los tiempos se han tejido leyendas y consagrado costumbres que, como ciertos juegos y pasatiempos de los muchachos, le imprimen un sello característico.
En plazas de los pueblos del Estado Bolívar, en tiempo de Semana Santa, era  familiar ver a  niños y jóvenes jugar, después de los ritos religiosos,  Pares o nones utilizando el fruto del Paraparo o el Quiminduñe con mamones, granos de maíz o frijol. Fuera de las plazas y a  cualquier hora  del día, pero siempre durante la cuaresma y la Semana Santa, los muchachos jugaban la perinola de cuatro caras con las letras MSNT que significan: mete, saca, nada, todo; con la zaranda de taparita que canta, o con los trompos o peonzas que ruedaban calle abajo al grito exclamatorio de ¡Troya! ¡Al trompo! ¡Ni frío ni arrempujao que el que pique una cuarta fuera de mi trompo, pierde! 
(AF)

miércoles, 25 de marzo de 2020

“EL GUAYABO” DEL LLANERO VENEZOLANO


“El Guayabo” es un sentimiento de desengaño amoroso que el llanero venezolano suele expresar en su canto de arpa, cuatro y maracas, que muy pocos o nadie conoce de su origen.  Barrunto que el vocablo “Guayabo” proviene de la lengua del Quechuas, pueblo de la región andina de el Perú y Bolivia.  “Guay” que significa  dolor producida por caída” y “Guayabal” que denota “enervamiento o flojera”  El antropólogo Adrián Hernández Baño, que tuvo le generosidad de regalarme algunos de sus trabajos, investigó y dio en Venezuela  con toponímicos en lengua Quchuas, particularmente en el Estado Falcón. Y no es  de extrañar si nos atenemos a que los primero habitantes de Guayana y muchas partes de  Venezuela provenían de Sur América,  particularmente los Aruca o Aruakas, descendientes de los Tupis, primeros habitantes de  la América del Sur. En la lengua de los Arucas predominaba  ya como prefijo, sufijo o en mitad de la palabra, el monosílabo “Gua” que encontramos en nombres como Uruguay, Paraguay, Guayana,. Macagua, Guasipati, Guárico. Guanta, Cubagua, Guamache y Guayabo. (AF)  

