Reinaldo González vuelve a la carga con
este nuevo libro, una recopilación de trabajos literarios que testimonian la
actividad de la narración oral escénica
(cuentacuentos) en Ciudad Bolívar y pueblos vecinos, realizada durante
los últimos años. Trabajos que abordan el tema con espíritu didáctico,
histórico e informativo, en toda su
dimensión, contenido y proyección.
Del libro
presentado en una de las salas del Museo Soto, podríamos decir que es otro
cuento o la historia de la dedicación y el esfuerzo por rescatar una tradición
que parece diluirse en el tiempo de las sociedades avanzadas. El lector a
medida que vaya absorbiendo el libro, tendrá que situarse, de acuerdo a los
textos, en el momento y las circunstancias en que comienza en la capital del
Orinoco un despertar, una preocupación por recobrar y difundir a través de
grupos vocacionales organizados, la tradición del cuento con el cual nuestros
ascendientes desde épocas ignotas recreaban y
paseaban a sus niños por el paisaje colmado de episodios humanos
excitantes, pero rayanos en el altruismo y la filantropía.
La preocupación
viene dada por la forma como la ciencia, la tecnología y los recursos
cibernéticos aplicados a nuestro modo de vida, incluyendo a la comunicación
social, han sacado fuera de la órbita familiar la tradición del cuento que no
sólo recreaba el espíritu soñador e imaginativo del niño sino que lo formaba en
el saber discernir entre el bien y el mal,
valorar la disciplina y el esfuerzo que implica toda empresa de libertad,
fraternidad, amor, bienestar y justicia
social.
El libro aviva
la memoria y nos remonta a los juglares y trovadores errantes de la antigua
Grecia y el medio evo que iban recitando y cantando fragmentos de la poesía homérica
y de otros exaltadores de hazañas y episodios épicos. Nos remite a nuestros
chamanes aborígenes, a los griat africanos, a los fabulistas
árabes, en fin y aunque no expresamente, a la parábola filosófica y a la fábula
que nos viene desde mucho antes de Cristo y que ponían hablar a los animales y
a las cosas inanimadas.
Toda vez, que el
abuelo y el padre de hoy, pertenecen a generaciones imbuidas en el mundo de la
velocidad que devora el tiempo, ya no es posible disponer del mismo con su
peculiar talante y dedicación para
contar los cuentos tradicionales. Por
ello ha surgido la alternativa de los
cuentacuentos voluntarios que van a la escuela,
a los parques y a otros espacios, para cubrir la ausencia montando el teatro
motivador de la imaginación infantil.
La aventura de
esa historia comenzó en Ciudad Bolívar el 7 de Diciembre de 1986 cuando se
formó el primer grupo de Narración Oral del Estado motivado por “Los
cuenta cuentos” de Catia que
fueron vistos con espíritu afirmativo de imitación y emulación desde estas
selváticas tierras del Río Padre.
Surgió “Los Cuenta Cuentos del Amanecer”
que perdura con loables virtudes
prolíficas puesto que ha producido el
milagro de la multiplicación y más aún, experimenta en una búsqueda
constante con talleres, encuentros,
festivales, círculos de discusión, fórmulas de estímulo a la creatividad, de amor por la lectura, entusiasmo por la
palabra y el verbo mágico de la creación.
Al caso viene
como ejemplo y lenitivo “La Hora del
Cuento”, en instituciones escandinavas, ”La Peña de los juglares” del parque
Lenin de la Habana donde destacan el poeta Francisco Garzón Céspedes y la trovadora Teresita Fernández y más acá
en Barquisimeto esa juglar de la ternura llamada Graciela Anzola.
El discurso de
este libro transcurre casi al final con otros tópicos que tienen que ver con la disquisición filosófica de lo
afirmativo y lo negativo, el envilecimiento del lenguaje y el abordaje
corriente de temas insulsos, los valores de la cultura muchas veces pisoteados
o desvalorizados por la fuerza bruta del poder como cuando Viola en Argentina,
los prejuicios raciales que dieron pábulo a la música jazzista de los negros de
la esclavitud norteños, la ciudad encantada que se fue y retorna mal vestida o
ataviada de desazón y angustia, la persistencia del Grupo Parapara en su empeño
por rescatar los valores musicales, lúdicos
y artesanales del pasado, la mala suerte de las letras y la cultura al
perder a Miguel Otero Silva como allá la
Madre Patria perdió cruenta y dramáticamente a Gabriel García Lorca, el amante
de los pobres, el cantor de la mujer infiel, de los gitanos y de la fiesta
brava, el creador de La Barraca que llevó a Mimina Lezama a soñar con los
títeres vuelto palabra.
El libro ”Palabras de
Arcanos Mágicos” de Reinaldo González Guevara, finaliza con
cuatro ensayos dedicados a la trovadora de la “Peña de los Juglares” de la
Habana, Teresita Fernández, en la ocasión de su paso por Ciudad
Bolívar; al juglar andariego, poeta y pintor del realismo social Luis
Luksic, barbudo artista del altiplano boliviano que se ancló para
siempre en la Barcelona anzoatiguense, a
Ada
Elba, poeta de la revolución cubana que asumió su propio destino con
dolor, angustia y la fuerza de su propia soledad y a Aquiles Nazoa, el
amolador de la luz, el poeta que amó con humor y se eternizó en el canto de
Jenny Lind, el Ruiseñor de Suecia.
BARBA DE TORO ASIRIO
El Profesor Reynaldo González, cambió de look. Ahora se dejo crecer la barba por lo costosa que se han puesto las máquinas de afeitar. Yo la encuentro parecida a las barbas de los toros asirios.
El Profesor Reynaldo González, cambió de look. Ahora se dejo crecer la barba por lo costosa que se han puesto las máquinas de afeitar. Yo la encuentro parecida a las barbas de los toros asirios.
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