jueves, 10 de junio de 2021

ANTOLINA

Antolina solía decir que era Anna Eleanor, la esposa del Presidente de los Estados Unidos, Franklin Delano Roosvelt, pero la morena y rolliza Antolina, colmada de collares y abalorios, juraba y perjuraba que era ella y para que ninguno entrometido lo dudara, sacaba de su seno la “partida de matrimonio” y los telegramas de los giros que su consorte le enviaba y que debía cobrar en el Banco de Venezuela. Sólo que el acta o partida de matrimonio redactada en papel sellado nacional y los mensajes telegráficos fechados de Washington jamás prosperaron en la taquilla del Banco. Antolina, siempre locuaz y animosa, discutía con buenos argumento a quienes pretendían con sorna poner en duda sus asuntos de viuda del Presidente de una de las potencias del mundo. Lo que nunca nadie le discutió ni puso en duda fue la muerte de su esposo ocurrida el 12 de abril de 1945. Allí estaba la foto y la reseña en el periódico que mostró a uno de los cajeros del banco cuando hizo cola y presentó por enésima vez el telegrama del giro en dólares que nunca pudo cobrar. Entonces, Antolina, en un sólo lamento se iba todos lo días al Terminal de Pasajeros a preguntar cuál autobús pasaba por los Estados Unidos. Al fin de tanto fastidio dio con uno que jamás pudo hacer escala en el norteño país, pues según las prodigas lenguas de este pueblo, se quedó seriamente accidentado en Bárbula. (AF)

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