miércoles, 27 de junio de 2018

200 AÑOS DEL CORREO DEL ORINOCO -Sexta y última parte-


Cuando el General Carlos Soublette ascendió a la Presidencia  de la República fue sugerido para trasladar la prensa a Caracas. Siendo Cumaná capital de Departamento Orinoco igualmente hubo esa intención, pero siempre los angostureños se opusieron y para que no corriese el riesgo de oxidarse por falta de actividad, el gobierno se la cedió al tipógrafo de origen veneziano, José Cristiano Vicentini, quien residía en Angostura desde 1839. Vicentini, la sumó al Taller donde se imprimió El Filántropo, periódico de los liberales que hacía oposición al gobierno del general Tomás de Heres, así como otro semanario de vida efímera. 
Para 1870 los talleres de impresión de Vicentini pasaron a propiedad de Juan Manuel Sucre, sobrino del Gran Mariscal de Ayacucho y, finalmente, la Prensa del Correo, ya superado por los adelantos tecnológicos que se operaban  en los sistema de impresión, quedó abandonada.


A principios del siglo XX denunciaron en un periódico local que la histórica prensa se hallaba semienterrada en la casa Nº 17 de la calle Dalla Costa y el propio director de “El Luchador”, Agustín Suegart, la rescató y la acomodó en su Editorial La Empresa de la calle Venezuela. Finalmente sus descendientes, la donaron al historiador Bartolomé Tavera Acosta, quien la puso a la orden del Gobernador Arístides Tellería en 1911para que la ofreciera al Museo Nacional de la Historia en Caracas. Allá fue a tener y allá permaneció hasta el 15 de noviembre de 1973 cuando por iniciativo de la Sociedad Amigos de Guayana, fundadora del Museo de Ciudad Bolívar en la Casa del Correo del Orinoco, retornó a ese recinto donde se venera como prominente símbolo del periodismo de la patria libre.(Tomado del libro "Periodismo en Guayana" de Américo Fernández)

martes, 26 de junio de 2018

200 AÑOS DEL CORREO DEL ORINOCO -Quinta parte-



Andrés Roderick, con su recién llegada imprenta venida de Filadelfia, optó por quedarse en Maracaibo aprovechando que esta provincia de yodo y mar en poder de los realista había proclamado su independencia el 28 de enero de 1820 y por otra parte, porque eran serias las dificultades par seguir cargando hasta Cúcuta con la pesada máquina tipográfica como bien quedó evidenciado en la nota que después publicaría el Correo a manera de editorial: 
“Casi al momento mismo de proclamarse aquí la Independencia, y cuando la sabiduría del Gobierno se ocupaba en las muchas y graves atenciones que son consiguientes a la transformación política de algún pueblo, nos llegó cojo un don precioso emanado del Cielo, una de las mejores Imprentas de la República, con destino a Cúcuta para el servicio del Supremo Congreso; pero la dificultad de conducirla por caminos de tierra; la lisonjera esperanza de que venga a establecer aquí el augusto Tribunal y más que todo el ahínco del gobierno de proteger los Pueblos desde le momento mismo en que se acogen bajo el sagrado auspicio de las leyes sabias y liberales, han hecho superar obstáculos que se oponían a tan útil establecimiento”.
Superado los obstáculos para que la imprenta se quedara en la capital zuliana, el impresor del Gobierno Supremo, de acuerdo con Monseñor Mariano Talavera y Garcés, instaló su máquina en la calle del Libertador (antes calle nueva) Nº 11) y en ella editó el Correo Nacional, prospecto que llegó a Angostura en agosto de 1821 y cuyo editorial reproduce el Correo del Orinoco en su edición 112 con esta nota al pie: “Insertamos este prospecto, no sólo con el fin de animar a las demás provincias del departamento de Venezuela a la imitación del bello ejemplo que ofrece la de Maracaibo, si no también para invitar a nuestro Compatriotas a suscribirse á un Periódico que promete á ser satisfactoriamente desempeñado”.
El semanario estuvo circulando desde el 14 de mayo hasta el 10 de noviembre de 1821, el servicio de los intereses de la República y en una segunda etapa volvió a salir el 20 de enero de 1822. En la misma imprenta se editó Concordia del Zulia y después de la Toma de Maracaibo por el realista Francisco Tomás Morales, se editó el 23 de enero de 1822 El Posta Español que estuvo circulando durante un año.
En 1824, Andrés Roderick abandonó la tipografía y se asoció al colombiano  José Padilla en un negocio panadero. En 1828 se marchó a Bogotá donde lo aguardaba con mejores perspectivas la tipografía de Zoilo Salazar. Permaneció en la capital colombiana hasta el día de su muerte ocurrida en abril de 1864.
Al dejar de circular el Correo del Orinoco el 23 de marzo de 1822, la prensa donde se editaba (The Washington Press) no sirvió sino para hacer efectiva la promulgación de algunas leyes del Gobierno Regional, pues otro periódico no tuvo Guayana sino en 1838, El Telégrafo, editado en una segunda imprenta traída a Angostura por Lorenzo Ayala, a través de la firma mercantil Dalla Costa. (Tomado del libro "Periodismo en Guayana" de Américo Fernández)

