Recopila las crónicas que diariamente vengo publicando en el Correo del Caroní y Red Social
lunes, 8 de agosto de 2022
SOLEDAD, REFUGIO DE CABALLO MEGRO
El 17 de enero de 1952 comienza el Caballo Negro de Ciudad Bolívar a anunciarse por las páginas del vespertino de los Suegart como un bar de familia, pero a la larga, perdió esa condición por lo cerrado de la sociedad guayanesa y también por el hecho de ser para entonces el único bar nocturno de la ciudad, muy frecuentado por corsos o descendientes de corsos y sus amigos luego que cayó en manos de Roberto Bryant (en la foto), un francés muy gentil que llegó allí por accidente a trabajar de Barman cuando el Caballo Negro era regentado por un holandés.
Lo cierto es que Roberto en el 56 aprovechó una herencia que le dejó su padre muerto en Paris para comprar el Caballo Negro, a donde iba a solazarse y animar la tertulias Kilo Battistini, Andrés Palazzi, Pedro Battistini, Camilo Perfetti, Álvaro Natera, Alejandro Natera, Oscar Figarella, León Guevara Enet, Edgar Vallée Vallée, los Granatti, el profesor Marcos Peña Bouchard, el profesor Luis Pasarela, Saúl Andrade, Manuel Alfredo Rodríguez, Mario Jiménez Gambús, Frank Arreaza, José Díaz y toda una cáfila de deleitantes como Roberto Liccioni que con su voz de tenor se atrevía a competir con la Rockola allí dispuesta a la entradas, aunque casi siempre silenciosa porque más interesantes resultaban las tertulias sobre negocios, música y literatura que terminaron iluminando el cerebro y el espíritu de Roberto.
Como hecho curioso, el doctor Raúl Leoni fue llevado por Pedrito Battistini al Caballo Negro, pero se negó entrar, se quedó en la puerta comiéndose una hamburguesa que Roberto las preparaba mejor que Oldeburg. Leopoldo Sucre Figarella estuvo apenas en dos ocasiones, pues más le atraía “L´Tucan” convertido finalmente en el “Blue Star”, administrado por una mujer muy simpática llamada simplemente Gladis.
El Caballo Negro funcionaba en un Chalet de madera montado sobe una pivotes a modo de palafito, propiedad de Roberto Liccioni y allí mismo vivía Roberto, quien era casado con una hermana del poeta John Sampson William y tuvo con ella dos hijos, profesores universitarios. Después que unos malandros le quemaron el Caballo Negro una noche del 9 de marzo de 1990, Roberto compró un trailer desechado del Campamento de Guri y lo ubicó EN Soledad, justamente en las faldas del Cerro La Encaramada donde el armador Alberto Minet construyó un chateau. Allí asistido por Oscar Castro (Corocoro), el pescador más antiguo del Orinoco, sembraba piña y lechosa hasta que una catarata y la diabetes acabaron con su vida cuando todo el mundo creía que tenía siete vidas como las de un gato negro.
Oscar Castro (Corocoro), con su casa muy contigua al Trailer, cuidaba de Roberto en los momentos más críticos de su diabetes. Lo mismo que la esposa de Corocoro, Margarita y la otra Margarita, la esposa de Minet en la parte alta del cerro.
Corocoro era un poco mayor que Roberto, pero con la contextura noble y recia del pescador del Orinoco, y a quien, dicho sea de paso, ya se le había olvidado su nombre porque la gente lo obligó desde muchacho a responder por “Corocoro”. Estuvo sesenta años pescando en el Orinoco cuando vivía en la misma orilla del río padre, siempre fumando cachimba y remendando redes durante su tiempo de ocio.
