miércoles, 30 de agosto de 2023

MUERTE DE LUCILA PALACIOS, ESCRITORA BOLIVARENSE

Cuando me encierro a escribir, escribo solamente, porque leer entonces es como pecar y el pecado es condenable. Era tan original que temió siempre las influencias, aún en ese estado indirecto de la lectura. Evitaba que sus creaciones literarias nacieran con el pecado original de la lectura. Si tenía que leer, se leía así misma. De manera que durante la concepción y el parto se alejaba de influencias extrañas. Se prefería a ella sobre todas las producciones literarias. Procuraba que su obra fuera pura como el agua profunda de los manantiales. Acaso pura como el pájaro moriche de su novela “Orquídeas Azules” resistido a dejar la selva porque enamorado estaba de una flor. Ella, en cambio, tuvo que abandonar a Ciudad Bolívar, porque desde el Ávila podría contemplar y vivirla mejor, sin la fiebre terciana y otras zoonosis de la selva que asediaban su existencia a riesgo de una vida menos longeva que la vivida. Porque el jueves 31 de agosto cuando dejo de existir, precipitada su muerte por una caída, Mercedes Carvajal de Arocha ya era nonagenaria. Había vivido más que Gabriela Mistral, la siempre humana y lírica poeta chilena de cuyo nombre legitimo (Lucila Godoy) tomo parte de su seudónimo literario para adicionarle el de Palacios es un intento por acercarse al Libertador a través de su madre Maria de la Concepción Palacios. El seudónimo Lucila Palacios surgió en la plaza de Tucupido, entre maestros y amigos de su marido muerto en Londres. Con ese seudónimo publicó su primer trabajo literario en los periódicos “El Unare” (de Guarico) y “El Luchador” (de Ciudad Bolívar). Se trataba de un cuento costumbrista captado de la propia existencia de personajes de la calle cuyas voces llegaban al balcón del hotel de Tucupido donde se hallaba hospedada. Lucila nació en puerto España (Trinidad) en mayo de 1909 cuando el capitán Cecilio Farreras se alzó contra el Gobernador Julio Sarría Hurtado. Su familia retornó a Ciudad Bolívar después de los 40 días de nacida. Su vida transcurrió en el inmueble que es hoy sede de la Biblioteca Rómulo Gallegos y desde allí irrumpió a arengar al pueblo en pro de sus derechos conculcados el día en que falleció el dictador Juan Vicente Gómez. Lucila fue la primera en tomar las calles. La primera en convocar al pueblo y arengarlo en dirección hacia una toma de conciencia a favor de su legítimo derecho a ser libre y darse libremente su gobierno. Se montó sobre uno de los barcos del paseo Falcón y sintió bullir en sus venas la sangre literaria de sus abuelos allí a su lado dándole apoyatura a sus piernas estaban Alida Gambús y Consuelo Estéfano. Solo faltaba el joven Guillermo Benzel, quien desde el día anterior era preso del presidente del Estado, Antonio Alamo, por haber gritado ¡Abajo la dictadura! Tras la caída del Dictador regresó del exilio su tío Félix Montes, recibido por ella en Caracas. Luego, durantes tres años, siguió a su esposo por San Fernando y Tucupido hasta radicarse
definitivamente en Caracas que todavía exhibía sus techos rojos, sin que por ello perdiera la visión del Orinoco. Lucila justificaba su permanencia en Caracas porque el clima le asentaba bien a su salud y el medio había sido favorable para escribir la mayoría de sus treintas obras clasificadas entre novelas, cuentos, dramas y ensayos. Los buzos (obra premiada en Cuba, 1939) Tres palabras y una mujer (premiada en el concurso de la Asociación Cultural Interamericana, 1943) El Corcel de las Crines albas (premio Arístides Rojas); Cubil, El día de Caín (accesit premio nacional de literatura, 1960), Tiempos de siega, Orquídeas azules, Signo en el tiempo, La piedra en el vació, Reducto de Soledad, Cristal de aumento, Cinco cuentos del Sur, Ayer violento, Poemas de la noche y el silencio, Espejo Rodante, son sus obras más conocidas. De ellas, la mayor resonancia fue “El Corcel de los crispes albas”, la cual expresa el drama social del contrabandista margariteño. Pero ella solía decir en sus tertulias que personalmente prefería su libro “Tiempos de siega”, tal vez porque lo trabajó intensamente. Un tema fundamentalmente sociológico que apunta hacia el tránsito de una mujer que era todo amor, desprendimientos y entrega total, a la situación de amargada y avara. “Tiempos de siega” se ambienta en Ciudad Bolívar al igual que “Orquídeas azules”. Esta última se recrea a una leyenda guayanesa que cuenta la forma como un pájaro moriche se resistía a dejar la selva por estar enamorado de una flor. En una obra teatral montada en Caracas con música de Maria Luisa Escobar. La poesía también cautivo a la escritora, pero debió alejarse por considerarla que se sentía enteramente realizada en la narrativa. Solo se conoce de ella “Poemas de la noche y el silencio” publicado en 1964. Fue diputada a la Asamblea Constituyente del 45 y luego senadora por el Estado Bolívar. Durante las gestiones de Rómulo Betancourt y Raúl Leoni se desempeñó como Embajadora de Venezuela en Uruguay- Primera mujer venezolana que asumía esa responsabilidad como igualmente fue la primera en ingresar a la Academia Venezolana de la Lengua. (AF)

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