sábado, 4 de septiembre de 2021

LA VIRGEN MARINERA

Entre los años 30 y 40 del siglo anterior y que lo diga el romancero de Guayana Héctor Guillermo Villalobos, la mayor fiesta religiosa era la que los bolivarenses le prodigaban a la Virgen del Valle, el mes de septiembre. Esto hace suponer lo grueso de la población oriental en la ciudad, aunque desde tiempos del Obispo Sixto Sosa, la Virgen Marinera es la patrona de la Diócesis de Guayana, no obstante ser Nuestra Señora de las Nieves Patrona de la ciudad capital y Santo Tomás, el de ver para creer, patrono de Guayana desde 1595. Lo cierto es que la devoción por la Virgen del Valle se mantiene, aunque virtualmente arrinconada en el barrio que lleva su nombre, con santuario erigido por la propia comunidad con ayuda sustanciosa del Ejecutivo Regional cuando su titular era Antonio Rojas Suárez, devoto de la Virgen por herencia güireña. Se ha dicho siempre que el fundador de ese barrio fue el Arzobispo Crisanto Mata Cova cuando damnificados del Orinoco corrieron en su auxilio. De allí que el ex presidente Municipal Antonio José Grimaldi lo haya criticado como el primer invasor de tierras ajenas, pues las antiguas tierras de La Mariquita donde se levanta el Barrio Virgen del Valle, pertenecían desde el siglo diecinueve a un señor de apellido Pinelli que le dio albergue en la misma a Jean Chafanjón y Augusto Morise cuando hicieron escala en la ciudad rumbo hacia los nacimientos del Orinoco. Las fiestas de la Virgen del Valle en la ciudad, transcurría prácticamente en la playa del Orinoco cuando era larga, suelta y arenosa. No había muro que la atajara como ahora. La gente bajaba airosa con sus trajes domingueros. Había alegría, había bullicio frente a los barcos de todos los tamaños, pintas y colores, todos embanderados, con remos y velas listas para zarpar en cortejo tras la ornada lancha patrona de la virgen marinera. Entonces llegaban al puerto fluvial de la ciudad flotillas de todos los pueblos ribereños, saludando y venerando a la virgen, con su gente, con sus cantos y sus flores. Veinte jóvenes sacaban sobre sus hombros a la Virgen de la Catedral al ritmo de las seis campanas que desde lo alto de la torre hacía sonar el sacristán. La procesión se movía lenta bajando la cuesta hasta la playa donde era recibida entre cantos, cohetes, promesas y oraciones. La imagen de la Virgen del Valle de la Catedral, tallada en madera, de 1,60 metros, fue hecha en Barcelona de España y trasladada a Ciudad Bolívar en 1936, totalmente costeada por la matrona bolivarense Consuelo Pérez de Quejeiro, agradecida por un milagro de la antiquísima virgen de los guaiqueríes. Esta imagen, curiosamente, no es posible verla en la Catedral durante el año sino desde el 5 hasta el 8 de septiembre, aniversario de la Natividad de la Virgen María y aniversario de su Coronación Canónica. Esto se debe a una circunstancia muy particular que data desde el mismo año 1936 cuando la trajeron. La señora de Quejeiro no estuvo de acuerdo con el lugar que le asignó en la Iglesia Catedral el Obispo de la Diócesis, Monseñor Miguel Antonio Mejía, y optó por conservarla ella en su propia casa de la calle Dalla Costa No. 41, donde permanece y es temporalmente trasladada a la Catedral para los tradicionales ritos religiosos en su honor. Cuando la señora Consuelo Pérez de Quejeiro falleció, la señora María de Torres, heredera universal de todos los bienes de Consuelo quedó, por devota y fuerza de la misma herencia, con la obligación de cuidar de la imagen y de sus fiestas. La señora María de Torres falleció casi centenaria y su hija Gladis Torres Pire, asumió como heredad la tradición de cuidar de la imagen y llevarla a la Catedral al comenzar septiembre para las festividades en su honor que se inician el 5 y finalizan el 8. Lo mismo hace Jesús Millán en el barrio de su nombre. (AF)

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