martes, 30 de julio de 2024

MOSEÑOR RAMÓN ISIDRO LIZARDI NACIDO EN CIUDAD BOLÍVAR FUE OBISPO AUXILIAR Y VICARIO DE LA ARQUIDIÓCESIS DE CARACAS

Ramón Isidro Lizardi, Obispo Auxiliar de la Arquidiócesis de Caracas y Vicario General de la misma, murió a los 61 años de edad, el 31 de julio de 1972. Nació en Ciudad Bolívar en 1911. Coronel asimilado del Ejército, cuya jefatura del Servicio de Capellanía ejerció desde 1947. Camarero Secreto del Papa y Orador Sagrado de la Iglesia. Se ordenó de sacerdote el 26 de mayo de 1934 después de estudiar en el Seminario Interdiocesano de Caracas y en la Universidad Gregoriana de Roma. Párroco Provincial de Maturín en 1946, trasladado a Caracas en 1956. Consagrado Obispo en la Catedral de Caracas y Auxiliar de la Arquidiócesis por decisión del Papa Pío XII, Fue consagrado obispo auxiliar el miércoles 5 de agosto, Día de la Asunción, de 1956 En esa memorable ocasión, Guayana le obsequió a través de Tefa Credecio y Ana Luisa Contasti un pectoral y un anillo confeccionado con oro extraído de las tierra del Yuruari. El domingo 31 de enero de 1965, día señalado para el acto solemne de la Coronación canónica de la Virgen de Belén en el estadio Fermín Landaeta de Maracay, le tocó cantar las glorias a la Virgen. Allí entonces se dieron cita una inmensa multitud de fieles, calculada en 30.000 personas, con asistencia de 13 prelados, presididos por el Eminentísimo Cardenal José Humberto Quintero, Arzobispo de Caracas y Monseñor Luis Dadaglio, Nuncio Apostólico de Su Santidad, y la presencia del Doctor Escovar Salom, Ministro de Justicia y delegado especial del Dr. Raúl Leoni, Presidente de la República. Monseñor Ramón Isidro Lizardi falleció en Caracas a las 7 de la mañana en el Hospital Militar. Falleció a los pocos días (17 de julio de 1972) de haber sido designado por el Ministro de la Defensa en calidad de Director del Servicio de Capellanía, para integrar, junto con el Consultor Jurídico del Ministerio de la Defensa, Dr. Germán Balda Cantisani, la Representación del Despacho en la comisión Interministerial que se ocuparía del Estudio y Redacción del Proyecto de Convenio con la Santa Sede relativo a la creación del Vicariato Castrense. Monseñor Constantino Maradei, nació en Ciudad Bolívar en 1915. Siendo Vicario de la Catedral de Ciudad Bolívar, fue consagrado Obispo en 1965 por el Cardenal José Humberto Quintero en Caracas, recién creada la Diócesis de Cabimas hacia donde lo habían destinado su Santidad. De suerte que fundador de esta Diócesis levantada en tierra caliente y petrolera del Zulia, trabajó incansablemente en ella durante cinco años. Cumplido un quinquenio en Cabimas, fue trasferido a la Diócesis de Barcelona, donde igualmente cumplió una labor religiosa y cívica que lo enalteció como prelado. Ahora, gracias al Papa Benedicto XVI, Monseñor Ángel Francisco Caraballo Fermín, nacido en Puerto Ordaz en 1965, acaba de recibir la ordenación episcopal tras 21 años de servicio sacerdotales, Al igual que Maradei sale directo para la tierra caliente del Zulia a ejercer su prelatura. Sus estudios hasta convertirse en prelado, transcurrieron entre Puerto Ordaz, Barquisimeto, España y Roma. Quien se inició como Monaguillo en la iglesia Nuestra Señora de Fátima llegó a ser su sacerdote y Vicario General y ejerciendo la Vicaría en esa iglesia que es Catedral provisional, le llegó a buena nueva, pero tendrá que irse inmediatamente allá donde lo espera la feligresía adoradora de la Chinita. (AF)

domingo, 28 de julio de 2024

HUGO CHÁVEZ FRIAS

El 28 de julio de 1954, Hugo Chávez Frías nació en Sabaneta del Estado Barinas. Segundo de seis hermanos, hijos de Hugo Chávez Reyes, maestro de una escuela rural, y Elena Frías. Su padre fue electo gobernador de Barinas treinta y tres días antes de haber sido proclamado él, presidente de la república, hasta entonces el más joven de la historia y electo por añadidura con el mayor caudal electoral conocido. Estudió en la escuela “Julio Pino” e ingreso a temprana edad en las Academia Militar. Siendo oficial y de forma clandestina dentro del propio Ejército fundó en 1982 el movimiento bolivariano que juramentó solemnemente bajo la sombra del famoso Samán de Güere y se rebeló el 4 de febrero de 1992 contra el gobierno constitucional de Carlos Andrés Pérez, el mismo gobernante que le había entregado su sable de cadete. Detenido junto con el Tcnel Arias Cárdenas, segundo cabecilla de la revuelta, primero en el cuartel San Carlos y luego en la cárcel de Yare, fue puesto en libertad en 1994 por el presidente de la república Rafael Caldera, en cierto modo beneficiado con el frustrado golpe de febrero. En 1997 se divorció de su primera esposa para casarse con una larense profesional de la locución. María Isabel Rodríguez, convertida en Primera Dama de la República. A los 44 años de edad, Hugo Chávez Frías, conncurrió a las elecciones presidenciales, como candidato del movimiento V república (MVR), Patria para todos (PPT) , movimiento al socialismo (MAS), PCV, MEP y movimiento agropecuario, obtuvo un triunfo indiscutible al contar en las urnas electorales 3.673.685 votos (56,20%) contra 2.613.161 (39,97%) de Enrique Salas Römer, su más cercano contendor y quien tuvo el apoyo de los dos grandes partidos tradicionales, acción democrática y COPEI, en alianza con su propio movimiento Proyecto Venezuela. Victorioso en las elecciones del domingo 6 de diciembre de 1998, fue proclamado Presidente de la República cinco días después para el período constitucional 1999-2004, por el Concejo Nacional Electoral presidido por