Oscar Castro, además de pescador fue fiscal de pesca y caza hasta que el MAC lo jubiló después de haberle servido durante treinta años. Entonces era sesentón y cuando cuidaba de Roberto, era nonagenario. Toda la vida fue un guardián y cuidador. Cuidaba Corocoro las tortugas de Pararupa y también las bocas de los caños contra el aldrin y el barbasco que suelen emplear los enemigos de la fauna orinoquense. Pocos días antes de morir el hombre insigne del Caballo Negro que busco finalmente refugio en la vecina Soledd,Corocoro le pescó un Morocoto. (AF)
domingo, 7 de agosto de 2022
QUIARAGUA, UN POETA NACIDO EN EL MES DE LA SAPOARA
El poeta José Quiaragua Pinto, quien además es periodista, cumple hoy 8 de agosto (1949) setenta y SEIS años, según nos ha comentado desde Guarenas acostado en una hamaca leyendo a Charles Baudelaire, el poeta maldito, según Verlaine, ¡Qué dicha!
Lo conozco desde muchacho cuando tiraba el anzuelo en el Orinoco y más cuando asumió en 1981 la dirección de la Revista Tricolor del Ministerio de Educación y me pidió colaborara escribiendo estampas infantiles como lo hacía en la revista Uyapar de la CVG, Él que se venía desempeñando como Jefe de Redacción de la revista, asumió la dirección en reemplazo de la periodista Liliam Bermúdez. Bajo la conducción de ambos la revista venezolana para niños, recibió el Premio Nacional de Periodismo y el Internacional Mercurio de Oro otorgado por un grupo italiano con sede en Roma. Estuvo hasta 1986 y después pasó a ser Jefe de Publicaciones y Jefe de División de Prensa del mismo Ministerio de Educación siendo su titular el doctor Rafael Fernández Heres.
Pasó luego el poeta a encargarse de la Jefatura de Relaciones de la Universidad Nacional Abierta durante tres años. Asesor de la Gerencia de Asuntos Públicos de Mavesa; Secretario Ejecutivo de Asofloresta (Instituto Médico La Floresta). Coordinador de Relaciones institucionales del Colegio Universitario Cecilio Acosta y actualmente desde el 2005 Jefe de la Unidad de Medio de Universidad Politécnica Francisco de Miranda, en la esquina de Mijares.
Ha publicado El Escriba y La Luna de Oro en 1983 editado por el ME. Cantares del Reino, de la editorial Espada Rota (1996). Sol Reunido, de la editorial El Perro y La Rana, del Ministerio de la Cultura.
Su poesía ha sido publicada en la Revista Manatí, de México, Revista Cueyu internacional. Sus trabajos poéticos aparecen en la Antología de la Poesía Rebelde de América Latina (México) En la muestra de la poesía venezolana del Estado Bolívar y Delta Amacuro de Ediciones Fundarte. Antología de la Poesía amorosa venezolana, ediciones La Espada Rota.
Aquí en Bolívar se inició en el Grupo Araña junto con el artista plástico Oswaldo Páez del Nogal, José Franchi, Enrique Aristeguieta, José Laurencio Silva y Alí Quiaragua. Militó en el Grupo Boom junto con Abraham Salum, Héctor Silva Olivares y Silfredo Martínez.
José Quiaragua Pinto, quien también dirigió el Semanario “Juventud” de Ciudad Bolívar, nació en El Pao y studió en el Grupo Escolar Estado Mérida cuando Domingo Maestracci era director; bachillerato en el Tomas de Heres y Liceo Peñalver y Periodismo en la Universidad Católica Andrés Bello, en Caracas donde arreció amoresl con Elena, su actual esposa.
Durante su visita a Ciudad Bolívar invitado por sus antiguos compañeros de estudios, bautizó su poemario “El Escriba y la Luna de oro” y anunció la edición especial de la revista Tricolor dedicada al Príncipe de las letras americanas, don Andrés Bello, al cumplir 200 años de su natalicio. El Ministerio de Educación dedicó el No. 235 de la Revista Tricolor a la vida y obra de este humanista nacido en Caracas.
