martes, 18 de septiembre de 2012

El derrocamiento de Pérez Jiménez


El 23 de enero de 1958, El brote subversivo militar del primero de enero seguido días después por manifiestos y movilizaciones cívicas, el paro de la prensa y una huelga general, culminó el jueves en horas de la madrugada del 23 de enero de 1958 cuando el general Marcos Pérez Jiménez abandonó el poder y huyó con destino a la República Dominicana en compañía de su familia y de algunos de sus más inmediatos colaboradores.
La desgracia de Pérez Jiménez prácticamente comenzó con el plebiscito dirigido a asegurar su reelección y el pacto de unidad para derrocarlo suscrito por los líderes de las cuatro fuerzas políticas nacionales (AD-Copei-URD-PCV) representadas más tarde en la llamada Junta Patriótica presidida por el periodista Fabricio Ojeda.
A partir de los sucesos del 1 de enero y ante la manifiesta crisis política y militar del régimen perezjimenista, comenzaron a publicarse diversos manifiestos en contra del gobierno tambaleante, firmados por hombres y mujeres representativos de diferentes campos de la actividad económica, profesional y cultural, así como pronunciamientos públicos de instituciones nacionales como el Colegio de Ingenieros, la Asociación Venezolana de Periodistas, federaciones obreras y sectores empresariales que hasta ese momento no habían manifestado abiertamente su repudio a la dictadura. Todas las acciones de calle en contra del régimen, tendrán su momento cumbre en la huelga general del 21 de enero, movilizada por la Junta Patriótica junto a los estudiantes, empresarios y las masas populares, la cual tomó un carácter unitario que prestó el apoyo necesario a los oficiales alzados.
En la madrugada del 23 de enero, pese a contar con el apoyo de un importante sector de las Fuerzas Armadas, Pérez Jiménez decidió abandonar el Palacio de Miraflores y trasladarse al aeropuerto de La Carlota, en plena ciudad de Caracas, para tomar el avión que lo conduciría a la República Dominicana. Al conocerse la noticia del derrocamiento, el pueblo se lanzó a la calle, saqueando las casas de los adeptos al régimen; atacando la sede de la Seguridad Nacional y linchando a algunos funcionarios.
En la misma madrugada se anunció la constitución de una Junta de Gobierno integrada por el contralmirante Wolfgang Larrazábal Ugueto en calidad de Presidente y los coroneles Pedro José Quevedo, Abel Romero Villate, Roberto Casanova y Carlos Luis Araque (en la gráfica). Posteriormente, la Junta de Gobierno incorporó a los civiles Eugenio Mendoza, Edgar Sanabria y como secretario Blas Lamberto, mientras Caracas despertaba en un ambiente de regocijo colectivo y numerosos presos políticos militares y civiles eran rescatados por el pueblo de los lugares de reclusión.
Por su parte la guarnición del estado Bolívar al mando del teniente-coronel Carlos Soto Tamayo, tomó la Gobernación y sometió a su mando a los comandos de Policía y seguridad. El día 27, Carlos Soto Tamayo se ausentó de la Gobernación y dejó encargado al mayor José Diomedes Quintero, quien nombró al Dr. J. M. Arapé Garmendia, secretario general; Dr. Alejandro Reyes Flores, director de Política; Pablo Sosa Méndez, director de Administración; Tesorero, José Rosalino Flores; Educación, Manuel Contreras; Asistencia Social, Luis Estrada Perdomo; Fomento y Obras Públicas, Ing. Gabriel Angarita Trujillo y prefecto del Distrito Capital, mayor Manuel Molina Pernía.
De todos los rotativos, fue el diario La Religión el que dio la pauta de la conducta periodística nacional frente al derrocamiento del general Marcos Pérez Jiménez. El periódico tituló: “Bendigamos al creador -Gloria al bravo pueblo que el yugo lanzó- La Religión propuso levantar un monumento a los que dieron su sangre en estas jornadas cívico militares que dieron al traste con la dictadura. (AF)

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