domingo, 21 de julio de 2024

HA MUERTO EL DOCTOR ORTA VÁSQUEZ

José Rafael Orta Vásquez, quien psaba us últimos días en Residencia Angostura con su segunda esposa médico Aleida Romero, ha muerto a la edad de 85 años. Era médico Gineco-Obstetra pre y postgraduado en Montevideo y en la Universidad de los Andes. Tenía un doctorado en ciencias médicas y empezó en la Escuela de Medicina de esta ciudad como docente instructor, ascendiendo escalonadamente hasta titular. A un titular que llegó con resistencia a la jubilación. Ingresó al Núcleo Bolívar de la Universidad de Oriente, junto con su primera esposa, pediatra Graciela Isolina Burgazzi Simonetti, y a ella entregó lo mejor de su profesión y en ella cifró sus esperanzas, al final, frustradas lamentablemente por un proceso de involución pues jamás el Núcleo llegó a ser Universidad independiente. Orta Vásquez, alternó el ejercicio de la medicina y la docencia con el deporte motonáutico. Una vez lo acompañé en su lancha y me confesó que él como Arturo Uslar Pietri, no estaba de acuerdo con la jubilación y opinaba que la gente no debería jubilarse sino por incapacidad física o mental. El hombre mientras sea hábil y capaz no debe rehuirle al trabajo ni alentársele para que lo abandone cuando está en plenas facultades. El, por supuesto, hablaba con propiedad, pues aborrecía la flojera y la molicie. Cuando tenía tiempo de sobra se iba al rio con sus tres hijos y participaba en alguna competencia. Sobre el techo de su biblioteca se ven los trofeos, entre ellos, dos internacionales. A veces, fuera de competencia, navegaba con su lancha hasta el estuario, para ver, a decir de Gallegos, el rio repartiendo como hijos sus caudales hacia la gran aventura del mar. La identificación de Orta Vásquez con el Orinoco no es sólo por haber nacido en su orilla, allá en Soledad el 02 de febrero de 1936, que en el pasado fue parte integral de Ciudad Bolívar, sino porque como el rio, él también reparte o ayuda en todo caso a repartir hijos hacia la gran aventura de la vida. Es el acto sublime y profundamente humano de la maternidad. Tal vez por eso el gineco-obstetra, en general, además de ser científico, es idealista como en cierta ocasión lo expresó Fernando Rísquez: comprende lo grande de la capacidad genética de la mujer y la ayuda a parir. Cuántos niños dieron el primer grito de vida entre sus manos mientras la tensión y el dolor de la madre afloraban de alegría. Bastaría con decir que en la Sala de Maternidad del Hospital “Ruiz y Páez” integrada al Departamento de ginecología y Obstetricia, del cual fue Jefe durante varios años, nacían para unos 6.000 niños, muchos de los cuales parteados por él. Orta Vásquez fue un crítico rotundo de la UDO. Decía que la UDO como institución rectora se manejaba con criterios reducidos y en el caso de la UNEG señalaba no ser realmente el reflejo de la promesa electoral de Luis Herrera Campins, pues Guayana demandaba el ensamblaje de todas las instituciones de educación superior en una nueva concepción. La UDO se volvía un monstruo en Cumaná mientras en los demás estados aún se aguarda la conversión de los núcleos en universidades pequeñas, pero administrativa y académicamente autónomas. Durante muchos años se alimentó la ilusión de que el Estado Bolívar tuviese su propia universidad. El proyecto original de la UDO debía en los primeros 25 años transformar cada núcleo en universidad. Se hablaba de que cada universidad llevara según la entidad federal, el nombre epónimo de sus héroes: Universidad Sucre, Universidad Anzoátegui, Universidad Monagas, Universidad Mariño y Universidad Piar y todas integradas bajo una confederación”. Pero ¿qué ha pasado? “Que hoy en día nos sentimos muy, muy defraudados” (AF)