lunes, 25 de junio de 2018

200 AÑOS DEL CORREO DEL ORINOCO -Cuarta parte-




El “Correo del Orinoco” que inauguró una nueva etapa del periodismo libre de Venezuela, vino a ser el segundo periódico propio del Gobierno Republicano. El primero fue El Publicista, fundado el 25 de junio de 1811 bajo la redacción de Francisco Javier Yanes y Francisco Iznardi, quien era Secretario del Congreso. En el número 2 de El Publicista se publico el Acta de la Independencia de Venezuela. 
La coordinación, redacción o dirección del periódico siempre estuvo a cargo de algún miembro de la Directiva del Congreso de Angostura o del Ejecutivo. En este caso, de Francisco Antonio Zea, Juan Germán Roscio y José Rafael Revenga, fundamentalmente.
Constaba de cuatro páginas, texto 18x26 centímetros escritos a dos columnas hasta el Nº 11 y a 3 columnas en adelante. La suscripción costaba un peso por  tres meses para las provincias. Esto hasta la edición 91 en que el impresor Tomás Bradshaw, sustituto de Roderick, tratando de aumentar la circulación lo puso a real y medio al pregón y a seis pesos la suscripción anual.
Roderick dirigió el Taller hasta enero de 1821 cuando recibió orden superior de trasladares a Cúcuta, capital del Gobierno de Colombia. Dejó la impresión del periódico en manos de Tomás Bradshaw, quien trasladó el Taller a la casa del Congreso de Angostura. Luego en abril del mismo año y desde el Nº 100 el taller e impresión del periódico quedó bajo la responsabilidad de William Burrel Stewart, quien lo cerró con la edición 128  del 23 de marzo de 1822, prácticamente al término de la gestión del coronel José Ucroz, gobernador de la provincia de Guayana. 
Desde el traslado del Gobierno a la Villa del Rosario de Cúcuta, se temió por la desaparición del Correo del Orinoco puesto que era una gazeta del Estado. En previsión, Andrés Roderick, animado por “algunos amigos de la patria que se han visto animados coadyuvar a su gloria”, pensó llenar el vacío dejándole a Guayana otro periódico par lo cual se elaboró un prospecto con el nombre Amor de la Patria, del cual dio cuenta el hebdomadario de los patriotas en su edición 67.
Efectivamente, más tarde el Gobierno ordenó el traslado de la prensa a Cúcuta, pero los angostureños se movilizaron y evitaron que esto ocurriese. Fue entonces cuando se ordenó la compra de una segunda prensa en Filadelfia, la cual llegó a bordo de la goleta nacional “El Meta” capitaneada por Guillermo Wikie, en enero de 1812,  precisamente cuando el Gobierno ordenó a Roderick trasladarse con ella a Cúcuta. Sin embargo, esta prensa no llegó a su destino sino que se quedó de tránsito en Maracaibo, donde fue hábilmente aprovechada por Monseñor Mariano Talavera y Garcés, quien sería más tarde Administrador Apostólico de la Diócesis de Guayana, para editar El Correo Nacional. (Tomado del libro "Periodismo en Guayana" de Américo Fernández)

domingo, 24 de junio de 2018

200 AÑOS DEL CORREO DEL ORINOCO -Tercera parte-


La aparición del Correo fue recibida por los angostureños con semblante matizado de curiosidad y entusiasmo. Los primeros ejemplares se vendieron en la propia casa donde se editaba y en la Capitanía de Puerto donde también se hacían suscripciones al precio de un peso por mes.
La goleta “La Libertad” así como la inglesa “Halifax Packet”y el bergantín francés “Ana” embarcaron paquetes del “Correo del Orinoco” con destino a las colonias y por esa vía a otros países como Londres y Estados Unidos de donde era esperado un Agente diplomático enviado por el Gobierno de James Monroe.
La prensa de tipos sueltos trabajaba con fuentes long primer y small pica, con sus respectivas itálicas y letras blancas para títulos y epígrafes. El impresor, Andrés Roderick, devengaba 50 pesos mensuales desde el 15 de octubre de 1817 que se instaló la prensa en la casa propiedad de José Luis Cornieles,  un canario que se había refugiado con su familia en Trinidad tras el sitio y toma de Angostura por los patriotas y que luego regresó para ponerse a la orden de la República a cuyo Gobierno le puso a la orden todos sus inmueble.
La suscripción del Correo del Orinoco costaba mensualmente un peso para los habitantes de Angostura. La gente del interior debía suscribirse por el lapso mínimo de tres meses y pagar treinta reales. Se contaba con posta para la circulación del periódico en lugares distantes.
Las suscripciones fueron abiertas en la casa sede a  la Capitanía de Puerto y los comerciantes y personas interesadas en publicar Avisos en el Correo, debían remitirlo a más tardar la víspera de la edición, es decir, el viernes puesto que la Gazeta salía periódicamente el día sábado. La oficina de recepción de Avisos funcionaban en el propio taller del periódico.
El premier comerciante en publicar un aviso por el Correo del Orinoco fue el señor Falconer, un sillero que tenía su taller en el sótano de la casa del Almirantazgo. El aviso decía textualmente: “El Ciudadano Falconer, Sillero, que vive baxo el Almirantazgo, desea encontrar para comprar una cantidad de SERDA. Se pagará a buen precio la de buena calidad. Angostura Junio 27 de 1818”.
Andrés Roderick, impresor del gobierno Supremo, redobló su trabajo con el Correo del Orinoco, pues anteriormente se limitaba a imprimir Boletines, Bandos, Membretes, Decretos, Ordenanzas, Leyes, Resoluciones  y otros impresos, para lo que debió tomar previsiones entrenando ayudantes como Tomás Taverner, Juan José Pérez y José Santos e interesando en el oficio a jóvenes que supieran leer y escribir. (Tomado del libro "Periodismo en Guayana" de Américo Fernández)

sábado, 23 de junio de 2018

200 AÑOS DEL CORREO DEL ORINOCO -Segunda parte-



La primera plana la abre con los sucesos de la guerra en los llenos de Cojedes y Calabozo  contra el ejército del General Miguel de La Torre y donde los patriotas al mando de los generales José Antonio Páez, Manuel Cedeño y José Antonio Anzoátegui salen victoriosos destrozando con su caballería a la infantería realista, según los boletines enviados a las autoridades de esta ciudad desde el cuartel de San Fernando de Apure por Francisco de Paula Santander. También reseña aparte la embestida de los soldados de los generales Santiago Mariño y José Francisco Bermúdez en un intento por ocupar la plaza de Cumaná.  
Publica el Correo del Orinoco en esta su primera edición recibida jubilosamente por los angostureños, una carta enviada por el Gobierno de las Provincias Unidas de Río de la Plata cuyas expresiones fervorosas a favor de la lucha de los patriotas venezolanos ha suscitado emoción. Igualmente da a conocer la respuesta del Jefe Supremo Simón Bolívar, quien despacha en esta ciudad de Angostura desde agosto de 1817.
Informa esta primera edición del Correo, los apuros económicos en que se ha visto el General Páez para acuñar monedas con el molde de una máquina vieja desechada por el Gobierno en la segunda época de la República y del temor que tiene el Jefe Supremo de que le país vaya a inundarse con una moneda que por su imperfección puede ser contrahecha con facilidad.
En este sentido, el Jefe Supremo en decreto que aparece en el Correo dispone la circulación de esta moneda sólo en la jurisdicción de Barinas. En el resto del país y hasta tanto se produzca una ley al respecto, se continúa con la Macuquina del antiguo régimen español y la macuquina acuñada en Caracas  en la segunda etapa de la Independencia.
El semanario publica de la misma manera noticias de Río Negro en la que se afirma que están expeditas las comunicaciones con esa importante región fronteriza desde que el comandante Hipólito Cuevas fue por disposición del General Páez a liberar aquellos pueblos y los de Alto Orinoco.
Los portugueses del otro lado de la frontera prometieron a Cuevas que no tomarán partido en nuestros problemas internos y que observarán una inmutable neutralidad, lo cual ha contentado mucho al Jefe Supremo ocupado ahora en la redacción de una ley para impedir el contrabando desmedido que nos viene de todas partes.(Tomado del libro "Periodismo en Guayana" de Américo Fernández)

