Recopila las crónicas que diariamente vengo publicando en el Correo del Caroní y Red Social
miércoles, 10 de marzo de 2021
LA MUERTE DE DOS AMIGOS
Dos muertes casi al mismo tiempo, aunque Eduardo Jahn haya sido inhumado un domingo y Álvaro Natera al día siguiente. Eduardo, médico internista, paisajista, antropólogo detenido en la arqueología; y Álvaro, abogado con pasantía demorada en la Judicatura y finalmente empresario de la in formación impresa.
Ambos, incluso, eran particularmente amigos, no sabría decir hasta que punto, y quién no lo es en esta ciudad? Es lo bueno de las urbes pequeñas, importante parte de la población es amiga, al menos se conoce, se relaciona, se comunica, marcadamente en la esfera de la clase media, en especial cuando se cultiva activamente una profesión liberal o científica y más si se tiene e! privilegio de trascender a través de un medio de comunicación como en el caso de Álvaro, heredero de un periódico cuyo nombre se halla inscrito en le vida de esta ciudad, desde el siglo diecinueve.
Alvaro: trascendía cotidianamente a través de ese medio fundado por su padre y que él con tesón y sacrificio fue consolidando, aunque ahora pasa por un mal momento. Ahora sus hijos están obligados a continuar la obra y vencer los obstáculos.
La vida es transitoria, pero puede hacerse perdurable a través de una obra relevante y creo que El Bolivarense con todas las fallas posibles, lo es. Es el producto de la constancia, el esfuerzo y la obligación que tenemos con la comunidad.
Yo que estuve atado a ese rotativo desde su nacimiento, sé cómo ha crecido y del aporte dado por quien fue llamado a prestar servicio en otro lugar arcano de la Tierra.
Aportes como el dado por Eduardo Jahn a la ciencia médica y antropológica de Guayaría. También Jahn fue artista plástico o quizás pintaba porque la pintura fue una manera de mantener alerta su exquisita sensibilidad por la naturaleza.
Cuando fue internado en el Hospital para reconciliarse con la muerte, tenía en su caballete una pintura inconclusa. Por eso, tal vez, su hijo homónimo, también médico internista como lo fue
él, me preguntó en la mañana del domingo, "¿Que te parece el día de hoy?" "Terrible”, le contesté; pero observó: "No te parece que es un día inconcluso?
Exactamente, creo que también, porque es imposible que concluya lo que ha quedado pendiente por causa de la muerte. Ni el paisaje de
la montaña, tal vez de Mundo Nuevo, donde últimamente practicaba excavaciones próximas a una colonial forja catalana, ni el sentimiento por la incomprensión de ese arcano que de repente lo detiene todo.
Ahora que estaba jubilado, después de 34 años como profesor de varias materias de Ciencias de la Sslud en la UDO, entre ellas, medicina tropical creía disponer de tiempo suficiente para concluir y publicar sus libros "Evolución del hombre en: Guayaría" que finaliza con 416 micriobiografías, Intoxicación por plantas y animales ponzoñosos" prologado por Enrique Tejiera Paris, e "Historia de la Medicina en Guayana" con prólogo de Ricardo Archila.
Creía él disponer de tiempo suficiente para ver realizado incluso su proyecto de 1975 de un Museo de Ciencias para Ciudad Bolívar, al cual tenía destinado una valiosa colección de arqueología formada hasta la edad de 68 años.
En su. casa vimos en cierta ocasión interminable número de fotografías porque era un aficionado de la gráfica y últimamente del video. Vimos diapositivas, animales disecados, plantas, cerámica barrancoide y arauquinoide y hasta fósiles de megaterio y gliptodonte hallados en barrancos de las minas del Guaníamo. Todo, sin embargo, ha quedado inconcluso. Inconcluso como esta nota mía, detenida por el verso del poeta Miguel Hernández "Umbrío por la pena, casi bruno, / porque la pena tizna cuando estalla, / donde yo no me hallo no se halla / hombre más apenado que ninguno". (AF)
í
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