domingo, 22 de marzo de 2020

SÁNCHEZ NEGRÓN: La felicidad es la gran idiota del universo



El poeta José Sánchez Negrón, a quien los escritores bolivarenses honraban con un Premio Anual de Poesía que llevaba su nombre, fue un poeta muy singular que practicaba como Jorge Luis Borges la filosofía esotérica.  Conocía de sus enseñanzas, de la doctrina y técnica para zambullirse en el mar del más allá y flotar con un comportamiento fuera de lo común.
     Sabía que iba a morir, pero no sabía cuándo.  Eso lo angustiaba y lo impulsaba a explorar más allá de los sentidos.  “…lo que no entiendo todavía / es que al nacer se nos acabe el día / y que al nacer se nos acabe el vuelo”.  Nunca pudo entender la muerte y por esa impotencia, en cierto modo, se trastocaba en asceta que se bebía el libro con las vísceras buscando la explicación de esa verdad escondida como arcano en alguna parte que la razón no encuentra.
     Y es que el autor de Limos de la Tierra, Los Ruidos del Mundo, Los Humos y las Voces  y Poemas Reiterativos, llevaba, antes de morir (1989), quince años estudiando la filosofía esotérica y dentro de ella quería ubicar su pensamiento y su poesía.
     Para el poeta, entonces, la poesía, desde el punto de vista esotérico, resultaba ser sencillamente el recuerdo del arquetipo divino  que tiene el espíritu al venir a la tierra. Decía que el pensamiento de Dios puebla el vacío del espacio que es su propio cuerpo.
     Y puesto que él establecía siempre una sinonimia entre poesía y belleza, resultaba virtualmente inexplicable encontrar belleza en algunos estados de su poesía donde se reflejaban ciertos desgarramientos socialmente dolorosos. Pero en el fondo la había porque la belleza y la verdad, como en el poema de Emily Dickinson, son hermanas.
     El, poeta al fin, se acusaba un obsesionado de la belleza y la belleza podía estar tanto en un poema como en el cuerpo de una  mujer de la estirpe de Irene Sáez a quien, según sus propias palabras, “nada le falta ni nada le sobra”.
     Por principio esotérico, no creía en lo bueno ni en lo malo porque no hay nada bueno ni malo en el mundo. Las cosas son justas o injustas y lo justo es bello y verdadero.
     Y aquello de que el poeta es tal porque dispone de una sensibilidad muy especial, no le cuadraba muy bien, prefería responder que nace con una predisposición y ese sentido se remitía al filósofo griego Platón cuando decía que las cosas no se aprenden en la tierra sino que se recuerdan.
     Se consideraba un elegido de la voluntad divina por lo mucho que había sufrido y puesto que dentro del esoterismo así se consideran los que sufren y por ello dijo o dice en uno de sus poemas que la felicidad es la gran idiota del universo.
     Solamente el sufrimiento es el que puede macerar y hacer cambiar y puede hacer subir la cuesta de rodillas. Para él era la única manera de llegar a Dios.
     Por eso se consideraba un poeta místico, no como comúnmente se entiende: alguien que está de rodillas todo el día frente a un ícono en una iglesia. No, él lo era pero en el sentido panteísta, pues amaba profundamente a la naturaleza que es como amar el cuerpo de Dios.
     Sánchez Negrón que siempre escribió su poesía dentro de los cánones del modernismo literario, sorprendió cuando publicó Sonetos Reiterativos. Entonces explicó que quería demostrar con ese su ultimo libro que nunca la forma es caduca. Que se puede renovar porque todo siempre es eterno como el ir y venir del mar.
     En ese libro hay un proceso dialéctico filosófico que acerca esos sonetos al Siglo de Oro.
     Cuando murió dejó una libreta llena con desconcertantes argumentos que pensaba desarrollar dentro del género del cuento siguiendo las huellas de “Los Hospitales del Infierno” (Premiado en el Concurso de Cuentos de El Nacional). Era sin duda un buen poeta, pero también un interesante cultivador de la narrativa, aproximado tal vez a Jorge Luis Borges, quien también era absolutamente esotérico. (AF)  

   