viernes, 22 de junio de 2018

200 AÑOS DEL CORREO DEL ORINOCO ---------------Primera parte-------------

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Al año siguientes, luego de la Batalla de San Félix ganada por el General Manuel Piar y que puso la provincia de Guayana en poder de los patriotas y  centro del Gobierno Supremo, Bolívar reitera su preocupación por la falta de un periódico para divulgar las ideas de la revolución y también para combatir las campañas calumniosas e insidiosas que a través de la Gazeta de Caracas llevaban a cabo los enemigos de la causa, especialmente su redactor José Domingo Díaz, quien la dirigió desde la caída de la Segunda República hasta la entrada de Bolívar a Caracas inmediatamente después de la Batalla de Carabobo.
El primero de septiembre de 1817 escribió Bolívar desde Angostura a Fernando Peñalver planteándole la urgencia de una imprenta que éste en octubre de ese año logró negociar y enviar a bordo de la goleta “María”. Según las relaciones de la época, esta imprenta fue comprada en Trinidad al comerciante José María Istúriz por 2.200 pesos, parte de los cuales cancelada con mulas de las Misiones del Caroní. En ella se editó el Correo del Orinoco desde el 27 de junio de 1818, bajo la dirección del Licenciado Francisco Antonio Zea, quien mientras estuvo en Angostura se desempeñó primero como miembro del Consejo de Estado del Gobierno Supremo, Presidente del Congreso de Angostura, Vicepresidente de Venezuela y Vicepresidente de la Gran Colombia. Cada vez que debió ausentarse para cumplir misión interna del Gobierno o diplomática en el exterior, lo suplantaron en la dirección y redacción del periódico de acuerdo con las circunstancias política-administrativas del Gobierno, Juan Germán Roscio, Manuel Palacio Fajardo, José Rafael Revenga y José Luis Ramos.
El periódico contaba con Corresponsales en Puerto España (Cristóbal Mendoza), San Thomas (Vicente Tejera) y en Maracaibo la asumió Andrés Roderick después de abandonar Angostura al iniciarse el año 1821.
 Aparte de quienes escribían espontáneamente firmando sus artículos con seudónimos, destacaron como colaboradores el propio Libertador, Fernando Peñalver, quien agenció la compra de la imprenta en Trinidad; Ramón Ignacio Méndez, Antonio Nariño, José María Salazar, Luis López Méndez, Francisco de Paula Santander, Francisco Javier Yánez y J. Trimiño. Su circulación semanal (sábado) se extendió desde Angostura al resto de Venezuela, Nueva Granada y las Antillas.
El periódico, primero que se publicaba en esta ciudad de Angostura, cabecera de la provincia de Guayana, erigida desde 1817 en Capital provisional del país, se imprimió en el Taller del propio Gobierno Supremo, puesto en manos del tipógrafo inglés Andrés Roderick y el cual venía operando desde octubre de ese mismo año en la casa del canario José Luis Cornieles, calle La Muralla, inmediata al Parque de Artillería.
 Dice el semanario en su nota editorial insertada en la segunda columna de la última página, que saldrá los sábados y publicará todo cuando por su importancia ataña a la nación, a la lucha por la independencia y los derechos del mundo.
“Somos libres, escribimos en un país libre y no pretendemos engañar al público” –expresa, y agrega que quedará a juicio del lector discernir la mayor o menor fe que merezcan sus notas.
Al final critica a la Gazeta de Caracas, también hebdomadario, que se edita desde 1808 y divulga ideas opuestas a la causa de los patriotas. En tal sentido opina que “el público ilustrado aprende muy pronto a leer cualquier Gazeta, como ha aprendido a leer la de Caracas, que a fuerza de empeñarse en engañar a todos ha logrado no engañar a nadie”. (Tomado del libro "Periodismo en Guayana" de Américo Fernández)

EL CORREO POR PARTES




jueves, 21 de junio de 2018

EL ANUNCIADOR PRIMER DIARIO BOLIVARENSE DEL SIGLO XX


Este  primer diario bolivarense del siglo XX comenzó a salir como trisemanario el primero de junio de 1895 en un taller tipográfico instalado por el general Agustín Suegart en 1893 con el nombre de “La Empresa”. Circuló hasta 1905 cuando el Presidente de la República Cipriano Castro lo liquidó de un plomazo.
         El Anunciador nació como órgano de intereses generales, pero a  su propietario se le ocurrió en tiempos de la llamada Era de la Restauración  cruzar al mar tormentoso de la política ligando sin conseguirlo, llegar a la orilla con las naves intactas.
         No era negocio sostener un diario en la transición de un siglo marcado por las vicisitudes de la política y el caudillismo de rasgos patológicos. Además el Comercio y la educación eran muy pobres. Más que negocio, era empresa romántica sostener un diario como “El Anunciador” en una ciudad de escasos lectores y de limitados anunciantes. No obstante, el anuncio fue su apoyo y por ello apareció siempre con el siguiente lema: “El anuncio, auxiliar del trabajo, es poderoso protector de los negocios”.
          El 21 de diciembre de 1901 el editor se vio en la necesidad de sacar un aviso permanente para protegerse de quienes creían que ese periódico debía publicar todo de gratis. “El Anunciador – aclaraba- pertenece a su Director que es a la vez dueño de la tipografía. La empresa y toda publicación que no sea de carácter oficial, se hará en la sección correspondiente y previo pago de su importe. Hace esta aclaratoria debido a que hay personas que creen que esta Tipografía es propiedad del Gobierno y que por consiguiente estamos obligados a publicar de gratis, todo cuanto se remita”.
         La primera y última de las cuatros páginas de “El Anunciador” estaban destinadas a anuncios comerciales y las internas a informaciones locales, y de afuera extraídas de otros periódicos de Venezuela y del Extranjero  con los cuales había canje. También se insertaban cartas, decretos, alocuciones oficiales, artículos de opinión, crónicas ligeras, poemas, telegramas, chascarrillos, cuentos de humor y curiosidades.
La editorial “La Empresa” estaba en un espacioso inmueble número 46 de la calle Venezuela y el teléfono 113, de manigueta, permitía una comunicación muy local. La Compañía telefónica era privada. Pertenecía a Eugenio Berletta y sus oficinas estaban en la calle Libertad en la casa que fue Liceo Sucre y en 1966 Corresponsalía de El Nacional.
         La Suscripción telefónica costaba 16 bolívares y la empresa mantenía un aviso permanente en la primera plana de “El Anunciador” al igual que la Emulsión de Scott y las líneas de Vapores Hamburgo - América con su nómina de agentes en El Havre, París, Bordeaux, London, Manchester, Binmingham, Plymouth, Southamton, Ansterdam, Port Of  Spain, Caracas y la Guaira, puertos éstos  con los cuales el comercio de Ciudad Bolívar  tenía fluidas relaciones.
         Otros avisos casi permanentes en El Anunciador eran  los de la fábrica de cigarrillos “La  Intimidad”, el de J. N. Pineda ofreciendo “Los cuatro Evangelios” con sus oraciones, el de la Compañía Minera Colombia que explotaba las minas auríferas de El  Callao, “El Amargo de Ciudad Bolívar”, gran específico para fortalecer los órganos de la digestión que ofrecía el comerciante Guillermo Eugenio Monch y uno de Henr Von Buren informado que había trasladado su taller de Platería al lado de la Botica Alemana. (AF)