En esa edición especial aparecieron los siguientes trabajos de literatura infantil: “Dos Jóvenes caraqueños: Bello y Bolívar” de Manuel Pérez Vila; “Fecunda permanencia de Bello en Londres” de José Luís Bastardo; “Bello Periodista”, de Américo Fernández; “Época de Bello en Caracas”, de Miguel Ángel Mudarra; “Andrés Bello frente a Miranda”, de Alfonso Rumazo; “Andrés Bello Educador”, de Guillermo Morón; “Bello y la Independencia”, de Pedro Grases; “Andrés Bello Jurista” de Rafael Naranjo Ostty; “La Casa de Bello” por Oscar Sambrano Urdaneta y “Silva a la Agricultura de la zona tórrida por el propio Andrés Bello. Todos los trabajos fueron ilustrados por niños de diferentes establecimientos educacionales de la capital metropolitana, donde labora este poeta sin edad no obstante el siete que hace rato alcanzó el cero y gratamente amenaza con extenderse. (AF)
sábado, 6 de agosto de 2022
SOLEDAD Y EL VARADERO DE ALBERTO MINET
Alberto Minet, integrado a Guayana desde 1947, abortado por la Segunda Guerra Mundial, se convirtió en un armador de barcos, muelles y barcazas que fortalecieron la navegación por el Orinoco.
Don Antonio Levanti, su paisano, quien falleció el 8 de junio de 1968, a la edad de 84 años, natural de Marsella, era dueño de la Compañía Anónima de Transporte Fluvial que hacía el transporte en chalanas entre Soledad y Ciudad Bolívar, pero eran chalanas de madera y para competir con la iniciativa de la sociedad Inaty y Lugo en la introducción de chalanas de hierro, se trajo a Ciudad Bolívar en 1948 a su paisano francés Alberto Minet, quien tenía experiencia como armador.
Minet se hallaba en Caracas desde 1947, a donde llegó vía Puerto La Cruz en un barco carguero, trayendo consigo solo una maleta, una liviana máquina de escribir y 600 dólares. Atrás había dejado el desastre de la guerra donde sirvió en una subterránea fábrica de aviones de caza.
Levanti quien operaba en sociedad con Félix Tomassi y Enrique Planchart, ofreció todas las facilidades a Minet y éste improvisó un varadero en La Trinidad donde fabricó las primeras chalanas de hierro, entre ellas, La Múcura, nombre que respondía a una guaracha muy de moda para la época y en cuya letra el pueblo encontraba un mensaje que asociaba negativamente con la dictadura del general Marcos Pérez Jiménez.
Minet en su varadero de La Carioca (Trinidad), que finalmente reubicó en Soledad, comenzó a ser solicitado desde todas partes para intervenir como armador en las más complejas operaciones de ingeniería náutica, incluyendo los primeros muelles de la siderúrgica. Pero también Minet tenía sensibilidad para las artes plásticas. Su sensibilidad artística lo había llevado a ser un fiel visitante de los museos, pasando mucho de su tiempo libre admirando las pinturas de los grandes, de los cuales muchos se quedaron grabados en su memoria. Probablemente, después de 70 años, en un corto periodo, donde libre por pocas semanas, de los problemas de su vida, sacó su caja de pastel, para principalmente comprobar que le quedaba algo de su juventud. Logró hasta el día de su fallecimiento, al lado de su fiel e inseparable Margarita que todavía vive en las colinas de Soledad, un poco más arriba del atracadero de Óscar Castro, alias “Corocoro”.(AF).
viernes, 5 de agosto de 2022
DE SOLEDAD PESCADOR MÁS VIEJO DEL ORINOCO
De la vecina Soledad era Óscar Castro, el pescador más antiguo del Orinoco, que se vino a morir hace poco a Ciudad Bolívar, siempre lo visitaba y me narraba sus vivencias en el gran río. Un buen día me contó sobre el Manati, gigante de las aguas que mide hasta cuatro metros y puede vivir medio siglo, si es que lo dejan vivir porque como otros pisciformes del mar y del río, también tiene voraces depredadores que no respetan su tamaño para atraparlo de alguna forma y aprovechar tanto su piel como la grasa, la carne y huesos.