jueves, 19 de marzo de 2020

MURIÓ EX PRESIDENTE DE LOS FARMACÉUTICOS DEL ESTADO BOLÍVAR


 El doctor Alfredo Hernández, ex  Presidente del Colegio de Farmacéuticos del Estado Bolívar, murió en su residencia del Casco Histórico, muy cerca de su Farmacia que antes perteneció y fue fundada por Fitzí Miranda. 
    En cierta ocasión en que hablaba sobre el desaparecido y obligatorio turno Farmacéutico con el doctor Hernández, le tomé esta gráfica preparando un medicamento aún no industrializado.
      Me decía que el 12 de mayo de 1927, tras una campaña ciudadana para demandar el servicio, se implantó por primera vez en Ciudad Bolívar el turno farmacéutico nocturno que facilitó cubrir las emergencias que solían presentarse por requerimiento de algún medicamento no disponibles en los centro de salud pública.
       Las droguerías Berhens & Cía., Ochoa Pacheco & Cía, Luis Vicentini y Carrancas & Cía, que controlaban todas las farmacias y boticas de la ciudad, se reunieron con las autoridades de salud y convinieron en establecer el turno farmacéutico obligatorio.
          Los farmacéuticos comenzaron a agremiarse en 1882 bajo la Sociedad Farmacéutica de Venezuela, presidida por Teodoro Sturup. Entonces los títulos farmacéuticos se otorgaban a los médicos que cubrieran ciertos requisitos. Pero esa sociedad tuvo un largo receso que dio lugar en 1894 a la Sociedad Farmacéutica de Caracas y Venezuela, presidida por Enrique García, año en que se iniciaron en forma los estudios universitarios de farmacia.
          Esta sociedad corrió la misma suerte de la anterior hasta que en 1909 se creó el Centro Farmacéutico Venezolano que más tarde tuvo su seccional en Ciudad Bolívar. En la presidencia estuvo el doctor Antonio Lecuna Bejarano, farmacéutico valenciano que ejerció en Ciudad Bolívar y Upata durante 20 años y el cual se hizo famoso por lograr sintetizar el Babandí en gotas para curar la impotencia sexual.
         A las boticas y farmacias anteriormente señaladas se sumaron hasta mitad del siglo XX, la Botica Nacional, Santa Ana, Del Valle, Orinoco, Bolívar, Continental, El Águila, La Bello y El Porvenir. Esta última, propiedad de Antonio Rodríguez, la cual vendía de todo, incluso casabe y queso, agua del carmen, sulfas píldoras del doctor Ross, neolsarvarzan, goma arábiga, purgante de higuera, soluciones de yodo, emolientes y ciertos placebos que más que valor terapéutico tenían un efecto psicológico.
       El Colegio de Farmacéuticos del Estado Bolívar se constituyó en 1949, específicamente el 11 de septiembre. Para entonces mandaba en Venezuela una Junta Militar presidida por el coronel Carlos Delgado Chalbaud e integrada por los coroneles Marcos Pérez Jiménez y Luis Felipe Llovera Páez, este último nativo de Ciudad Bolívar. El gobernador del estado era José Barceló Vidal desde diciembre de 1948.
          Ese día 11 de noviembre de 1949, se reunieron en el local de la Farmacia Del Valle los doctores J. M. Montes Ávila, en representación propia y de Manssur Ruiz; F. Crespo, J. Loreto Rodríguez, Raúl Gambas, Juan Requesens, Corina Atías, Miguel Salmerón Gómez, Hernán Meinhard hijo, Fermín Bello Dalla Costa y Luis S. Carrasqueño, para constituir el Colegio y designar la Junta Directiva, la cual quedó presidida por el doctor Herman Meinhard, hijo; secretario, doctor Luis S. Carrasqero y tesorero, doctor Fermín Bello Dalla Costa. El Tribunal Disciplinario quedó diferido hasta tanto se formalizara la inscripción total de los farmacéuticos activos en el Estado, lo cual se cumplió en la sesión del 10 de enero del año siguiente cuando al fin se nombró el Tribunal integrado por los doctores M. A. Salmerón Gómez, J. A. Montes Ávila y Corina Atías.
         El doctor Fermín Bello no se aguantó mucho tiempo en la Tesorería, renunció y en su lugar fue nombrado el doctor M. A. Salmerón. 
    Así con esta Junta Directiva se inició el Colegio de Farmacéuticos del Estado Bolívar y por ella han pasado en calidad de presidentes, además del primero Hernán Meinhard; los doctores Juan Requesens, Fermín Bello Dalla Costa, Ramón Castro, Alfredo Hernández, Andrés Bello Bilancieri, Miguel Guevara Madrid, Pedro M. Casado Esteves, Orlando Urdaneta, Paúl von Buren, Jesús Martínez, Gilberto León, Diana Hernández, Bismark Ortiz, Saúl Gutiérrez, Marina López Mendoza, María Elena (AF)

miércoles, 19 de febrero de 2020

Las mariposas de Basanta y los perros de Obregón (Crónica del 97)