miércoles, 20 de junio de 2018

EL ALBA, PERIÓDICO UPATENSE DE 1922



         El Alba salió a la calle el 15 de febrero de 1922 en formato de 25x32 cms., 4 páginas, con informaciones a 3 columnas, bajo la dirección y administración de Anita Acevedo Castro, Nicomedes Casado Acevedo y Enriqueta Acevedo. Circulaba quincenalmente y “cuando la Dirección lo juzgue conveniente”. Se ocupaba de literatura y de intereses generales. La suscripción mensual era de un bolívar y se canjeaba con todos los periódicos dentro y fuera de la República.
         El Alba circuló durante veinte años y se sostuvo fundamentalmente con los denuncios mineros y finalmente con una subvención de cien bolívares del estado. Refiriéndose a El Alba, en su libro “Creciente”, Rafael Pineda dice que “por su tono y presentación, El Alba no sólo entusiasmó a los entendidos que colaborarían en sus páginas –como los Oxford, Sandalia Siso, Pedro Manuel Castro, César D’Escrivan, Fernando Teodoro y María Cova Fernández, C. De Brindis Pérez, José Mercedes González, Cipriano Fry Barrios, Ramón Otero Fernández, Carlos Rodríguez Jiménez, María Díaz, entre otros- sino que también sirvió para apaciguar las tribulaciones entre quienes tenían familiares entregados al laboreo de las minas, pues parte del contenido del periódico confirmaba la existencia del oro y auguraba días prósperos para todos con la publicación de un cartel en que Andrés Brito, guardaminas del estado Bolívar, hacía saber que las minas de veta aurífera denominada “La Alianza”, ubicada en jurisdicción del Municipio Pedro Cova, había sido protocolizada en su oficina, en caso de que alguien que no fuera su denunciante se creyera con derechos sobre la posesión.
         El Alba, casi todo impreso con tipos sueltos de diez puntos, siempre le dio más importancia a lo literario destacando en primera plana los temas de esta índole en tanto que lo informativo estaba relegado a las páginas internas y la última dedicada a la publicidad comercial. Una muestra es la edición 213 del 15 de agosto de 1928 de la cual conservo copia facsimilar de un ejemplar.
         Esta edición número 213 abre su primera página a tres columnas, con un elogio al autor del artículo “Minas del Yuruari” publicado en el semanario Correo de Guayana de Ciudad Bolívar y el cual no es otro que el doctor Miguel Emilio Palacio, a quien le da los títulos de geólogo, científico, minerólogo práctico, sociólogo, filósofo y eminente profesor de letras. Para entonces Miguel Emilio Palacio, profesor del Colegio Federal y quien fundó en Guayana la primera Escuela Minera, había quedado ciego a causa de una explosión en las minas subterráneas de El Callao. El Alba lo alude diciendo que “es el Milton americano, ilustrado y sabio, como lo fue el inmortal inglés. El Milton inglés llevaba el paraíso perdido que era la luz de sus ojos. Nuestro Milton, con la esplendorosa luz de su inteligencia, canta en himno patriótico el riquísimo resurgimiento del Yuruari aurífero e industrial”.
         En la misma primera plana resaltan dos sonetos: El Regreso, de Juan Santaella y La Bienamada, de J. M. Agosto Méndez, así como una Carta Lírica, de Anita Acevedo Castro, donde llora la ausencia del amado.
         En la segunda página se lee un corto poema en prosa de Virgilio Bártoli Salmerón, seguido a una columna de la nota informativa sobre una Junta de Fomento que preside el doctor Lecuna Bejarano. Luego da cuenta de la visita a Upata del bardo Agosto Méndez, para un recital a beneficio del Cementerio. Informaciones sobre la muerte en San Félix del coronel barquisimetano José Flores Alvarado; recepción festiva al doctor Carlos Rodríguez Jiménez por su discurso en la inauguración en Ciudad Bolívar de un bronce regalado por el Congreso Nacional como homenaje al General Juan Vicente Gómez.
         En la página tres a una columna están las Sociales y a dos columnas una relación, primera quincena de agosto, de la Administración de Rentas del distrito Piar, firmada por le administrador A. Ma. Guerra y el presidente municipal A. Lecuna Bejerano.
         En la última página una publicidad de la Bigott, fabricante del cigarrillo Bandera Roja, “imposible de agualar en calidad”, otra de la sub. Agencia Víctor de C. Lecuna Baldó que vendía vitrolas, ortofónicas, discos y agujas; un anuncio de La Previsora, de Daniel Vera, ofreciendo casabe, leña, tabaco de fumar y de rollo, así como goma china; Rectificación de Licores, de J. A. Medina ofreciendo su nueva bebida el ambarito Chartrense, y de la Zapatería Polar de José M. Silva anunciado su gran surtido de pieles. (AF)


