domingo, 9 de diciembre de 2018

EDUARDO SANTANA: PERIODISTA CENTENARIO

Parece mentira que el colega, manojo de nervios y de palabra, siempre por delante como peón de Ajedrez, se haya convertido en un longevo hiperactivo, sin tener jamás que ocultar su edad., porque si algo de bueno tiene Santana es la franqueza. Este periodista, a nuestro modo de ver, sintetiza el esfuerzo y la pasión por la profesión de un tiempo en que los recursos técnicos de hoy escaseaban y porque la cibernética que ha venido a revolucionar el mundo de la comunicación actual aún estaba en pañales. El modo de hacer periodismo era distinto medio siglo atrás. Para entonces, Eduardo Augusto Santana Quevedo, caraqueño nacido el 13 de diciembre de 1919 de San Juan, venido del vientre de una india de Paracoto unida a un descendiente de Canario, era un periodista de ruedo y tablero que borroneaba cuartillas detrás del burladero, alternando como mozo de espada de César Girón. También limpiaba zapatos y pregonaba los diarios. Ahora, El Heraldo, La Esfera y Últimas Noticias donde escribió deportivamente sus primeras notas. Eduardo Santana tenía que hacer todo eso porque su padre que tenía veleidades de revolucionario antigomecista debió ir a la cárcel como tantos otros. Por los caminos del pregón llegó un día a ser un buen periodista, primero en el diario La República y después en El Bolivarense. Se hallaba trabajando para La República cuando en Bolívar se registró el famoso Caso Biaggi Fue la misión que le encomendó Monicaco desde la jefatura de redacción de La República y por esa vía penetró y se quedó en Guayana hasta el sol de hoy. El Caso Biaggi conmocionó a Venezuela y llevó al diario La República a multiplicar asombrosamente su circulación en el Estado Bolívar. Para Eduardo Santana, desde el punto de vista profesional éste es el caso que más lo satisfizo pues realizó una labor casi policial de investigación para poder llenar la ansiedad del lector en ese caso del sacerdote indiciado en la muerte de su hermana. Con mayor oferta, Santana dejó La República y se fue de corresponsal y distribuidor de El Bolivarense y Antorcha en la zona del hierro, cuando el Caroní se trasponía en chalana. Había que levantarse a las 4 de la madrugada a buscar la noticia y vender el periódico, única forma de redondearse el sueldo. Vida azarosa la de entonces cuando lo importante no era circular temprano sino dar el tubazo. Santana una vez, y no por recibir tubazo, se cayó al río con periódico y todo y por poco se ahoga. Ese día no pudo vender el diario ni repartir las suscripciones. No sabe todavía cómo pudo hundirse en el río, acaso porque estaba enamorado y la muchacha le exigía matrimonio. Para qué casarse si cuando lo hizo quedó viudo a los 6 meses. Se llamaba Yolanda. Después de allí hasta el día de hoy fue puro empate. Niobe, artista plástico, con la que tuvo 2 hijas y Adelaida con 4 y dos nietos. En un diálogo de nunca acabar y donde la locuacidad del interlocutor rebasa las preguntas, Eduardo Santana sostiene que su pasión ha sido constantemente el ajedrez, que lo ama tanto como a una reina y que de ello hubiera podido dar fe el extinto Miguel Otero Silva con quien jugó más de una partida cuando todavía no había llegado a los 20; Arístides Bastidas, Pedro Juliac, Frazer, el gocho Guerrero Pulido y tantos otros que fueron sus contendores por allá en los años de la década de los cuarenta cuando Venezuela por la vía de Medina Angarita y de la llamada Revolución del 18 de octubre se asomaba al disfrute de una democracia que hoy padece los embates de una crisis (AF)

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