En
1985, la Asociación de Vecinos del Casco Histórico de Ciudad Bolívar, entonces
presidida por la antropólogo María Eugenia Villalón (en la foto), pidió a la Municipalidad ampliara su departamento
de ingeniería para darle cabida a profesionales especializados en materia de
intervención y restauración de monumentos históricos.
Con el objeto de evitar la tugurización del casco, la emigración
de su población y frenar el creciente deterioro de sus inmuebles, propuso que
el programa de rehabilitación se orientara al robustecimiento del polo vivienda
familiar antes que el comercial y administrativo para lo cual se debía trazar
una estrategia dirigida hacia los pequeños propietarios y hacia los grandes
propietarios.
Para los pequeños propietarios la
Asociación de Vecinos propuso la implementación de un plan crediticio que les
permitiera emprender la reparación y remodelación de sus viviendas
deterioradas.
La rehabilitación del casco demandaba
también el rescate de los terrenos vacuos y de las ruinas que amenazan la vida
y la propiedad de residentes y transeúntes. Demandaba asimismo exoneración de
impuestos municipales a los residentes que deseen restaurar o remodelar sus
viviendas, regulación estricta de los avisos comerciales y prohibición para que
los comerciantes no exhiban sus mercancías fuera de los locales y en la zona de
los portales del Paseo Orinoco.
Los vecinos criticaron el boulevard
Bolívar como un disparate de la administración pasada que rompe con la
característica visual y urbana del centro histórico y exigió responsabilidad y
reparación de daños causados a numerosas viviendas.
Durante el Foro sobre el casco histórico de Ciudad
Bolívar instalado el 16 de julio de ese año 1985, con un discurso de Manuel
Alfredo Rodríguez sobre la fundación de la ciudad, la arquitecta Mildred Egui, al abordar el tema de la
conservación puso al descubierto las malas intervenciones en las edificaciones
no obstante contar con un marco legal amplio.
El arquitecto Graciano Gasparini la secundó alertando que deben evitarse
a toda costa intervenciones temerarias, casi siempre inferiores en calidad a lo
que se destruye porque el diseño de sustitución es por lo general pobre y
mediocre. Puso como ejemplo de intervenciones temerarias la remodelación de la
Plaza Bolívar y el boulevard Bolívar.
Desde el Norte de México hasta el Sur
de los Andes son innumerables los centros y sitios históricos que nos recuerdan
la cultura precolombina, la presencia ibérica y la formación de nacionalidades
hermanadas con un sinnúmero de problemas comunes. La ciudad de los monumentos y testimonios de
piedras llena la historia de todo el pasado, un pasado que reúne todos los
ingredientes para plasmar nuestra identidad.
No hay futuro sin pasado y el pasado es
la base del futuro y si seguimos destruyendo, insultando, maltratando y
denigrando nuestro testimonio del pasado, el futuro sólo nos reservará el
merecido título de brutos e ignorantes.
La conclusión fue que hay que salvar a
Ciudad Bolívar porque ella tiene condiciones históricas y arquitectónicas no
solamente para ser declarada monumento nacional sino monumento de la
humanidad.
Monumento Publico Nacional fue declarado en 1976 por
la Junta Conservadora y Protectora del Patrimonio Histórico y Artístico de la
Nacional y posteriormente el Ministerio de Educación postuló el paisaje urbano
y natural del casco histórico ante el
organismo competente de las Naciones Unidas, la UNESCO, para que fuese
declarado patrimonio Cultural de la Humanidad al igual que otros centros
histórico iberoamercano como Quito (Ecuador), pero a juicio de los entendidos,
esto no será posible mientras no se reanude el programa de protección y
revitalización iniciado en 1986 con la participación directa del Instituto
Iberoamericano de España y que desde hace dos decenios se halla paralizado.
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