martes, 19 de junio de 2018

UPATENSES PRIMERAS PERIODISTAS



      Las primeras mujeres guayanesas y posiblemente venezolanas dedicadas al periodismo, fueron las upatenses Concepción Acevedo de Taylhardat y Anita Acevedo Castro, no sólo periodistas sino también editoras como Elizabeth Mallet, de Inglaterra, la primera del mundo.
      Junio, mes del primer periódico sostenidamente libre de Venezuela, el Correo del Orinoco, editado, como dice su editorial, “en las inmensas soledades” del gran río padre, siempre es bueno, ideal para recordar no sólo lo que ha sido el periodismo en Guayana y el país, sino también para resaltar a los valores humanos dedicados a la inquieta y vocacional tarea de informar y orientar.
      Y reflexionando sobre el tema recordaba a la primera mujer periodista del mundo y me preguntaba quién o quiénes fueron las seguidoras de Elizabeth Mallet en Venezuela y Guayana y resaltaban siempre las figuras de las upatenses, Concepción de Taylhardat y Anita Acevedo Castro.
      Elizabeth Mallet, no solamente fue la primera periodista del mundo sino que editó el primer diario también del mundo: el “Daily Courant” que era una hoja de pequeño formato, a dos columnas, impresa sólo por una cara. El pie editorial decía: “Londres, vendido por E. Mallet, junto a la taberna de King’s Arms, en Flete Bridge”. El primer número salió a la calle el 11 de marzo de 1702, apenas con 194 líneas de noticias.
      Pues bien, aquí en el Estado Bolívar siguieron su ejemplo Concepción de Taylhardat y Anita Acevedo  Castro, comenzando el siglo veinte, no cotidianamente como lo hizo la Mallet, sino con una periodicidad menor.
      Concepción Acevedo de Taylhardat, nacida en Upata (1855) y fallecida, casualmente en junio de 1953, fue, no sólo periodista, sino poeta y docente, en un tiempo en que la incorporación de la mujer a los ofrecimientos de la vida moderna actual se veía prácticamente vedada.
      Upata entonces, como Ciudad Bolívar, estaba culturalmente en situación privilegiada en comparación con otras ciudades venezolanas, debido a la floreciente economía signada por la explotación del oro del Yuruari y a la corriente migratoria que a través de las colonias antillanas se mantenía fluida desde países importantes de Europa como Francia.
      De Francia, precisamente, procedía Raúl Lefranc de Taylhardat, poeta y oficial retirado del ejército galo, quien se casó con ella para hacer hogar y familia, trasplantado en Venezuela, lejos de su patria asediada por la guerra.
      Cuando Upata le resultó imposible para ampliar el horizonte de sus aspiraciones, la pareja se trasladó a Ciudad Bolívar que tenía, a pesar del oro del Yuruari, mayor movimiento mercantil que Upata. Así, Concepción Acevedo de Taylhardat encontró clima y mejores posibilidades para dar rienda suelta no sólo a su vocación literaria, sino para cumplir su misión de madre.
      Catorce años después, a la edad de 35 años y tras la muerte de su esposo, se radicó en Caracas, con mejores perspectivas para consolidar su carrera de docente que la mantuvo activa durante 60 años y preparar mejor a sus hijos. En la Caracas de 1890 pudo también continuar su trabajo literario iniciado en Ciudad Bolívar en 1888 con el semanario “Brisas del Orinoco” (primer periódico fundado y dirigido en Venezuela por una mujer) y los poemarios “Flores del Alma” y “Arpegio”.
      En Caracas fundó primero “El Ávila” y luego la revista literaria “La Lira” que mantuvo su circulación durante 28 años y en la cual colaboraron Andrés Mata y Luis Urbaneja Achepol, entro otras glorias de las letras venezolanas. En Caracas, asimismo, estudió linotipia y telegrafía, alternó con los intelectuales de la época y colaboró en “El Cojo Ilustrado”.

      A Concepción Acevedo de de Talhiardat como periodista de trayectoria, le siguió Anita Acevedo Castro, cuyo nombre está estrechamente ligado con “El Alba”, quincenario upatense de larga vida, editado en la segunda prensa llegada al Yuruari y la quinta de Guayana desde  The Washington Press del Correo del Orinoco.(AF)

lunes, 18 de junio de 2018

EL BOLIVARENSE DEL SIGLO XIX


      El primer periódico diario con ese nombre El Bolivarense apareció el 30 de septiembre de 1880 bajo el signo de la balanza y en formato 62 x 44 cms como diario de la tarde. En su cabezal se leía en letras grandes: Director, J. M. Ortega y Rodríguez y Cleto Navarro. Administrador: Luis A. Gómez. Más abajo: Industrias – Ciencias – Artes – Noticias – Anuncios. Luego el lema: Dada nuestras instituciones, basta el trabajo por la parte del pueblo y la justicia por la de los dos gobiernos, para felicidad y progreso de paz a todo trance.
      Su cuerpo de cuatro páginas impuestas con tipos sueltos y grabados impecablemente elaborados, conformaba lo que podríamos conceptuar hoy como un diario de avisos toda vez que la primera y última páginas estaban enteramente destinadas a los anuncios y ofertas comerciales, y las páginas internas a una información escueta y escasa, pues difícilmente se aplicaban el hexámetro técnico de las circunstancias. Las informaciones de la vida diaria –y ése era el estilo de la publicaciones de la época- iban prácticamente mezcladas con los edictos, decretos, comerciales, artículos de opinión, festividades religiosas, cartas, material literario y refritos de publicaciones de otras partes de Venezuela y del extranjero llagadas por la vía del Orinoco.
      Los anuncios aparecían en recuadros, generalmente ilustrados con grabados. Entre otros casi fijos, los del Amargo Aromático de Guayana, de Mathison y Hermanos; Barbería Fígaro, de José Natividad Pineda; Fotografía Artística, de Luis Aristeguieta Grillet;  Colegio Talavera, dirigido por J. R. Camejo; Oficina de Abogado del doctor Luis Natera Ricci; Amargo de Ciudad Bolívar, de Guillermo Eugenio Monch; Aceite para alumbrado Luz Diamante, Cigarrillo Cacique, Aceite de hígado de bacalao y Pianos verticales de cola fabricados por H. Kohl en Hamburgo.
       El Bolivarense terminó sus días con el siglo, vale decir, con la muerte de su fundador, Jesús María Ortega, ocurrida el 20 de enero de 1899, tras cuarenta años de incansable labor tipográfica. Cinco años antes (1895), había sido fundado El Anunciador, periódico que lo sucedería. (AF)
     


