El
14 de octubre de 1973 falleció en Ciudad Bolívar el músico y compositor Pedro
Telmo Almada, o simplemente “Telmo Almada” como prefería. Una coincidencia, pues había nacido también
un día 14, pero de abril de1901 allá en Zaraza del Estado Guárico.
Y coincidencia aún mayor, se radicó para siempre en
Ciudad Bolívar un 14 de octubre de 1923.
Si hubiera sido supersticioso habría jugado siempre ese número en la
Lotería que dicho sea de paso, signó la esquina de la antigua mansión de don
Virgilio Casalta como “La Catorcera” porque ella fue asaltada el 14 de
septiembre de 1885, tras un alzamiento militar contra el entonces Presidente
del Estado, José María Bermúdez Grau, quien vivía en ella.
Telmo Almada debutó en Ciudad Bolívar como director de
la Orquesta Venezuela en un concierto auspiciado por el Almacén Americano en el
Paseo Falcón y en el que estrenó su vals “Canciones de Himeneo” que se hizo tan
famoso como en Carnaval su fox trot “Mascarada”. Posteriormente fue Director en varias
ocasiones de la Banda Dalla Costa del Estado.
Murió a la edad de 72 años, desolado, deprimido por la
tenebrosa oscuridad de .la invidencia, con la sola compañía de uno de sus tres
hijos (Telmito) que se dejaba crecer la melena como los hippies, una guitarra y
un piano que contrastaba con la pobreza de de una casa abandonada donde vivió
el resto de su vida. Nunca se ocupó de
conservar, registrar y legalizar sus numerosas creaciones musicales que él
mismo calculaba en 200, las que luego de ejecutar públicamente las dejaba
libres como el viento.
Ejecutaba casi todos los instrumentos musicales. Fue alumno del médico y músico Vicente Peña,
padre del crítico musical Israel Peña.
Su biógrafo José Rosalino Flores lo presenta como un artista del sonido
que sorprendía por el dominio de la melodía y la armonía y que escribió música
popular venezolana en todos los estilos.
En su trabajo titulado “Panorama de la música en
Guayana”, Ivo Farfán afirma que Telmo Almada no sólo era músico en el sentido
extenso de la palabra sino que también practicaba la filantropía, profundamente espiritual, sobre todo después de las influencias
recibidas del que fuera Obispo del Zulia,
Monseñor Arturo Celestino Álvarez: El prelado lo estimuló para que escribiera
música religiosa, es decir, misas, avemarías, motetes, plegarias,
villancicos y aguinaldos. También, por supuesto escribió música profana como los valses
Déjame que te bese, María Luz, Carmen Elena (1960). Canción
Otoñal,. Evocación, Nieves (1963). Brisas de mi
pueblo, Primaveral,
Confidencia de dos almas, Lucrecia (vals dedicado a
su madre),. Nélly, (vals dedicado a la Juez Nelly
Márquez (esposa del también abogado y músico Afanador). Romanete, dedicado al
violinista Román Iriarte (1961). Canciones de Himeneo, Gloria
Josefina, Lirios de Guayana, (1950). Canto de Agonía,
Mascarada, fox-trox que nunca faltó en el repertorio de los populares bailes de
carnaval, los pasodobles Manojo de Flores y Gentileza, Velencia, España, que tanto le gustaba a su amigo Juanito Arteta
“La trompeta de oro de América” a quien
llamaba cariñosamente “Juanete” y.
Lágrimas de amor, dedicado a Catalina García, uno de sus primeros amores allá
en su tierra Zaraza, en el lejano año de 1920.
El periodista
Abel Silva cuando era un mozalbete trabajo durante siete años (1969.76) como
archivista de la Banda del Estado. y confirma lo dicho por Ivo Farfán, de que
era un hombre siempre dispuesto a auxiliar no sólo a sus colegas sino a quien
realmente demandara su ayuda, pero no obstante era muy exigente con la
disciplina y el horario de ensayo y compromiso público y oficial.
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