El diamante, forma mineral de carbono considerada piedra preciosa está, como el ser humano, dotado de su propia huella de identificación, de suerte que un diamante hurtado o robado podría técnicamente ser identificado y, en consecuencia, a través de una cédula precisar a quién pertenece.
Se trata, más que de un invento, de un procedimiento ideado por el doctor José Nancy Perfetti (en la foto), desde el Centro de Geociencias de la UDO y dado a conocer el 10 de agosto de 1966, para controlar el robo y tráfico de diamantes. Entonces la producción de diamantes en Guayana crecía y se veía amenazada por el delito desde los aluviones de “El Merey”, en el río Caroní, entre Gurí y Caruachi.
El Doctor Perfetti, dio a conocer su trabajo de investigación científica en una reunión del Colegio de Ingenieros del Estado Bolívar y, posteriormente, como ponencia en un Congreso del mismo gremio. Se trataba del descubrimiento de un procedimiento por medio del cual se identifica de cierto modo una piedra preciosa. El procedimiento, consiste en registrar sus propiedades y al mismo tiempo las contramarcas que facilitarían la investigación en caso de hurto, robo o tráfico ilegal del diamante.
En esa ocasión, el doctor en ingeniería geológica y minera, explicó que las oficinas del ministerio respectivo tendrían y podrían aplicar rutinariamente este procedimiento tanto sobre las piedras brutas como sobre las talladas, sin temor a equivocarse, algo parecido a lo que en el control humano significan las impresiones digitales.
El procedimiento se descompone en una parte mecánica y otra técnica, por lo que en su aplicación se requeriría de un ingeniero especialista. A cada piedra examinada o sometida a control, le sería expedida una certificación técnica de sus características que se distribuiría en joyerías y comercios de la especie, en tanto que los patrones fundamentales reposarían en las oficinas del ministerio de minas.
El 16 de febrero de 2003, cuando en el Diamond Center de Amberes desapareció un botín de diamantes valorado en unos 100 millones de dólares, los guayaneses se acordaron del invento del doctor Perfetti que seguramente en Bélgica no se conocía.
Lo cierto es que el ladrón superó los diez niveles de seguridad, formados por sensores de movimiento, sensores sísmicos, infrarrojos, un circuito cerrado de televisión (CCTV), cámaras acorazadas con 100 millones de combinaciones posibles, contactos magnéticos y contraseñas indescifrables. Se marchó sin que sonara ni una alarma y sin dejar ni una huella dactilar a su paso.
Hasta ahora la policía no ha podido explicar exactamente cómo se realizó. El botín jamás fue recuperado, pero sobre la base de pruebas circunstanciales, el argentino Leonardo Notarbartolo fue condenado a 10 años.
El autor del delito fue claramente identificado por el personal del banco como Carlos Flomenbaum, argentino, alto, que desde hacía un año era cliente habitual de la sucursal, y que fue el último en salir y el primero en entrar a la bóveda de cajas de seguridad antes de que se descubriera el robo.
ABN Amro advirtió que al ladrón no le será fácil vender su botín, pues uno de ellos es conocido por ser de gran tamaño y otro grupo tiene un tinte azulado. En todo caso, se ofreció una recompensa de dos millones de euros a quien diera alguna pista.
Pero la creencia general es que este habilidoso ladrón tendrá algo de paciencia para esperar a que se olvide la noticia antes de ponerse a vender los diamantes que podrían ser detectados si en su oportunidad se hubiera tomado en serio el detector ideado por el doctor Perfetti.
Pero la creencia general es que este habilidoso ladrón tendrá algo de paciencia para esperar a que se olvide la noticia antes de ponerse a vender los diamantes que podrían ser detectados si en su oportunidad se hubiera tomado en serio el detector ideado por el doctor Perfetti.