Más que periodismo para cumplir la función social de informar objetivamente y entretener, el periodismo de los primeros tiempos fue de combate, periodismo político de denuncia, muy prestado también a los intereses socio-económico preestablecidos. Las publicaciones anteriores respondían a ese concepto igualmente con mayor reciedumbre los que le siguieron hasta los tiempos presidenciales del General Carlos Soublette.
Al iniciarse 1840, la imprenta de los Ayala sacó el cuarto semanario: La Cuenta, también de corta duración. El regreso de Páez a la Presidencia de la República que afincaba aún más en el Poder regional a Heres y a sus seguidores los Heresiarcas como despectivamente le decían sus adversarios, motivó un nuevo receso en el periodismo hasta el 7 de marzo de 1842 que apareció El Filántropo, órgano de la Sociedad Filantrópica constituida por quienes seguían el pensamiento del Partido Liberal fundado en Caracas en 1840 por Antonio Leocardio Guzmán.
El Partido Liberal también tenía su periódico: El Venezolano y del mismo corte de recia oposición al gobierno que tachaba de oligarca, era El Filántropo. Su lenguaje realmente demoledor fue calificado por Juan Vicente González como “Monumento a la Perversidad”. Tan demoledor que los Hermanos Ayala no quisieron continuar por si sólo la responsabilidad y prefirieron desprenderse de la imprenta, la cual asumió enteramente la Sociedad, pero instalándola por prevención en el vecino pueblo de Soledad, al otro lado del río.
El Filántropo circuló hasta el número 29 (20 de marzo de 1843), vale decir, hasta un año después del asesinato de Tomás de Heres, contra quien el mismo semanario y sus antecesores exacerbaron la incomprensión y el resentimiento político transformándolos en odio.
¿Por qué desapareció El Filántropo? No sólo porque ya no existía Heres, sino porque ese año de 1843 fue electo Presidente de la República por cuatro año el general Carlos Soublette, hermano de Isabel Soublette Jeres Aristeguieta, primera esposa del viejo Dalla Costa. De allí que Dalla Costa, tertuliano del Libertador y dueño de una gran fortuna se haya retirado entonces de la política al igual que algunos de sus seguidores, entre ellos Cristiano Vicentini. Dalla Costa murió en Génova en 1869.
Desaparecido el Filántropo, el Taller donde se imprimía retornó a Angostura en calidad de compra por Pedro José Cristiano Vicentini, quien dio el paso hacia la independencia económica con taller propio instalado en calle La Muralla, ampliando su empresa con el antiguo equipo tipográfico del Correo del Orinoco. (AF)
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