jueves, 31 de julio de 2025

MONSEÑOR RAMON LIZARDI, DIGNIDAD EPISCOPAL DE CARACAS NACIDO EN CIUDAD BOLIVAR

El 30 de julio de 1972 falleció en Caracas Monseñor Ramón Inocente Lizardi. Nació en Ciudad Bolívar el 28 de diciembre de 1909 (día de los Santos Inocentes, de allí su nombre). Recibió la ordenación sacerdotal en Roma, el 26 de mayo de 1934. Durante los siguientes doce años se desempeñó como párroco en la población de Caicara de Maturín en el Edo. Monágas, que pertenecía a la Diócesis de Santo Tomás de Guayana, actual Arquidiócesis de Ciudad Bolívar. En 1947, fue nombrado director del Servicio de Capellanía del Ministerio de la Defensa, y en 1954 Vice Provisor de la Arquidiócesis de Caracas; y en 1955, Vicario General de la misma Arquidiócesis. El 25 de mayo de 1956, el Papa Pío XII lo nombró Obispo titular de Assava y Auxiliar del Arzobispo de Caracas, Mons. Rafael Arias Blanco. Recibió la ordenación episcopal el 15 de agosto de ese mismo año, de manos del Nuncio Apostólico Mons. Rafael Forni, acompañado por el Arzobispo de Caracas y el Obispo de Ciudad Bolívar, Mons. Juan José Bernal. Participó en las dos primeras sesiones del Concilio Vaticano II en Roma. Presidió el Secretariado Permanente del Episcopado Venezolano y la Oficina de Catequesis de la Arquidiócesis de Caracas. Como homenaje póstumo, el poeta Pedro Antonio Vásquez, le dedicó las siguientes letras: EN EL TRANSITO FINAL DE MONSEÑOR RAMON INOCENTE LIZARDI Tenía en el rostro claro, la sonrisa cordial y candorosa de un niño, como un faro, y en este tiempo raro brillaba su bondad como una rosa; Rosa del alma pura aquella que Jamás lo abandonaba, de un jardín de ternura, eI alma toda albura de este pastor que siempre el bien ansiaba; El bien para sus greyes, como en su resplandor pedía Cristo, que en cumpliendo sus leyes, jamás tuvo más reyes que Dios, Cristo, la Iglesia, así lo he visto. Siempre en su mansedumbre, en su humildad sin fin, su sencillez que eran como una lumbre, de encanto en la costumbre de amar a Dios con infinita fe. Varón que siempre alzará, de ejemplar y apostólica humildad con su figura rara, la bandera más clara de su palabra -lumbre de heredad- Pastor de mariposas, -libélulas en vuelo bajo el cielo- hoy se pueblan de rosas, y de aromas las cosas más calladas y tristes por su duelo. El pordiosero mira, la ausencia de su alma cual vacío de la hondonada, lira callada y sola expira como rumor en el lejano río Lira que ya no canta, como otrora en sus tiempos de alegría, porque de su garganta, aquella gracia tanta de golpe se troco en melancolía. Porque ya el fiel amigo, poeta de palabra verdadera que siempre fue testigo, de bondad como el trigo de este mundo ya no es lo que antes fuera. Insinuase hoy apenas, de un Serafín el vuelo deleitoso a regiones serenas, del cielo, alma filena de este pastor humilde y silencioso. Pastor que Dios pusiera, en el camino de la santidad y en su palabra fuera, con luz de primavera Mensajero de Cristo y su Bondad. Por eso en esta hora, de duelo en que la Patria amanecía el pueblo entero llora, y con tristeza implora una brizna de luz a su agonía. De golpe ni quebranto, azota su partida el alma mía, por ella brota el llanto, como la voz sin canto ahogada en el temblor de la agonía. Adiós dicen las brisas, al pastor amoroso que se ausenta, mirando su sonrisa, que cual la luz se irisa en límpida mañana sin afrenta. Adiós dice el niño, las mujeres y el hombre de la calle y como en un escriño, guardan su luz de armiño como in extinto e inmortal detalle En los altos alcores, en las aldeas vecinas y en los campos donde aroman las flores, sus limpios resplandores dicen adiós en sus fulgentes lampos. Al pastor manso y bueno; adiós, hermano de la primavera, le dicen el centeno, la luz, el valle ameno y todo cuanto de él su aliento fuera.- Ricardo H. 30.07.202

No hay comentarios:

Publicar un comentario