sábado, 19 de noviembre de 2016

Topiro, Javia y Pijiguao

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Alejandro de Humboldt cuando exploró el Alto Orinoco, acompañado de Amadeo Bonpland en su extraordinaria como inigualable aventura científica, le llamó la atención una fruta que consumían los indígenas y la cual identificaban como Topiro. 
         Esa fruta de consumo humano, prácticamente desdeñada, que no ha podido trascender ni replantado el árbol  en otros predios de la civilización actual, ha sido objeto de estudio por Luisa Torres de Martí, profesora de la Escuela de Biología de la Universidad Central de Venezuela, adscrita al Departamento de Genética,  y según ella, la fruta del Topiro tiene propiedades alimenticias que por su alto valor puede ser una fuente de ingresos si se la cultiva con fines de explotación.
         El Topiro, del mismo tamaño de la mandarina, es muy jugoso y de un sabor ácido que no por tal deja de ser grato al paladar.  La planta no llega a una altura superior de los dos metros y su fruto es de gran valor nutritivo debido al poder vitamínico contenido en su jugo.  Por otra parte, la planta tiene notable resistencia a las enfermedades del trópico y  en ese sentido se parece mucho al Merey.  Humboldt observó que los indígenas maquiritare y waica la ingieren como parte de su dieta diaria.
En el Jardín Botánico de la Universidad Central ya se han hecho experimentos mutagénicos a fin de establecer las bases para la explotación en gran escala, con lo cual se incluiría un estimable renglón a la fruticultura criolla. Sin embargo, en el Jardín Botánico del Orinoco no ha sido cultivada esta planta descrita por Humboldt.  No creo sea por la falta de recursos para las expediciones de investigación que esta obligada a hacer en el interior de Guayana. 
Al doctor Paúl Von Büren,  cuando era Presiente de la Fundación, le pregunté y me dijo no conocer la planta, pero sabía de su existencia en el Alto Orinoco y en el Amazonas y por la literatura que acopia la describe semejante a  otra conocida como Lulú o Cocona. 
Se ha observado  que es muy ramificada y que carece de espinas, no se conocen cultivos urbanos, es ácida, de propiedad astringente, no contiene azúcares y suele ser consumida en el Alto Orinoco en estado natural, es decir, cruda, y también en refrescos, jaleas y mermeladas.
Entre otros frutos que consumen los naturales del Alto Orinoco está asimismo la juvia, cuya cosecha celebran con danzas.  La juvia es uno de los árboles más notables de la selva.  Comúnmente se conoce como castaña, maduran a últimos de mayo y son del tamaño de una cabeza de niño.  El sabor es muy agradable, de abundante aceite y tan solicitada por los indígenas, mucho más que los pijiguaos difícil de trepar por su gran sumatoria de espinas.
El Pijiguao es una planta que mide hasta más de 25 metros de alto, apreciada y cuidada por los aborígenes porque les da unos frutos deliciosos que ellos cosechan anualmente sin tener que cortar la mata. Se preguntarán ustedes, cómo hacen para obtener los frutos si todo el tronco está lleno de espinas? Ellos se las arreglan inteligentemente. Han inventado un andamiaje de lianas y por ellas trepan con agilidad felina sin que los alcancen las púas. Los indios son conservacionistas por naturaleza. Se diferencian bastante de aquellos aventureros que, para lograr el Bafatá, el caucho o el Pendare, muchas veces tumbaban el árbol por la comodidad de practicarle sin mucho riesgo las incisiones en el suelo.  Así de esa forma ignorante como depredadora fueron acabando con las plantas mientras los científicos exploradores llevaban las semillas a otras tierras, tan buena como las de Guayana para ser cultivada a gran escala. (AF)



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