viernes, 12 de julio de 2024

MORILLO DERROTADO EN MARGARITA

DERROTADO MORILLO EN MARGARITA Nueve horas de lucha encarnizada en el cerro de Matasiete - El ejército español cuadruplicaba al patriota. "El General Francisco Esteban Gómez declaró: "Mis soldados prefieren la muerte a la derrota ” Margarita no aumentará el número de pueblos infelices que sufren dominación extranjera Matasiete (Isla de Margarita) l" de agosto de 1817 (Corresponsal Especial) Tropas patriotas, al mando .del General Francisco Esteban Gómez, infligieron ayer una tremenda derrota al General Morillo, en la denominada “batalla de Matasiete”, nombre tomado del cerro qué ocupó el militar español para lanzar su ataque inicial. El Mayor General José Maneiro, alto oficial del ejército triunfador, calculó en unas 500 las bajas enemigas y en 96, las patriotas. Sus pri-meras declaraciones, cargadas de victoria, resumen su orgullo guerrero: “Trescientos hombres de infantería, protegidos por la caballería y la Garanta, han derrotado los tres mil que condujo Morillo para pulverizar Margarita. ¿Qué sería de él si nuestro jefe hubiera consentido que la masa general entrara en la lid?”. Esta derrota obliga al General Morillo a desistir de sus propósitos de reconquistar Margarita y, según se rumora insistentemente, lo llevará a retirarse al centro para establecer en Caracas su sitio de operaciones. El “Pacificador” comienza a ser pacificado. La batalla en horas A las siete de la mañana, la silueta de 2.600 hombres se dibujaba compacta en una aterradora fila sobre el cerro Matasiete. Ya a las tres de la tarde eran españoles que huían despavoridos, entre la complicidad del polvo y la confusión del miedo. Porque el miedo fue el enemigo principal de las gigantescas columnas de Morillo, enfrentadas esta vez a pocos pero aguerridos combatientes que, como les inculcara su General, preferían la muerte antes que la derrota, El General Francisco Esteban Gómez no descansó en este afán: poco antes de iniciarse la batalla, recorrió todos los puntos donde había situado sus tropas incitando a cada soldado al valor y al vencimiento: “Es una afrenta el numeroso ejercito del Pacificador no tuvo otra alternativa que la huida en desbanda frente a las fuerza patriotas, numéricamente inferiores ue Margarita jamás aumentará el número de ueblos infelices ¿fue sufren su despótica do- nnacion. ++++ La guerra en boletines Prolegómenos heroicos de la Batalla de Matasiete La Asunción (Isla de Margarita) 1ª de agosto de 1817. Especial.- Terminada a sangre y fuego la pacificación del Nuevo Reino por Morillo, éste volvió a Venezuela a comienzos del año de 1817. Sus miras estaban fijas en el Oriente; y al efecto se situó en Barcelona y de aquí se dio a incursionar sobre Margarita, con el firme designio de someter la isla que tanto le preocupaba, Invadió la isla, pero apenas dos boletines de guerra se pudieron emitir en los días anteriores. Boletín 2 Invadió la isla, pero apenas dos boletines de guerra se pudieron emitir en los días anterio¬res a la batalla de Matasiete, no obstante que entre los días 17, 22, 23 y 26 de julio se com¬batió rudamente. Morillo incluso logró triun¬fos sobre Joaquín Maneiro en Cruz del Pastel y sobre Luis Gómez en Porlamar. Pero luego vendría Matasiete. Boletín 252 (13 de julio de 1817) El boletín 252. emanado del Ejército Liber¬tador de Margarita, y fechado 13 de julio de 1817, marca las primeras escaramuzas tras la . llegada de Morillo a Margarita: "Por fin se ha vuelto a abrir la campaña en la isla de Margarita. * El General Morillo se presentó en el puerto de Guamche con 22 velas, el día 14 de este mes. Luego que los vigías dieron parte de esta novedad, el señor General Francisco Esteban Gómez ordenó al Mayor General del Ejército José Joaquín Maneiro, marchar a las costas del Sur a contener el enemigo. Ese intrépido jefe, con 400 hombres de infantería y 150 de caballería, sostuvo un vigoroso combate durante cuatro horas, de tal manera que obligó al enemigo a permanecer en las playas y cerro de La Vela, sin atreverse a registrar el campo de batalla, ni adelantar un paso en dos días... Una acción tan disputada, infundió en los españoles el terror y el sobresalto; y su jefe, que creyó repetir el suceso de la época pasada, envió un parlamentario el día 17, prometiéndole al pueblo de Margarita todos aquellos bienes que ningún español es capaz de dar al americano más apasionado suyo. Se contestó el mismo día; pero tal vez no hubo quien viniera a recibir la contestación. Nuestras tropas pelearon como tienen de costumbre. Los españoles temblaron mientras estuvo vacilante la victoria, y la multitud de muertos y heridos fue muy considerable, según informaron los pasados, pero en el campo se encontraron 17 soldados y un oficial; y los margariteños esperan multiplicar el número de unos y otros. “Inmóvil, el enemigo por espacio de dos días, trató el Mayor General de retirarse dos leguas al centro del Valle San Juan, para que en persecución de nuestro ejército, lográramos darle una acción en Sabana Grande donde pudiera operar la caballería. Pero el temor le hizo faldear, los cerros y nunca aproximarse al llano. A consecuencia de aquella retirada y de no haberse conseguido el intento, convocó el General en Jefe una junta de guerra y en ella se resolvió que se retirara el ejército todo a la línea del Caranay en el pueblo San Juan, con el objeto de que nuestra caballería no padeciese y de alejar al enemigo de sus buques... Situado el ejército de Margarita en Caranay, el del enemigo protegido por sus buques, marchó por la costa sur. En la