lunes, 10 de febrero de 2020

UN NUEVO LIBRO SOBRE UPATA


Un nuevo libro sobre Upata del escritor Amable Orta Luciani llegó a mis manos, enviado desde Caracas, por el poeta y Coordinador de información de la Universidad Experimental (UNEXCA). José Quiaragua Pinto, escrito en prosa y verso y que rememora las casas, calles, paisaje urbano y ambiente bucólico de la Upata de sus primeros años, antes de radicarse en Caracas donde estudió y se realizó como profesional de las letras hasta el día de su muerte ocurrida en 2011.
Orta Luciani, nacido en Upata en  1938, era miembro de la Asociación de Escritores de Venezuela donde fue admitido como poeta, narrador, ensayista, fundador de la revista “Rendija”. así como de varios libros, entre ellos, ”Algún lugar, ninguno”, con dos ediciones.  El libro “Upata, los días del antaño vivir” fue su última obra, puesto que fue publicada en 2011 por el Fondo Editorial de la Universidad Marítima del Caribe y en ella el autor drena la nostalgia del tiempo vivido y el padecimiento que significa  retornar acaso por el desencanto de no encontrar lo que la dinámica inconsciente de la vida  suele alterar o sepultar.  Pero, no obstante,  el amor por la tierra no lo detiene y fue así lo que presentía que ya no pudo pensar en volver sino en estas letras que al discurrir van evocando las cosas sencillas que suele magnificar la fantasía propia de la niñez: el canto de las aves, las siluetas del amanecer, las bisagras gastadas de las puertas que iluminan la bodega del Raspón, punto de referencia de todo el vecindario que lo vió crecer hasta los catorce años, cuando la algarada de la escuela Humboldt se perdió en el viento de la ausencia como se perdió sin poderlo encontrar de vuelta aquel policía con el nombre del padre de la patria que sancionaba a los padres cuando el muchacho no llegaba temprano o, simplemente, no iba a la escuela según decía la maestra.  Cuántas cosas se han perdido en la evolución del modo de vivir: la oscuridad excitante de  fantasmas y duendes que jamás pudieron ahuyentar las lámparas de kerosene o de carburo sino las bombillas de Thomás Alva Edison.
Nunca su madre Evangelina  le había contado la historia de su padre Miguel Luciani nacido en Córcega, enriquecido con el oro de  Caratal y degollado por chácharos gomecistas manejados por el Jefe civil del lugar que quiso de esta forma apoderarse de sus bienes, ni de su abuela Concepción Acevedo de Tayhadat, primera periodista venezolana, Luego que lo supo, digo yo, pudo quizá descifrar su vocación literaria.  Aquel relato materno lo impresionó tanto como el desfiladero del Purgo camino de Altagracia que su Madre solía pasar rezando la oración de San Marcos de León o elevándole plegaria al Ánima de Parasco señalado por una cruz en la roca del camino de los arrieros,  muy cerca quizás de María Chiquita, que comía hormigas y se bañaba con agua de orégano para mantenerse joven, longeva y también para blindarse contra el impacto alucinante de  tropeles y  caballos de Piar y de Tomasote, fiero soldado de él la batalla de Chiica,  (AF).


No hay comentarios:

Publicar un comentario