viernes, 15 de junio de 2018

EL GUAYANÉS Y OTROS PERIÓDICOS DE 1845



Hasta 1845 que los angostureños habían permanecido ayunos de noticias, aparecieron las publicaciones Orinoco y El Guayanés. Este último más que el primero, rompió los fuegos y extendió su llama de ardor político contenido con el siguiente lema: “La verdad es el arma del guerrero”. No tenía día fijo de salida sino cuando “necesite defender una causa, que le trae al mundo”. Ambas publicaciones circularon durante casi todo el año. Luego aparecieron  Los Ganzos, el Centinela del Orinoco, y El Compilador hasta 1853 que llegó a Angostura la tercera imprenta adquirida por la Municipalidad a través de la firma mercantil Wuppermann & Cia.
            Con la llegada de los Monagas al poder, el periodismo guayanés, hasta entonces polémico y agresivo, llegado a su punto culminé con El Filántropo, baja la guardia y se templa más por instinto de conservación que por falta de motivo.
            Además de la papelería de los entes públicos se editaron en la Imprenta Municipal, el periódico semi-oficialista El Progreso, primero, después del Correo del Orinoco, en darle cabida a la poesía, lo cual estimuló a intelectuales como Gabriel Salom, Francisco Javier Mármol, Eugenio María León y José Miguel Núñez, entre otros, para sacar en 1854 la revista literaria “Flores Silvestres”, formato de un octavo y 30 páginas.
            Dos años más tarde, el Gobernador Santos Gáspari, un médico corso radicado en Guayana desde 1835, dispuso por Decreto la creación de la Gazeta de Guayana, periódico dedicado a lo puramente oficial.
Durante la dinastía de los Monagas, dijimos, el periodismo en Guayana bajo la agresividad y se moderó apegado a las circunstancias políticas imperantes, pues los Monagas no solamente incoaron juicios contra la prensa y desterraron a Antonio Leocadio Guzmán, director de El Venezolano, sino que atentaron contra el Congreso y ello, inevitablemente fue pauta para las publicaciones provincianas. De suerte que a la caída de los Monagas en 1858, cayeron también los juicios contra la prensa y proliferaron de nuevo los periódicos. En Ciudad Bolívar (Ciudad Bolívar desde 1846)fue editado El Boliviano dirigido por Luis Pérez, impreso en la Imprenta Municipal y unido al clima de agitación que conmovía al país. Luego le siguieron El Centinela del Orinoco, dirigido por Carlos I. Salom, denunciando diez años de oprobio y pidiendo castigo para los Monagas;  El Cigarrón (1860) por la misma línea, apegado a la nueva realidad gubernamental y en la que destacó como contrapartida El Punzón, semanario satírico y burlesco que ridiculiza al Gobernador Bibiano Vidal: “Y abur, abur, ño Vidal / Que te guardo el patrimonio / Si no te lleva el demonio / Por absurdo y animal”.
            El diarismo en Guayana comenzó con El Boletín Comercial. Este periódico llegó a ser de alta periodicidad de manera escalonada: primero como bisemanario (lunes y sábado), luego como trisemanario y finalmente se hizo diario vespertino. (AF)

EL FILÁNTROPO 1842


   
 Más que periodismo para cumplir la función social de informar objetivamente y entretener, el periodismo de los primeros  tiempos fue de combate, periodismo político de denuncia, muy prestado también a los intereses socio-económico preestablecidos. Las publicaciones anteriores respondían a ese concepto igualmente con mayor reciedumbre los que le siguieron hasta los tiempos presidenciales del General Carlos Soublette.
            Al iniciarse 1840, la imprenta de los Ayala sacó el cuarto semanario: La Cuenta, también de corta duración. El regreso de Páez a la Presidencia de la República que afincaba aún más en el Poder regional a Heres y a sus seguidores los Heresiarcas como despectivamente le decían sus adversarios, motivó un nuevo receso en el periodismo hasta el 7 de marzo de 1842 que apareció  El Filántropo, órgano de la Sociedad Filantrópica constituida por quienes seguían el pensamiento del Partido Liberal fundado en Caracas en 1840 por Antonio Leocardio Guzmán.
            El Partido Liberal también tenía su periódico: El Venezolano y del mismo corte de recia oposición al gobierno que tachaba de oligarca, era El Filántropo. Su lenguaje realmente demoledor fue calificado por Juan Vicente González como “Monumento a la Perversidad”. Tan demoledor que los Hermanos Ayala no quisieron continuar por si sólo la responsabilidad y prefirieron desprenderse de la imprenta, la cual asumió enteramente la Sociedad, pero instalándola por prevención en el vecino pueblo de Soledad, al otro lado del río.
            El Filántropo circuló hasta el número 29 (20 de marzo de 1843), vale decir, hasta un año después del asesinato de Tomás de Heres, contra quien el mismo semanario y sus antecesores exacerbaron la incomprensión y el resentimiento político transformándolos en odio.
            ¿Por qué desapareció El Filántropo? No sólo porque ya no existía Heres, sino porque ese año de 1843 fue electo Presidente de la República por cuatro año el general Carlos Soublette, hermano de Isabel Soublette Jeres Aristeguieta, primera esposa del viejo Dalla Costa. De allí que Dalla Costa, tertuliano del Libertador y dueño de una gran fortuna se haya retirado entonces de la política al igual que algunos de sus seguidores, entre ellos Cristiano Vicentini. Dalla Costa murió en Génova en 1869.
            Desaparecido el Filántropo, el Taller donde se imprimía retornó a Angostura en calidad de compra por Pedro José Cristiano Vicentini, quien dio el paso hacia la independencia económica con taller propio instalado en calle La Muralla, ampliando su empresa con el antiguo equipo tipográfico del Correo del Orinoco. (AF)
            