Cruz del Pastel tuvo un encuentro con nuestra caballería y a la entrada de Porlamar con una división que, al mando del Comandante, Teniente Coronel Luis Gómez, guarnecía aquel punto. Este se sostuvo hasta que su comandante salió herido, que se retiró en orden a la ciudad. Apoderado el enemigo de los escombros de dicho pueblo, penetró al Valle del Espíritu Santo en donde hubo algunas escaramuzas y por último, fue evacuado. Concentradas nuestras fuerzas en los principales pueblos de la isla y en los puntos más defendidos v ventajosos, se expidieron por el General en jefe las órdenes más eficaces para su defensa, que se han continuado con el mayor entusiasmo”. La decisiva batalla de Matasiete se ha producido una semana más tarde. Morillo reconoce la bravura de los margariteños Pampatar (Especial, Urgente). Ayer, luego de la contundente derrota que sufrieron en la batalla de Matasiete frente al ejército patriota, el General Pablo Morillo nos declaró lo que vendría a ser Una justificación a su fracaso: “Los soldados margariteños son unos bárbaros defensores, llenos de rabia y de orgullo. Parecía cada uno de ellos un tigre y se presentaban al fuego y a las bayonetas con una animosidad de que no hay ejemplo en las mejores tropas del mundo...” Recuérdese que Morillo era un guerrero harto experimentado, integrante de la constelación de héroes hispanos que cortaron laureles en Trafalgar (1805), Bailón (1808), San Payo, Santiago, Te- mames, Medina del Campo y Alba de Tornes (1809), Millarada y Fuente Ovejuna (1810), Nevora y Santa Engracia (1811), Vitoria (1813), etc. De manera que su juicio sobre los neoespartanos de Margarita tienen una suprema significación. Las pacificadoras instrucciones de Femando VII a Pablo Morillo Fernando VII, al nombrar jefe de la expedición pacificadora a Morillo, le dio instrucciones sobre el modo de comportarse. Estas instrucciones fueron redactadas por el Ministro de Indias, Miguel de Lardizábal y Uribe. En primer lugar, se ordenaba a Morillo someter la Isla de Margarita: '‘‘La importancia de esta Isla por la proximidad de Cumaná y porque estando a poca distancia de Barlovento, es la guarida de los, corsarios y el asilo de los insurgentes arrojados del continente”.. Respecto al trato que debe dársele a los margariteños, el Rey era preciso: “Se emplearán para su sosiego y buen orden todos los medios de dulzura”. Debía publicarse un indulto general, tropas y jefes que hubieran hecho la guerra en Venezuela serían sacados del país; no convenía restablecer de momento la Real Audiencia y Universidades y Colegios permanecerían como estaban. Respeto a las autoridades eclesiásticas. Protección y auxilio al comercio y a los hacendados. Pero “como el éxito de la expedición y tranquilidad de aquella Capitanía Ceneral está sujeta a las contingencias de la distancia a que aquella ha de operar de la ca¬pital. concede S.M. amplias facultades al Ce¬neral en Jefe para alterar en todo o en parte estas instrucciones, pues S.M. conoce los talentos v buen deseo del Mariscal de Campo Pablo Morillo hacia su real servicio, lo que le asegura que su conducta se arreglará a lo más conveniente...” La odisea del Pacificador Crónica sobre los hechos de la Expedición de Venezuela Por Mariano Briceño, Secretario de Redacción A Margarita arribó Morillo con su ejército el 7 de abril de 1815, puesto que ese día la escuadra española se situaba frente a Pampatar para comenzar la lucha por la posesión de la isla, que se hallaba ocupada y defendida valientemente por los republicanos que gobernaban Arismendi y Bermúdez. Después de varias escaramuzas entre realistas y patriotas, los margariteños se rindieron, y Morillo tomó posesión de la isla el 10 del citado abril. El 11 se trasladó a 1.a Asunción, donde estableció formalmente el gobierno y puso en ejecución la amnistía ofrecida en nombre del Rey de España para los que volvieran a su vasallaje. Arismendi se sometió, más que todo como un ardid para aprovechar la situación y dar tiempo a organizar un golpe contra la dominación española. Esto quizás »o de un comienzo el General Morillo advirtió su conmilitón Francisco Tomás Morales, en cuya presencia prometió obediencia Arismendi. Morillo y su expedición a Venezuela Militar distinguido en la guerra contra Francia, General de División del ejército de Fernando VIII, el Mariscal de Campo, Pablo Morillo de los militares que compuso la Junta de Generales que estudió el envío de una expedición a América para someterla por la fuerza. La expedición salió de Cádiz el 16 de febrero de 1815, formada por una nave capitana de 64 cañones —llamada San Pedro—, dos fragata de 34 cañones —Diana e Ifigenia - ,una corbeta, con 22 y un bergantín con 13. Dentro, seis regimientos de infantería, dos de caballería, un regimiento mixto de artillería y un batallón de ingenieros. Total: 10.642 nombres de tropa. “La expedición más completa que ha surcado nuestros mares. I odo viene en abundancia. Los trenes son soberbios”, decla¬ró un oficial del ejército español apellidado Sevilla. Morillo designó Gobernador de Margarita al Teniente Coronel don Antoñio Herraiz, a quien pasó un pliego, de instrucciones para su desempeño, y siguió a Cumaná, en donde haría lo mismo antes de emprender su marcha hacia Caracas. En Cumaná dejó como Jefe Político y Militar al Coronel don juán Ciní. El 11 de mayo, llegó. Morillo a Caracas, cuya Gobernación y Capitanía General estaban ejercidas por don Juan Manuel de Cajigal. Pero el “Pacificador de Tierra Firme”, lo sacó del gobierno, asumió sus funciones y tomó las disposiciones pertinentes. Sin