Oscar Castro, alias Corocoro, el pescador más antiguo del Orinoco, sostenía que la carne de este sirenio tiene según sus partes y color, sabor de cordero, de res, cerdo y lau-lau. Que tenga sabor de lau-lau no extraña porque, al fin y al cabo, ambos se alimentan de gamelotes, ramas y frutas.
Corocoro, quien llevaba 60 años pescando en el Orinoco, vivía en la margen izquierda del río, al borde de la colina donde el armador Alberto Minet construyó la casa más placentera de Soledad, desde donde se domina el empinado casco urbano de Ciudad Bolívar y la Piedra del Medio que mide las subidas y bajadas del río.
Oscar Castro, además de pescador fue fiscal de pesca y caza hasta que el MAC lo jubiló después de haberle servido durante 30 años. Entonces era sesentón. Cuando me contó lo del manatí era octogenario. Siendo fiscal cuidaba de la fauna, del manatí, las toninas y muy especialmente de las tortugas de Pararupa y también las bocas de los caños contra el aldrin y el barbasco que suelen emplear los enemigos de la fauna orinoquense.
Cuando comenzó a ser fiscal de pesca, asistió a unas cuantas charlas y aprendió muchas cosas, entre ellas, lo que significaba continuar sin control con la captura del caimán, la tortuga arrau y el manatí. Eran piezas de la fauna orinoqueña que corrían el riesgo de desaparecer por la forma intensa e irracional de su explotación.
Castro contaba que de estos anfibios, el manatí es el que está en desventaja. Quedaban pocos, acaso menos de un centenar, incluyendo no sólo los que pueblan el Bajo Orinoco y Apure sino también el Delta y el Golfo de Paria.
El amigo Oscar Castro nos configuraba el manatí como un zeppelín, de un tamaño que puede variar entre tres y cuatro metros en su estado bien desarrollado. Su trompa, vista de perfil, se asemeja a la de un cerdo y de frente alienta el aire de una tortuga. Delante, a manera de brazos cortos tiene dos aletas y en la parte posterior sólo la cola, la cual termina en un borde redondeado.
El color de su piel, gruesa y rugosa, varía de acuerdo con el ambiente de su hábitat. En el mar, gris azulado y en el río, pardo claro. Es manso, fácil de capturar con palangre y arpón, especialmente en tiempo de aguas bajas.(AF)
miércoles, 3 de agosto de 2022
TRANSPORTE ENTRE SOLEDAD Y CIUDAD BOLÍVAR
Las barcazas de madera que hacían el trasbordo de vehículos, carga y pasajeros entre Soledad y Ciudad Bolívar, fueron suplantadas a partir de los años cuarenta por chalanas de hierro en cuya fabricación in situ tuvieron directamente que ver el comerciante libanés Jorge Inaty, el náutico y soldador Del Valle Lugo y el armador francés Alberto Minet. Paralelamente a este servicio se desarrolló otro de lanchas de pasajeros que aún se mantiene no obstante la construcción del Puente Angostura sobre el río Orinoco puesto en servicio el 6 de enero de 1967.
Soledad, siempre a la orilla y obediente a los caprichos del río, no ha sido como Ciudad Bolívar, tan afectada por las periódicas crecidas del Orinoco. La cota en ese frente está mucho más elevada, de allí que antes de la capital angostureña amurallarse, muchos citadinos ribereños buscaban refugiarse allá en tiempos de crecida.
No obstante la denotación de su nombre, podríamos decir que ya Soledad no está tan aislada. El puente de acero que cuelga sobre dos torres, entre Punta Chacón y Playa Blanca, la ha consustanciado más con la capital bolivarense y palpita con ella al ritmo de su crecimiento demográfico y hasta de su propia historia.