EL TELÉGRAFO primer periódico después del Correo



      El periodismo guayanés del siglo diecinueve, pasó por tres fases relevantes: la del Correo del Orinoco (1818-1822) como órgano oficial de la emancipación; la de publicaciones hebdomadarias de la sociedad civil iniciadas con El Telégrafo (1839) y la del diarismo inaugurado con El Boletín Comercial (1865) y que terminó con El Bolivarense (1880-1899).
            Después de fenecido el Correo del Orinoco, Guayana tuvo un receso de tres decenios en el ejercicio del periodismo.
            El afloramiento de los partidos políticos: de un lado los Conservadores del gobierno paecista, representados de ççaquende del Orinoco por el prócer militar Tomás de Heres y del otro, los liberales, por Juan Bautista Dalla Costa, el viejo, líder del movimiento mercantil de la región, estimuló el renacimiento del periodismo que había quedado atrás con la extinción del Correo.
            De suerte que al calor del interés político, ese receso del periodismo fue interrumpido por la aparición de El Telégrafo, un semanario concebido por el núcleo civil que se movía en torno al viejo Dalla-Costa contra el gobierno severo de Tomás de Heres, ya Gobernador o Comandante de Armas de la provincia.
            El Telégrafo fue impreso en la segunda prensa establecida en Angostura luego de la The Washington Press, donde se editó entre 1819 y 1822 el hebdomadario de los patriotas. Fue adquirida por Lorenzo de Ayala y Hermanos, precisamente, a través de la firma comercial Juan Bautista Dalla Costa e hijos. Para operarla se contrató al joven tipógrafo italiano Pedro José Cristiano Vicentini, quien se radicó en Angostura desde el año 1839.         
            La Prensa tipográfica, totalmente dotada, llegó a la Angostura del Orinoco a fines de diciembre de 1839 y en ella, previo prospecto, tiraje de cien ejemplares, se editó El Telégrafo con el siguiente lema: “Periódico consagrado a los deseos del pueblo y con sólo el objeto de su exclusivo bien”. Daba cabida a toda información vinculada con el movimiento mercantil, marítimo-fluvial, cultural, social, religioso, judicial y político. En lo político tenía una sola línea: combatir al gobierno que desde la Comandancia de Armas influenciaba el caudillo Tomás de Heres. Pero un periódico de provincia con una línea semejante era imposible que se sostuviera, máxima existiendo  en Venezuela un Código de Imprenta que calificaba como delito los escritos adversos a los dogmas de la religión católica romana, los que excitaran a la rebelión, perturbaran la tranquilidad pública u ofendieran a la moral, la decencia, la reputación y el honor de las personas.
            Los adversarios del Gobierno encontraron una forma de evadir los controles, y fue editando periódicos de vida efímera, pero cada vez con mayor vigor combativo. Así tenemos que de septiembre a diciembre de 1839 circularon, además de El Telégrafo, el Campanero y Cuatro contra Tres. Este último sin eufemismo. Crudo y desafiante: “Esta es un publicación periódica que persigue un fin: destruir a Heres, acabar con un sistema que considera nefasto para toda la Provincia”.(AF)


miércoles, 13 de junio de 2018

El Boletín Comercial, primer diario de Guayana



E1 diarismo en Guayana se inicia con la aparición de "El Boletín Comercial" fundado el 4 de abril de 1860. Hasta entonces y a partir del "Correo del Orinoco", las pu­blicaciones guayanesas no habían logrado reducir la perio­dicidad de sus salidas. Que se sepa, en ningún otro lugar de Venezuela, a excepción de Caracas, circulaba cotidiana­mente para entonces otro periódico.
En la hermosa ciudad del Ávila andaba por sus fueros "El Federalista", diario de la tarde, llenando el vacío dejado por el "Diario de Avisos", "El Independiente" y "El Pasa­tiempo", de Jesús María Soriano. Eran tiempos de la gue­rra federal.
Desde la fecha de su fundación, "El Boletín Comercial" empezó a salir como bisemanario en una imprenta —la cuarta traída a Guayana— de Carlos María Martínez, tipógrafo cu­manés que tuvo a su cargo en 1856 la impresión del órgano edilicio "La Gaceta de Guayana".
"El Boletín Comercial", bajo la dirección de Andrés Je­sús Montes, estuvo apareciendo los días miércoles y sábado hasta el 9 de septiembre de 1862. A partir de esa fecha se convierte en trisemanario. El tipógrafo Carlos María Martí­nez deja entonces de ser socio y funda la "Revista Mercantil" que sale también tres veces por semana como contrapartida de "El Boletín Comercial", al que califica dentro de una disputa entablada, de "órgano puramente ministerial".
En 1864, Andrés Jesús Montes, Director-fundador de "El Boletín Comercial" se asocia con Jesús María Ortega, nativo de La Guaira y quien viajó a Ciudad Bo­lívar con ese propósito; pero esta sociedad habrá de durar poco, pues al año siguiente, el periodista Montes traspasa sus derechos a Pablo Mara Rodríguez recién salido de la Secretara General de Gobierno bajo la presidencia estadal de Juan Bautista Dalla-Costa, hijo. Rodríguez acomete la tarea de transformar "El Boletín Comercial" de trisemanario en diario vespertino y su esfuerzo se cumple el primero de septiembre de 1865. Poco tiempo después, Jesús María Ortega asume toda la responsabilidad del diario y lo conduce hasta 1872 cuando desaparece por factores económicos y políticos.
"El Boletín Comercial" transcurrió durante casi toda la época gubernamental de Juan Bautista Dalla-Costa y regis­tró en sus páginas las más importantes incidencias que se produjeron en el territorio guayanés a raíz de la Guerra Fe­deral y la llamada Revolución de los Azules. Hay constancia en sus páginas de la obra progresista de Dalla-Costa y del esfuerzo tesonero por mantener a esta provincia alejada dc las guerras intestinas que estremecían al país. Se decía que "El Boletín Comercial" marcaba una línea contraria a la Revolución de los Azules y que por ello recibió los ataques más fuertes de "El Orden", periódico de poca vida que diri­gió en 1869 Juan Manuel Sucre y de donde combatió con sagacidad a los oponentes de su doctrina y de sus ideas el presbítero Antonio José Sucre, pariente del Gran Mariscal de Ayacucho.
Desde el "Ccrreo del Orinoco" hasta 1872 fue "El Bo­letín Comercial" el periódico de mayor duración en Guayana y ostenta también el orgullo de haber sido el primer diario. A partir de su liquidación, Guayana no tuvo más diario sino hasta ocho años después; sin embargo, durante ese receso, proliferaren semanarios, bisemanarios y quincenarios que aprovechando la explosión económica del oro, llegaron a su­mar hasta trece.
"El Boletín Comercial", al menos en su nombre, fue re­vivido en 1904 por Sebastián Allegretti, con una circulación mayor de 800 ejemplares, rica en informaciones regionales, nacionales y extranjeras. Ya para la fecha había muerto Je­sús María Ortega, su fundador en la primera época. Este nuevo "Boletín Comercial" pasó finalmente a manos de Ed­mundo Suegart, quien apresuró su liquidación para fundar junto con su hermano Agustín Suegart el diario "El Lucha­dor", tradicionalista y conservador por ex­celencia, decano del diarismo guayanés.
Pero el real sucesor de "El Boletín Comercial" fue "El Bolivarense" fundado por el mismo Jesús María Ortega ocho años después —1880— de la desaparición del primero. Para este nuevo compromiso con el periodismo cotidiano guaya­nés, Ortega adquirió la segunda imprenta a vapor que se in­trodujo a Guayana. La primera fue la establecida por Eme­terio Pérez en 1878. "El Bolivarense" 'estuvo circulando du­rante 19 años realizándose como el diario de existencia más prolongada durante el siglo XIX.
Podemos concluir afirmando que el periodismo en Gua­yana señala tres etapas cumbres: la del "Correo del Orinoco" que es su punto de partida y el que representa para Vene­zuela el símbolo histórico del periodismo verdaderamente na­cional en su hora más dramática y difícil; la de "El Telé­grafo", periódico aparecido en 1839 bajo la dirección del v"- neciano Pedro José Cristiano Vicentini, tres lustros después. de la desaparición del "Correo del Orinoco", jalonando la permanencia del periodismo en Guayana como factor intelec­tual de acción y de progreso; y la de "El Boletín Comercial" que revolucionó la tradición de la publicación hebdomadaria e inauguró la etapa del diarismo.
En las etapas de "El Telégrafo" y de "El Boletín Comer­cial" debemos subrayar los nombres de Pedro José Cristiano Vicentini y Jesús María Ortega y Rodríguez, de quienes poco se escribe y recuerda al hablar del periodis­mo regional. Ellos cumplieron dentro de este campo una ta­rea ardorosa y digna y marcaron los hitos más importantes del periodismo guayanés, treinta años después de la desapa­rición del "Correo del Orinoco". (AF)