duda, la que más recuerdan los caraqueños, es aquella según la cual debían pagar 200 mil pesos para contribuir con el ejército español. Asimismo, suspendió a los juristas de la Real Audiencia y estableció —en lugar del Supremo Tribunal— uno que llamó de “Apelaciones", creó la Junta de Secuestros y formó un Consejo de Guerra para juzgar a los reos de infidencia. El tribunal de Secuestro estuvo presidido por el brigadier Salvador de Moxó. de dura recordación para los caraqueños. Su propósito: apoderarse de los bienes de los independientes, operaciones que produjeron al gobierno realis¬ta unos cuantos millones de pesos y sobre todo, engordaron el patrimonio personal de Moxó, un hombre —según acusación anónima que circuló por la provincia— “cuya avaricia no conocía freno, ni su salacidad decoro. Jamás se había visto en América, después de la conquista, manos más autorizadas ni más rapaces e inmorales”. El 1" de junio de 1815, se despidió Morillo de Caracas, con una proclama empalagosa: “Yo me ausento con la dulce satisfacción de no haber tenido que emplear la vara de la justicia contra ninguno de vosotros; y por el contrario, he .visto con placer la prontitud con que habéis corrido a remediar lás necesidades del ejército con el empréstito que acabáis de facilitar... He removido por lo pronto todos los obstáculos que podíais encontrar en la rápida marcha de vuestro bienestar. Espero que a mi vuelta, completaré esta obra en beneficio de la agricultura y el comercio...” La batalla en horas A las siete de la mañana la silueta de 2.600 hombres se dibujaba compacta en una aterradora fila sobre el cerro Matasiete. Ya a las tres de la tarde eran españoles que huían despavoridos, entre la complicidad del polvo y la confusión del miedo. Porque el miedo fue el enemigo principal de las gigantescas columnas de Morillo, enfrentadas esta vez a pocos pero aguerridos combatientes que, como les inculcara su General, preferían la muerte antes que la derrota. El General Francisco Esteban Gómez no "descansó en este afán: poco antes de iniciarse la batalla, recorrió todos los puntos donde había situado sus tropas, incitando a cada soldado al valor y al vencimiento: “Es una afrenta preferir la vida al honor", les repitió una y otra vez. Y así fue. El Mayor General José Maneiro, en compañía de Eugenio Ruiz, Secretario de Guerra, nos narró los, pormenores de la batalla, húmeda aún su camisa de sudor de guerra: “Sin que el enemigo observase nuestras operaciones, mandé emboscar las tres compañías de cazadores de los batallones General Bolívar, General Marino y General Arismendi. Ordené que la caballería se colocase de San Francisco a la Casa Fuerte, que está al pie de Caranta y que todas las alturas se reforzaran...” Cuando el enemigo observó el movimiento, comenzó a bajar del cerro, dejando en la cima solamente al cuerpo de reserva del General Morillo. A las ocho y media comenzó a descender también este cuerpo, quedando arriba únicamente que el General con su Plana Mayor y como cien hombres cercanos”. A las nueve de la mañana, comenzó el fuego, tan vivo en ambas partes, que la isla parecía estar ardiendo en sus contornos. “En medio de la lucha —se permite una anécdota el General Maneiro— tanto yo ’ como el General Gómez, íbamos por la línea de fuego, animando a los soldados, recordándoles los combates pasados en que Margarita ha dado prueba de valor. Y en una de esas, nos mataron los caballos, casi al unísono. Pues, bien, continuamos a pie, arengando a la tropa...” A las dos y media de la tarde, hubo una primera retirada del enemigo. A las tres y cuarto, las tropas que todavía ocupaban el cerro Matasiete, bajaron a incorporarse a la guerra, movimiento que les hizo perder mucha gente. “Desde ese momento, comenzó la retirada total y aunque estábamos en disposición de seguirles, la oscuridad de la noche nos lo impidió. Huyeron a Pampatar”. Eugenio Ruiz, Secretario de Guerra, remató: -Esta acción, una de las más gloriosas de Venezuela, ha hecho conocer a los españoles los infelices que sufren su despótica dominación. Rumbo hacia la derrota En su viaje al Nuevo Reino de Granada, Morillo pasó por los valles de Aragua, Valencia y Puerto Cabello. Desde allí, se embarcó a Cartagena el 12 de junio de ese mismo año (1815) y ya el 23 llegó a Santa Marta. Inicia el bloqueo de Cartagena en agosto y tras recio batallar, toma la plaza el 6 de diciembre. No obstante, desde noviembre, los patriotas habían reiniciado la rebelión. Una proclama —que denominaron Intimación—-, con fecha 27 de noviembre, es dirigida a los jefes españoles: “El pueblo de Margarita, y a su nombre Juan Bautista Arismendi, intima al señor Gobernador del Castillo de Santa Rosa y a los jefes de la Batería de Pampatar, que se las entreguen en el término de cuatro horas, de la misma forma que lo hicieron sus vecinos a la llegada del General Morillo, a quien se sometieron por error y suma confianza, seguros de que se les guardarán y mantendrán todos aquellos derechos, privilegios e inmunidades que el derecho de las gentes y de la guerra concede y permite a los que se hallan en este caso, añadiendo que los pactos que se celebren con este objeto serán sagrados e inviolables”. Lo firmaba en las Alturas de la Ciudad de la Asunción, Juan Bautista Arismendi. El General Arismendi había restablecido el gobierno independiente en la isla, peleando duramente en Juan Griego, Santa Ana y La Asunción. Ya el 15 de diciembre, se la conoce como “puerta de la Libertad” y cinco meses más tarde (3 de mayo de 1816) Bolívar penetra por esa ancha Puerta, sin mayores problemas.