Gustavo Basanta me entregó su libro, en la esquina de El Sordo, una tarde salpicada de chanzas perrunas, incenti­vadas por unas declaraciones de Luis Carlos Obre­gón contra la pandilla del boulevard. Entonces me di cuenta que es tan diver­sa y numerosa la familia de los caninos que pudiéramos encontrarle a cada hu­mano su trasunto en una raza determinada, incluyendo al turco Nain Saloum, desco­nocido a diente y colmillo por su propio doberman una noche de palos, y al Pájaro Avelino que no por  tener alas como las mariposas de Gustavo Basanta, deja de cuadrarle el apelativo chihuahuense. Por supuesto, expresa su disgusto, así como lo expresó Ángel Bonalde cuando alguien le endilgó el San Ber­nardo. Tampoco se quedó en paz Chivi­ta cuando le encontraron parecido con el Malamute de Alaska; ni Freddy Bermúdez, híbrido de Pastor Belga con Chow-Chow, Martínez Barrios, con braco francés, Pinocho, con galgo ruso; Rojita, con uno de la raza beagle; Ramón Aray, mezcla de guache con mapache; Hugo Mendoza, con podenco; Tamborini, cruce de salchicha con pastor alemán; Londoño, con Doguino,  Manuel, con Lulú de Pomerania; el Chino Regil, con dogo y Gustavo Basanta con un Vi­ Fox Terrier de pelo liso.
              Pero si Gustavo en broma acusa los rasgos de un Fox Terrier, muy cierto, y esto sin broma, que es un artista del teatro, la poesía y la pintura, upatense muy de Angostura que conocimos hace años, cuando Milagros Mata Gil se explayaba en la risa constante del Guinpleine de Víctor Hugo.
             Bueno, decía que esa tarde, un lunes de zapatero, Gustavo Basanta me entregó  su libro pergeñado en la  computadora y de su contenido no me enteré por tanta espuma en el ambiente cani­no, sino a las tres de la madrugada cuando el gallo de la casa vecina me despierta.
         No pude enterarme  que es un libro de escenario, formato  breve y en suma grato y poético:  "Cuando las mariposas no queman sus alas". Ay de nosotros cuando las mariposas se achicharren bajo el que­mante resplandor del odio.
         Será el más aciago día, no sólo por tener los lepi­dócteros que volver a su primitivo estado de larva corrugada, sino por privarnos del tierno y her­moso espectáculo de colores que nos sustrae a una atmósfera de coincidencias capaz de desarmamos del egoísmo y prejuicio insano. Por eso, Gustavo invoca a las mariposas pensando en la conciliación racial y en la paz universal. Invoca los prodigios del agua que nos vivifica y comunica. La música con su ecuménico lenguaje. El canto, acaso como el de Violeta, Ne­ruda, Vallejos, Juan Rulfo, que dialoga con los silábicos latidos del corazón y nos hace sentir a todos, la existencia de unos dioses igua­les y compartibles como el pan y el vino aunque no lo crean las ideas de los hombres nuevos que estamos obligados a ceñir con esas cintas de colores que son las mariposas para que "tu patria sea mi patria, mi casa tu casa, tu voz. mi voz". Como la voz pura y sonora del montañés que al hombro su guitarra bajaba diariamente a dialogar con el pueblo a pesar de las represiones y el día en que lo invalidaron y le cortaron la garganta, su voz siguió con más fuerza invadiendo todo el orbe.

          La obra de Gustavo termina con una adaptación basada en el libro de cuen­tos "Guillermo Jorge Manuel José " es­crito por Mem Fox para los niños, esos seres diminutos pero en cuyo corazón abierto puede caber desde un pequinés hasta un elefante de circo y que además poseen la memoria más fantástica, esa misma que buscaba afanosamente el niño de cuatro nombres para llevársela, como al fin se la llevó, en una cesta a la nonagenaria que la había perdido.(AF)

JOSÉ ANTONIO PÁEZ


José Antonio Páez, un docente a carta cabal, nacido en Guasipati en 1944  carga sobre sus hombros  el nombre de un elevado prócer de la independencia,  y esto que podría acomplejar el ánimo de cualquiera,  ha sido, por lo visto, un lenitivo para él llevar adelante su profesión magisterial que parece culminar con ser el director fundador de la Universidad privada Gran Mariscal de Ayacucho luego de haber pasado por instituciones educacionales públicas.
            José Antonio Páez se desprendió de su tierra natal a la edad de 7 años para comenzar a educarse en Ciudad  Bolívar, pues quería ser maestro  y maestro fue al lograr su  título de  normalista, 1962,  en la Columbo Silva Bolívar que funcionaba en la avenida  San Vicente de Paúl y que años después fue transformado en Liceo.
Se inició como docente en la escuela Eduardo Viso, muy bien dotado para la enseñanza pues había tenido en su formación a docentes de la calidad de Luis Manuel Garrido, Lía Rebolledo,   Alejandrina de Anciani, Diomedes Túnez, Alfonzo Paraguan y Josefina Torrealba de Páez, su cuñada.

Pero no se quedó allí, siguió estudiando, obtuvo una maestría en Androgogía y trabajó en campañas de alfabetización al lado del profesor Félix Adams.  Otros postgrados, uno de ellos en España,  vigorizaron su vocación de docente integral que estuvo como compañera y aliado toda la vida a Argelia, con la cual tuvo dos hijos que siguen las huellas de sus padres. (AF)