La Laja de la Sapoara era una piedra ancha, casi redonda y lista, sobre la cual se recostaba el río cuando estaba en el auge de sus aguas. Allí se bifurcaban las corrientes que arrastraban con fuerza el cardumen de sapoaras que el pescador apostado en la misma piedra, capturaba armado de atarraya y ocasionalmente de palangre.
Era verdaderamente un espectáculo que tenía sus riesgos y atraía a la gente. De suerte, que el gobierno de José Barceló Vidal ordenó en la parte alta, construir un Mirador para que parroquianos, viajeros y turistas se entretuvieran más cómodos y seguros con el espectáculo que constituía durante el mes de agosto la pesca de la sapoara. Un pez único localizado en esta parte del Orinoco y cuya leyenda ha sido traducida en romances, música, pinturas y novelas.
Era tradicional que las obras construidas por la Gobernación fueran entregadas a la Municipalidad del lugar para su administración. De manera que la Municipalidad de Ciudad Bolívar que entonces estaba bajo la presidencia de don Adrián Cordoliani aprovechó la obra para homenajear con su nombre al bachiller Ernesto Sifontes, quien estuvo toda la vida entregado en cuerpo y alma a observar y registrar los movimientos del río.
La petición la hicieron los ciudadanos doctores Lino Maradei y Adán Blanco Ledesma al cuerpo edilicio que luego de aprobada emitió y publicó la disposición en consideración de “que la labor rendida por el bachiller Ernesto Sifontes ha sido de positivos resultados tanto como observador diario de la hidrología y meteorología locales y cronista de la ciudad, como educador de relevantes méritos, sembrando la semilla de sus múltiples conocimientos y haciéndose por lo tanto acreedor al respecto y admiración de todos”.
Otro considerando del Acuerdo expresaba que “es motivo de alto orgullo de la Municipalidad reconocer la labor desarrollada por uno de sus hijos, quien callada y tesoneramente ha sabido honrar la tierra que lo vio nacer”.
También existía entonces el “Mirador Angostura”, más abajo, que tenía fuente de soda, restaurant y pista de baile, detrás del Mercado Principal, donde sólo se vendía la cerveza Heineken importada en los vapores de la Real Holandesa que periódicamente llegaban al puerto fluvial de Ciudad Bolívar.
Pero, lamentablemente, el Mirador Sifontes apenas se mantuvo en pie un año y seis meses, pues sus pilares, el 30 de agosto de 1954, fueron chocados por el Ferry Boat Angostura. Era de madrugada y afortunadamente no había gente en su plataforma. Días antes el Gerente del Ferry Orinoco C.A., Rafael García Fernández había suspendido el servicio debido a una avería en la hélice, Finalmente quedó eliminado cuando el Ministerio de Obras Públicas construyó un nuevo dique para elevar la cota de protección de la ciudad contra las periódicas embestidas del Orinoco y de paso, bajo protesta de los bolivarenses, sepultó la Laja de la Sapoara, monumento natural exaltado por la leyenda y la tradición de la pesquería artesanal.
El Mirador Sifontes fue un homenaje hecho en vida a uno de los hombres consustanciado con el gentilicio guayanés, no sólo como profesor del Colegio Federal de Varones, sino como conservacionista, cronista, fundador de la Estación Meteorológica de Ciudad Bolívar y primer registrador hidrográfico de los movimientos del Río Padre, que en la actualidad sirven de base para las proyecciones y pronósticos sobre las crecidas y reflujos periódicos del Orinoco.(AF)