MORADELL JOSÉ EL NACIONAL

MORADELL JOSÉ EL NACIONAL Un periódico no se construye con dinero, ni con rotativas, ni con relaciones comerciales que garanticen la afluencia de avisos, ni con protección gubernamental. Un periódico se construye con hombres. Todas las ventajas y privilegios quedan reducidos a ceniza si no está presente un puñado de periodistas con capacidad profesional, calidad humana y amor a su oficio, que sepan interpretar los sentimientos populares, que se lancen con audacia a la búsqueda de la noticia, que defiendan tercamente el estilo y la estética del diario, que peleen con bravura por hacer de su periódico el mejor informado y el de miras más altas. Hoy cumple El Nacional diecisiete años de existencia y no creo incurrir en pecado de inmodestia si me hago eco en estas líneas de una afirmación muy difundida según la cual, al andar ese trecho, nuestro diario se ha convertido en uno de los órganos de prensa punteros, en razón de su contenido informativo y en razón de su orientación democrática, dentro del periodismo latinoamericano. Inmodestia sería, e injusticia por añadidura, si intentara atribuir los merecimientos absolutos de ese éxito a quienes crearon, dirigieron y orientaron esta empresa. Por el contrario, no vacilo en testimoniar que El Nacional le debe la mayor parte de cuanto vale a la circunstancia permanente de que cada uno de sus redactores se sabe parte integrante de un equipo, copartícipe y responsable tanto de sus triunfos como de sus descalabros, engranaje consciente de una maquinaria que amasa diariamente el pan de noticia para el pueblo venezolano. Dentro de ese equipo hay un hombre, sin embargo, a quien yo deseo destacar particularmente, con el propósito de rendirle homenaje en este nuevo aniversario de El Nacional. Me refiero a José Moradell, nuestro jefe de redacción, pivote sobre el cual gira la estructura del periódico, piloto que no se abandona en la bonanza ni se amilana en la tempestad. José Moradell nació en Cataluña en 1908 y su juventud fue dar bandazos en busca de una profesión adecuada, aprendiz de abogado, de economista, de sacerdote y de comerciante. El final desgarrador de la guerra española lo aventó lejos de España y lo trajo a Venezuela en 1938 con cien dólares en el bolsillo, una lengua muerta y cuatro vivas en la cabeza, decidido a sepultarse en las selvas de Guayana, a construir una choza y a vivir entre los indios. Por fortuna su buen juicio lo obligó a cambiar de idea y se hizo periodista. Al fundarse El Nacional, José Moradell ocupó la jefatura de noticias extranjeras. Pero desde el primer instante comprendimos todos que el discreto y austero catalán que trabajaba a la sombra de los teletipos estaba llamado a cumplir función primordial y dirigente en la trayectoria ascendente de nuestro diario, en virtud de su sentido de responsabilidad, de su inteligente concepción de la técnica periodística, de su infatigable devoción profesional. De ahí ascendió a la secretaría de redacción y posteriormente a la jefatura de redacción, espolón donde está plantado desde hace varios años con el timón de este barco entre las manos. Pocas veces se menciona su nombre en el sitio prominente que le corresponde cuando alguien refiere la historia de El Nacional. No obstante, quienes vivimos dentro de la colmena, sabemos a ciencia cierta cuánto han contribuido la aptitud y el tesón de Moradell a levantar este edificio y a mantener su arquitectura. El equilibrio y la serenidad de Moradell, sin hacer una sola concesión de principios ni de dignidad, fueron valiosas armas defensivas que contribuyeron a impedir el naufragio de El Nacional bajo la dictadura. Los conocimientos de Moradell y su estudio constante de los problemas del periodismo moderno mantienen la fisonomía técnica de El Nacional y le permiten asimilar las innovaciones que surgen dentro del campo de la prensa universal. La firmeza en el trabajo, que en Moradell nunca se quebranta, es factor imprescindible para que en esta casa se mantenga vivo el mínimo de disciplina que jamás ha podido garantizar quien esto escribe, es decir, el director. Ahora Moradell es ciudadano venezolano, con mujer venezolana e hijas venezolanas. Comenzó por entender nuestros defectos y nuestras virtudes y concluyó por hacerse uno de los nuestros. Su voz no ha perdido el acento que los catalanes conservan hasta la hora de su muerte pero su corazón, en cambio, se volvió para siempre arcilla de esta tierra y semilla de este pueblo. No le va a agradar que yo publique este par de cuartillas. Es modesto y sobrio, adversario de ditirambos y de efusiones. Pero yo me creí obligado a decir estas cosas, así sencillamente como quien conversara, porque ya hemos cumplido diecisiete años dentro de esta trinchera y, al referir la historia de El Nacional, algunos suelen olvidar un nombre que debiera mencionarse siempre en primer término: el de José Moradell. II. Las frases anteriores fueron escritas por mí para ser publicadas en la edición de El Nacional del 3 de agosto de 1960, fecha de cumplir el diario diecisiete años de su fundación. Yo era para ese entonces el director. Sin embargo, tuve que bajar clandestinamente a los talleres, deshacer la página editorial que ya estaba compuesta y matrizada, y meter de contrabando mi artículo en reemplazo de otro que yo mismo había escrito. Temía, con sobrados fundamentos, que el jefe de redacción, quien no era otro sino José Moradell, al enterarse del enaltecimiento que se le pretendía rendir, diera orden de arrojar mi colaboración al cesto. Ahora, ya muerto Moradell hace tres años, no hay riesgo de que su austera sencillez se interponga para precaver que yo diga públicamente lo que pensé ayer y sigo pensando hoy de su condición humana y de su idoneidad profesional. No he conocido un periodista con más heroica conciencia de nuestro oficio que la suya, don Pepe. No me mire con ese sesgo ladino que no le estoy tomando el pelo. Estoy hablando “perfectamente en serio como un golpe de ataúd sobre la tierra”. Usted que lee con tanto fervor a Antonio Machado entiende mejor que nadie el alcance de esas palabras. Me asombra su potencial de trabajo que no guarda proporción con un organismo carcomido por la nicotina como el suyo sino que es reflejo de un indoblegable coraje espiritual, de un agonístico empeño de experimentar el laboreo del periodista como un diario combate, como una terrible lid de la cual usted nunca se aparta vencido. ¿Recuerda usted las duras circunstancias que rodearon la fundación de El Nacional? Nos metimos de rondón en un oscuro barracón de dos pisos que había sido casa de vecindad o algo más turbio. Aquel remedo de rotativa daba lástima, aquellos linotipos oxidados eran artefactos de desecho. El mundo vivía la etapa más furibunda de la guerra mundial. Los submarinos alemanes torpedeaban los barcos que transportaban la tinta y el papel. Crear un periódico bajo aquellas condiciones y con tan rudimentarios elementos parecía una insensatez. Toda la gente circunspecta del país nos auguraba un presto y estruendoso fracaso. Usted no. Usted abandonó el puesto de jefe de cables que desempeñaba en una empresa veterana llamada La Esfera y se vino a correr con nosotros la apretada aventura. Usted había llegado a Venezuela disgregado de sus lares por el oleaje encarnizado de la Guerra Civil Española. No era usted un hombre sacudido por pasiones políticas pero sí un ente sensible a quien la violencia desazonaba. Allá se mataban desalmadamente los unos con los otros, la mitad de España contra la otra media. Usted, que no quería ver esa sangre, se metió en un camarote de tercera clase y vino a parar a esta tierra que pronto sería absolutamente la suya. La cuadra donde nació El Nacional, cien metros ruidosos entre las esquinas de Pedrera y Marcos Parra, era una calle angosta y de colmado tránsito. En su macadam desembocaban los automóviles que provenían del túnel del Calvario, rodaban carretas y carretillas afanosas, desfilaban resignadas recuas de burros. Desde nuestros balcones se vislumbraban tres botiquines, una farmacia y un policía de punto. Al costado de nuestra sede funcionaba una casa de citas cuya regente, la señora Ignacia, ardiente aficionada a la fiesta de toros, regalaba botellas de ron a nuestros reporteros cuando ella regresaba eufórica de una corrida de postín. Con frecuencia se injuriaban plebeyamente dos borrachos a la puerta de nuestro caserón. Usted, don Pepe, no tenía ojos para ninguna de esas escenas costumbristas. A usted no lo desvelaba sino la silueta de la casa de enfrente, donde el italiano Vito Rocco había montado un aserradero. En la parte alta habitaba la familia del dueño, y desde el escritorio suyo, don Pepe, se divisaba la ventana de Italiana, la hija del negociante en maderas que se asomaba tímidamente para brindarle la sonrisa de los buenos días. Italiana tenía rostro de niña, modales de niña, pero era una mujer hecha y derecha, su mujer, don Pepe, que al correr del tiempo se casaría con usted y le daría dos hijas. Italiana que al presente añora su compañía con incurable congoja, tres años después de su partida. Del departamento de noticias cablegráficas fue ascendiendo usted hasta llegar a la jefatura de redacción, vale decir hasta convertirse en bitácora y arboladura del periódico. En dos o tres ocasiones los propietarios de la empresa decidieron nombrarlo director de El Nacional, en reconocimiento a su jerarquía, a su inteligencia y a su lealtad. Usted no aceptó jamás esa designación. “No sirvo para director”, replicaba categóricamente. Servía usted en demasía, don Pepe, pero a su naturaleza retraída le desplacía en grado sumo la prominencia social y política que el rango de director de un diario lleva inevitablemente consigo. Escúcheme, don Pepe, no se me escurra. Usted no se reduce a ser un excelente periodista: usted es esencialmente un maestro del periodismo. Maestro sin cátedra universitaria pero educador a las luces de su propia conducta, manteniendo a todo trance que el trabajo persuade más que los razonamientos. No hay periodista joven que haya pasado por su vecindad sin recibir de usted la palabra de estímulo generoso, el consejo asentado en una discreta sabiduría, el ejemplo cotidiano de perenne vigilia y de pundonor en la pelea por la noticia. Por lo demás, Moradell, es preciso que usted cuide con mayor formalidad de su salud. He hablado con su médico, el doctor Rafael Zubillaga, y él me ha dicho que usted se encuentra enfermo de cuidado, que sus pulmones y su corazón requieren un reposo prolongado, que no debe ni puede venir a trabajar. Se lo hemos suplicado a usted muchas veces, se lo hemos ordenado otras tantas, y cuando menos se espera lo topamos de nuevo sentado en su escritorio, tecleando una máquina de escribir, enmendando titulares, planificando campañas. Es completamente inaceptable esa actitud suya, Moradell. No vuelva al trabajo hasta que el médico no diga que está usted definitivamente curado. Por favor, Moradell, no vuelva. No volviste, Pepe, porque te habías muerto. Miguel Otero Silva

