jueves, 21 de septiembre de 2023

1• Don Rafael Lezama Baquiano de Gallegos

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por los Caminos de Canaima Ciudad Bolívar, 22.09/77 (El Nacional, Américo Fernández) Don Rafael Lezama, baquia¬no de Rómulo Gallegos por los caminos de Canaima, dejó de existir anoche en esta ciudad a causa de los males propios de su vejez. Contaba noventa años. Lezama, padre de la doctora Gloria Lezama de Casado, Juez de Menores, recordaba muy po¬co la última vez que hablamos con él de cuando Rómulo Galle¬gos estuvo en Guayana toman¬do datos para su novela Canai¬ma. "Es posible que haya sido en¬tre marzo y abril de 1930, tiem¬po del dictador Juan Vicente Gómez en Miraflores y de don Toribio Muñoz en la Goberna¬ción de Guayana", nos había di¬cho. Precisamente, fue por don Toribio Muñoz que Gallegos co¬noció y se hizo amigo de don Ra¬fael, para entonces ganadero muy metido en el negocio de la explotación de balata. Gallegos quería escribir ´la novela de la selva para plantear la lucha en¬tre la barbarie y la civilización con un personaje central que re¬sumiera el carácter y tempera¬mento de todos sus principales personajes literarios. Don Rafael Lezama vivía aquí en la quinta Yeita de la avenida Bolívar. Poco salía, Si acaso de vez en cuando al hato y cuando sus males así lo exigían, a Caracas para chequearse con su médico. Era alto, magro y de hablar seguro. Memorizó esa vez que hablamos con él que trece días fueron suficientes pa¬ra suministrarle al ilustre nove¬lista venezolano buena parte del material informativo y objetivo básico para escribir más tarde entre Nueva York y España la novela de la selva, considerada junto con "Cantaclaro", la me¬jor de Gallegos y la que el crea¬dor escribió con mayor libertad y emoción. Acaso Rafael Lezama —eso tantas veces lo oí decir por este suelo—. Este viejo magro, su baquiano por los caminos de Canaima, divinidad del mal que le disputa a Cajuña, el bueno, los dominios de la selva, le haya inspirado a Gallegos el persona¬je de Manuel Ladera, hombre generoso y bueno, amigo y pro¬tector de Marcos Vargas, aco¬sado por los Ardavín y muerto por la mano artera y sanguina¬ria del Cholo Parima, el mismo que habrá de ultimar más luego Marcos Vargas para vindicar la muerte de su hermano "la no¬che en que los machetes alum-braron el Vichada".

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