jueves, 7 de junio de 2018

María Teresa (Malú) Liccioni Casalta



MARÍA TERESA (MALÚ) LICCIONI CASALTA
Falleció en Ciudad Bolívar, su tierra nativa,  la artista plástico,  María Teresa (Malú) Liccioni Casalta, esposa del ya difunto sanitarista por largo tiempo Fernando Huncal y tataranieta de Don Antonio Liccioni, fundador de El Callao.
Malú Liccioni deja de existir a los 93 años de edad, completamente lúcida y activa como directiva del Museo Histórico de Guayana donde hubo expuesto recientemente Iconos bizantinos en repujado metálico en una de las salas de dicho Museo.   Tenía ella a quien salir.  Su Padre Roberto Liccioni era pintor, dueño de una Cerámica y Presidente de la Electricidad de Ciudad Bolívar.
Para los bolivarenses, amantes de las artes plásticas, fue una novedad esta última exposición de Malú.  Fue indudablemente  una nueva experiencia de la tataranieta de don Antonio Liccioni, fundador de El Callao a mediados del siglo diecinueve.
Malú, nonagenaria (12-12-1925), nunca dejó de pintar y trabajar con elementos de la artesanía y orfebrería, como repujado metálico, en este caso, sobre láminas de aluminio trabajadas con herramientas propias de esta técnica medieval como el buril.
        Como dije antes, tenía a quien salir, porque su padre, Robertico Liccioni, quien fue empresario y presidente de la Electricidad de Ciudad Bolívar, pintaba y era aficionado a la poesía. De hecho, hay otras hijas con la misma vocación genética, Aimee Liccioni de Keeshen de su matrimonio con Amelia Casalta y fuera del matrimonio, María, casada con el profesor de la UNEG Marco Tulio Cardozo. María de Cardozo  es excelente retratista y guarda en su casa una colección de pintura con personajes de la picaresca angostureña.
De los baúles del recuerdo de Malú, Horacio Cabrera Sifontes extrajo los documentos valiosos y básicos que le sirvieron para escribir “Antonio Liccioni y la Guayana del Oro” publicado por la Editorial Centauro, y del mismo extrajo Rafael Pineda el material de “100 años de fotografía en el Orinoco-Guayana” publicado por Edelca con motivo de su vigésimo aniversario y el médico Camilo Perfetti para escribir su libro “Los Secretos de Liccioni”
La exposición que Malú abrió en el Museo Histórico con motivo del primer aniversario de su fundador el doctor Oswaldo de Sola, fue la primera de este tipo de repujado, una experiencia nueva y producto de un curso que realizó en los Estados Unidos de Norteamérica.
El repujado es una técnica que consiste en trabajar en lámina de metal, cuero u otros materiales para obtener un dibujo ornamental en alto relieve.
El trabajo de repujado cuenta con una larga tradición cultural desde tiempos muy remotos, pero es en la Edad Media cuando alcanza un elevado nivel estético. Proviene de Europa y se deriva de los íconos que son imágenes sagradas y religiosas pintadas en tablas. A partir del siglo XII el repujado comenzó a tomar auge toda vez que en esa época los íconos eran puestos a disposición a los feligreses para venerarlos, pero debido al humo de las velas y la cercanía de las veladoras, las pinturas con el tiempo comenzaban a mancharse. Fue entonces que empezaron a cubrirlos con metales preciosos como oro y la plata para protegerlos dando lugar a la técnica que universalmente conocemos como repujado derivado de la palabra francesa repulsare que significa "empujar" hacia afuera o como vocablo latino, labrar figuras o adornos de relieve en metal o cuero.
Esta técnica que abarca varias manifestaciones artísticas como dibujo pintura y escultura, consiste fundamentalmente en abombar la lámina de metal que puede ser de diferentes materiales como aluminio, cobre, estaño, oro y plata para dar volumen o relieve a un diseño previamente grabado sobre el metal.
El repujado en metal es, como ya escribimos, una antigua técnica utilizada por diversas culturas de todo el mundo y esto, por supuesto, ha permitido que el número de materiales que se han utilizado a lo largo de los tiempos sea enormemente variado: desde el oro y la plata hasta el bronce, aluminio, latón o el estaño. Todos, pueden usarse para realizar infinidad de figuras conocidas y originales.
Las piezas, último legado de Malu a la ciudad de sus ascendientes, fueron trabajadas sobre láminas de aluminio y encierra imágenes religiosas, entre ellas, un retablo que donó a la Iglesia de los padres capuchinos a donde solía acudir para cumplir sus obligaciones religiosas.(AF)