LA FERIA O PESCA DE LA ZAPOARA
Antes que feria, en Ciudad Bolívar predominó y predomina desde tiempos lejanos,
pero de manera acentuada desde mediados del siglo veinte, la pesca de la
zapoara, la cual se practica durante el mes de agosto que es cuando el Orinoco
llega al tope de sus aguas y conecta con los rebalses marginales, permitiendo
la salida que es cuando el pescador, armado de atarraya, la captura.
Tradicionalmente siempre se ha hablado de
la pesca de la zapoara, pero en 1978 el gobierno del ingeniero Jesús Álvarez
Fernández, decidió oficializarla como Feria de la Zapoara, la cual se mantuvo
hasta 1985. El último presidente de la feria fue el doctor Ricardo D’ Marco,
siendo gobernador el doctor Edgar Vallée Vallée. Pero independientemente, la
Feria de la zapoara siempre ha existido de manera natural, espontánea, en torno
a la captura artesanal de la única especie de la ictiofauna orinoquense de la que
se cuentan anécdotas y leyendas aparte de que es el condumio favorito de los
guayaneses por este mes del año. De allí el pintoresco romance de Héctor
Guillermo Villalobos, el merengue de Francisco Carreño, la guasa de Alejandro
Vargas y el joropo de Fitzí Miranda, las pinturas de Carlos Carvajal y el
teatro de calle o diversiones del trovador Alejandro Vargas.
Al año siguiente (1986), gobierno del
doctor René Silva Idrogo, la Feria de la zapoara quedó reducida a la
tradicional pesca como un atractivo más dentro del programa de la Feria del
Orinoco que había entrado en receso luego de su comienzo en 1967 como marco de
la inauguración del Puente Angostura.
En un principio era el gobierno regional
que se ocupaba de su organización y realización, pero en 1989 y conforme a la
nueva Ley Orgánica Municipal, pasó a ser competencia de la Alcaldía quien
nombraba un Comité de Feria procurando que en la integración estuviesen un
representante del gremio de sociólogos y antropólogos, uno de la Capitanía de
Puerto, del gremio de pescadores y de los grupo musicales y folklóricos. La
zapoara o sapoara, como eje de la Feria se complementaba con un programa que
contemplaba regatas de curiaras, pesca de la primera zapoara, pesca de la mayor
zapoara y en el Paseo que bordea al río, gastronomía, carreras de saco, cucaña
y otros juegos tradicionales.
La pesca transcurría todo el mes de agosto
y los programas de competencia los fines de semana teniendo como escenario el
Orinoco a lo largo del Paseo Orinoco, pero fundamentalmente entre el antiguo
Puerto de Blohm y el Mirador Angostura,
Participaban, además del Comité como
coordinador de los programas, pescadores ribereños, deportistas náuticos,
músicos y otros artistas invitados. En fin, es toda una fiesta popular,
espontánea que cumple con los objetivos propios de una feria los cuales son, en
este caso, la compra y venta de la zapoara y otros miembros de la misma familia
como el bocachico, el coporo, y dar a conocer los valores materiales,
culturales y escénicos del lugar.
La misma pesca y elementos asociados a
esta Feria de la zapoara, la curiara india, el esparavel o atarraya, el
canalete, el palangre y la figura tradicional del pescador han sido y son
fuente de inspiración para artistas plásticos, romanceros, músicos compositores
y narradores. De esta pesca tradicional han surgido mitos, refranes y leyendas
en boga. “Quien come la cabeza de la zapoara se queda para siempre en Ciudad
Bolívar casado con una guayanesa” “La zapoara es cebo para cazar forasteros”.
“Cuando hay buena cosecha de mangos hay buna cosecha de zapoaras”, “La zapoara
es un regalo de Dios”, “Gracias a la Zapoara agosto es un mes alegre” “La
zapoara es como la lisa y la sardina de mar, no muerde anzuelo”.
La geografía simbólica no se queda atrás.
Así tenemos El Playón de la Zapoara, La Laja de la Zapoara, Rebalses de la
Zapoara.
La pesca de la zapoara no es un elemento
que refuerza la identidad sino un hecho propio de la identidad de Ciudad
Bolívar. La zapoara es puramente bolivarense. No existe en otra parte de la geografía
del planeta que se sepa. Ni siquiera en el sur de Guayana, ni más allá del
Caura, ni más adentro del Caroní. El marcaje ha servido para determinar que la
zapoara, una vez que sale de los rebalses cumple un periplo migratorio entre
Caicara y Parital, 25 kilómetros antes de llegar a Puerto Ordaz. Pero aun
cuando se pesque en Caicara, Las Majadas, Mapire, Borbón y Las Bonitas, es
frente a Ciudad Bolívar donde se vive y siente la pesca de este singular pez,
con la viva connotación de un espectáculo popularmente emocionante y festivo.
Mientras el río crece, no hay pesca. La
zapoara aparece cuando el Orinoco tras alcanzar su máximo nivel comienza a
cabecear, entonces es el jolgorio de la pesca y de los precios que suben y
bajan de acuerdo con la cosecha del día.
En esta temporada de agosto, el
río no ha subido lo suficiente para que el cardumen salga de los rebalses: sin
embargo, hay feria y hay pesca aunque no como en otros tiempos donde la alegría
y el entusiasmo eran desbordantes, acaso no sea sólo el fenómeno climático sino
la crisis económica que conmueve al país, lo que tengan que ver con ello (AF)