PABLO NERUDA EN EL ORINOCO

El poeta chileno Pablo Neruda, quien falleció el 12 de julio de 1904, estuvo en Ciudad Bolívar invitado por su amigo Gabriel Bracho Montiel, director de “Dominguito”, semanario humorístico que siguió el cauce del extinto Morrocoy Azul. Julio Verne, vanguardista de la novela de ficción, escribió sobre el Orinoco (El Soberbio Orinoco) sin haberlo conocido. Algo parecido hizo el poeta Pablo Neruda al escribir el largo poema “Canto al Orinoco”, por eso quería conocer el gran río venezolano y en ese sentido le había escrito a su amigo Carlos Augusto León. El deseo se le cumplió el 15 de marzo de ese año después de haber estado en Caracas, Valencia y Médanos de Coro. Vino acompañado de su esposa Matilde Urrutia, de Miguel Otero Silva, del guitarrista Alirio Díaz y del poeta Rafael Pineda, quien se había venido días antes a la ciudad a organizar el recibimiento. Neruda fue objeto de una calurosa y festiva recepción y por la noche del domingo 15 retribuyó al pueblo y sectores representativos con un recital en el auditorio del Liceo Peñalver. Leyó “Viejos y nuevos poemas de amor” y “Poemas cívicos y terrestres”. Por su parte, Alirio Díaz, ofreció como complemento un concierto durante el cual interpretó piezas de Tárraga, Granados, Borges, Villa-Lobos y Lauro, entre otros. Antes de la velada artístico literaria que se extendió hasta horas del amanecer entre brindis y poemas, el Concejo Municipal del Distrito Heres, presidido por el concejal Luis Felipe Pérez Flores, acompañado en el presido por el Presidente de la Asamblea Legislativa, doctor José Luis Machado y los ediles René Vhalis y Germán González Seguías, declaró al Pablo Neruda, “Huésped de Honor” El poeta agradeció la distinción al igual que doña Matilde, su esposa, obsequiada con una joya de oro cochano y un ramillete de flores. El poeta, como escribí antes, vino junto con Miguel OteroSilva, quien también lo acompañó cuando recibió en Estocolmo el Premio Nobel de Literatura, De Otero escribió en sus memorias…”Debo señalar que entre mis acompañantes a Estocolmo estaba el venezolano Miguel Otero Silva, gran escritor y poeta chispean¬te, que es para mí no solamente una gran conciencia americana, sino también un incomparable compañero”. (AF) El poeta chileno Pablo Neruda, quien falleció el 12 de julio de 1904, estuvo en Ciudad Bolívar invitado por su amigo Gabriel Bracho Montiel, director de “Dominguito”, semanario humorístico que siguió el cauce del extinto Morrocoy Azul. Julio Verne, vanguardista de la novela de ficción, escribió sobre el Orinoco (El Soberbio Orinoco) sin haberlo conocido. Algo parecido hizo el poeta Pablo Neruda al escribir el largo poema “Canto al Orinoco”, por eso quería conocer el gran río venezolano y en ese sentido le había escrito a su amigo Carlos Augusto León. El deseo se le cumplió el 15 de marzo de ese año después de haber estado en Caracas, Valencia y Médanos de Coro. Vino acompañado de su esposa Matilde Urrutia, de Miguel Otero Silva, del guitarrista Alirio Díaz y del poeta Rafael Pineda, quien se había venido días antes a la ciudad a organizar el recibimiento. Neruda fue objeto de una calurosa y festiva recepción y por la noche del domingo 15 retribuyó al pueblo y sectores representativos con un recital en el auditorio del Liceo Peñalver. Leyó “Viejos y nuevos poemas de amor” y “Poemas cívicos y terrestres”. Por su parte, Alirio Díaz, ofreció como complemento un concierto durante el cual interpretó piezas de Tárraga, Granados, Borges, Villa-Lobos y Lauro, entre otros. Antes de la velada artístico literaria que se extendió hasta horas del amanecer entre brindis y poemas, el Concejo Municipal del Distrito Heres, presidido por el concejal Luis Felipe Pérez Flores, acompañado en el presido por el Presidente de la Asamblea Legislativa, doctor José Luis Machado y los ediles René Vhalis y Germán González Seguías, declaró al Pablo Neruda, “Huésped de Honor” El poeta agradeció la distinción al igual que doña Matilde, su esposa, obsequiada con una joya de oro cochano y un ramillete de flores. El poeta, como escribí antes, vino junto con Miguel OteroSilva, quien también lo acompañó cuando recibió en Estocolmo el Premio Nobel de Literatura, De Otero escribió en sus memorias…”Debo señalar que entre mis acompañantes a Estocolmo estaba el venezolano Miguel Otero Silva, gran escritor y poeta chispean¬te, que es para mí no solamente una gran conciencia americana, sino también un incomparable compañero”. (AF)