Antes de erigirse el fortín San Rafael con un cañón sobre la piedra más alta, pasó por suelo soledadense muy abajo el fraile Andrés López, rumbo, como Cristo, al sacrificio porque los indios de Mamo debían cobrar en él la pena de sentirse tristes. Y pasaron también muchas caravanas imanadas por la codicia de El Dorado. Y pasó Solano, el expedicionario de límites, y dejó aquí sembrados un hito y una piedra tan grande como “La Encaramada”, vis a vis, con la otra parte del río, donde habría de nacer como pequeño burgo medieval la Nueva Santo Tomás de la Guayana, la que después se llamó Angostura y finalmente como el héroe de mil batallas.
Y Solano se fue y vino la Orden del Rey y vino Guido y vino Joaquín Moreno de Mendoza y vino Manuel Centurión y surgió la ciudad que se ennobleció sobre la roca y las vicisitudes de la guerra emancipadora, y Soledad siempre allí, a 400 toesas. Ahí ha estado siempre inamovible, lejos del Neverí y del Manzanares, manantiales de un progreso que apenas si llegó hasta ella, contenido por la distancia esteparia.
Soledad es retazo de una fantasía de grandeza que enerva la mente de sus propios pobladores. Aquí sólo llegó lo que pudo en aquel amanecer tras la conquista, pero quedó la grandeza espiritual de su gente, la perseverancia y voluntad del sacrificio. Fueron los soledadenses precisamente el brazo principal de los patriotas que enfrentaron a Fernández de la Hoz cuando aún Guayana no lograba comprender el grito republicano y estuvo tres décadas después con los liberales cuando “El Filántropo”, periódico hebdomadario, acomodó aquí su trinchera, nada altiva por su odio, pero montada sobre un ideal de renovación democrática, al que todavía se oponen los conservadores del atraso, y a los cuales, por desgracia, debe Soledad muchos de sus males poco apaciguados(AF
martes, 2 de agosto de 2022
DEARROLLO URBANÍSTICO DE SOLEDAD
El desarrollo urbanístico propiamente dicho de Soledad no se da sino a partir de los años treinta, cuando a su importancia socio-económica como cabeza de puente de Ciudad Bolívar, se suma la influencia de la explotación petrolera de El Tigre por parte de la concesionaria Venezuela Gulf. Al frente de Soledad se hallaba en 1934 como primera autoridad civil el coronel Félix M. Figueroa quien acometió la ejecución del Paseo Guzmán Blanco y de las calles Alí Gómez, Maracay y Anzoátegui. (AF)
lunes, 1 de agosto de 2022
SOLEDAD CABEZA DE PUENTE
A partir de 1913 cuando el automotor fue introducido en Guayana desde Caracas, Soledad, como cabeza de puente, comenzó a experimentar cierto interés. Todo era sabana desde Barcelona hasta la ribera del Orinoco y las ruedas de los primeros vehículos trazaron con lógica muy práctica lo que sería finalmente una vía de comunicación terrestre importante con el litoral y centro de la República.
Los vehículos, carga y pasajeros, llegaban a Soledad y de allí trasbordados a través de barcazas hasta el puerto de Ciudad Bolívar. El 20 de julio de 1915, Soledad se puso en el primer automóvil, un Ford importado por los señores Bermúdez Hermanos y Francisco Palermo, con el cual querían evitarle las molestias y dificultades que sufrían los bañistas que de la propia Soledad y Ciudad Bolívar se dirigían a los Chorros del río La Peña y La Romana. A estos últimos se les atribuía cierta termalidad medicinal aprovechada por enfermos a quienes la ciencia de Yaguarín no podía devolverles la salud. Yaguarín era brujo famoso que vivía en la Canoa y todo lo curaba prescribiendo alcornoque mezclado con raíces de arestín (AF)
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