miércoles, 10 de julio de 2024

JOSÉ VICENTE RANGEL VALE

José Vicente Rangel Vale, caraqueño, nació el 10 de julio de 1929 y estuvo 70 en el ejercicio activo de la política, primero dentro de las filas de Unión Republicana Democrática (URD), liderado por el tribuno margariteño Jóvito Villalba y después como militante en los movimientos de la izquierda y finalmente del Partido Socialista Unido de Venezuela fundado por Hugo Chávez Frías. Precisamente, en febrero de 2001, José Vicente Rangel, fue designado como nuevo ministro de Defensa venezolano por el presidente Hugo Chávez, quien hizo el anuncio antes del inicio de una parada militar conmemorando su segundo año en el poder. Rangel, entonces de de 71 años, que se convertía en el primer civil que ocupaba la cartera de Defensa en el actual periodo democrático de la nación instaurado en 1958, relevó al general Ismael Eliécer Hurtado, a quien Chávez designó, a su vez, ministro de Infraestructura. Rangel estudió Derecho, pero su vocación activa fue sido siempre la de periodista en función de su pensamiento político. Mantuvo un espacio dominical en la televisión y Llegó a ser candidato a la Presidencia en dos oportunidades, la primera apoyado por el Movimiento al Socialismo (MAS) y la segunda vez en 1983 apoyado por el Movimiento Electoral del Pueblo (MEP) y el Partido Comunista (PCV). Fue vicepresidente de la República, posición que ocupó desde el 28 de abril de 2002, cuando reemplazó a Diosdado Cabello, hasta el 8 de enero de 2007. Hijo del coronel gomecista José “Pepe” Rangel Cárdenas, quien fue gobernador del estado Barinas. Luego de la revolución de octubre de 1945 fue enjuiciado por corrupción administrativa y despojado de sus bienes. Debido a su actividad política, los estudios de Derecho de José Vicente Rangel fueron bastante accidentados. Empezó en la ULA, continuó en la UCV y estando exiliado en Chile donde contrajo matrimonio con Ana Avalos, prosiguió sus estudios en la Universidad de Santiago, y después en España, universidad de Salamanca, para acabar graduándose en la Universidad de Compostela. En 1958 regresó a Venezuela después de la caída de Marcos Pérez Jiménez, y fue elegido diputado al Congreso durante cinco legislaturas consecutivas, primeramente en representación de URD y después representando a los partidos de izquierda. Se presentó tres veces sin éxito como candidato a presidente de la República en las elecciones efectuadas en 1973, 1978 y 1983. En 1990 dejó la dirigencia política y se adentró de lleno en el periodismo produciendo micros radiales para la cadena Unión Radio, fue columnista de El Universal, Panorama, El Informador y otros periódicos y revistas. Su paso por el Gobierno del presidente Hugo Chávez fue hasta el 8 de enero de 2007 que entregó el cargo que hasta ese momento ostentaba, y recibió una réplica de la espada del Libertador Simón Bolívar como reconocimiento a sus cinco años como vicepresidente. Su hijo José Vicente Rangel Avalos también ejerció cargos durante el gobierno del Hugo Chávez. Con su esposa Ana Avalos tuvo dos hijos: Gisela y José Vicente Rangel Avalos. Y sus nietos: José Vicente Rangel y Nelson Totesaut. Rangel fue dos veces ganador del Premio Nacional de Periodismo. Autor del Expediente Negro, un libro que investiga las violaciones a los derechos humanos en el país entre 1960 y 1970. Publicó además las obras Tiempo de Verdades, Socialismo y Democracia, La Administración de Justicia en Venezuela, entre otros trabajos de ensayo sobre política y derechos humanos. (AF)

jueves, 4 de julio de 2024

MUERE EL DIRIGENTE DEL PCV ANTONIO LÓPEZ CASTILLO

El 5 de julio falleció Antonio López Castillo, a la edad de 90 años. Combativo dirigente del Partido Comunista de Venezuela. Columnista de El Bolivarense y Correo del Caroní Sus restos fueron inhumados en el Cementerio de Ciudad Guayana donde se residenció tras largo tiempo en Ciudad Bolívar, su lugar natal. López Castillo fue concejal de transición en el Concejo Municipal de Ciudad Bolívar a raíz de la caída del presidente de la República, General Marcos Pérez Jiménez. Se desempeñó como representante y distribuidor del diario Antorcha que en El Tigre dirigía el periodista Edmundo Barrios.

miércoles, 3 de julio de 2024