El
fin del mundo libresco predicho por Marshall McLuhan fue planteado y discutido
en Ciudad Bolívar en el mes de mayo de 1975, con motivo de la clausura del
Festival del Libro Venezolano de Monte Ávila, cuya exposición fue totalmente
vendida.
En el coloquio realizado en la Casa de
la Cultura y que versó sobre la importancia del libro en la cultura de los pueblos
intervinieron, entre otros, los escritores Salvador Garmendia (en la foto),
Adriano González León, Manuel Alfredo Rodríguez, Luis García Morales y José Sánchez Negrón.
La muerte del libro decretado por el
omnivoraz sistema de comunicaciones electrónicas instantáneo, fue negada por
todos los panelistas, pero sin llegar a desconocer la importancia avasallante
de la imagen.
Salvador Garmendia dijo por su parte
que entre el lector y el libro hay una comunicación muy íntima y muy personal
que hace que el libro sea eterno e indestronable, sobre todo, porque actúa en
una zona del ser humano donde solamente la palabra puede hacerlo. Admitió no obstante, que la imagen es más
impactante que la palabra y citó aquella famosa frase según la cual “una imagen
vale más que mil palabras”, pero insistió en que el valor de la palabra es tan
personal y tan íntimo que ninguna otra forma de comunicación lo puede
igualarla.
Adrián González León, hizo un recuento
histórico de la evolución del libro para
concluir en la imposibilidad de su extinción, no obstante reconocer también que
la imagen cada día tiene mayor importancia en el aspecto pedagógico educativo y
divulgativo que la palabra escrita.
Manuel Alfredo Rodríguez expresó que
toda formulación radical, a la postre, concluye en el justo medio aristotélico
y que siendo evidentemente abrumador y desproporcionado el número de habitantes
por lector, cabe concluir en que el libro es manantial de donde surge el
instrumento formativo básico de las minorías dirigentes. Concluyó diciendo que
el libro va a perdurar, pero reducido a una minoría.
A casi cuatro décadas de ese suceso
literario, muy poco visto ahora, en le
Casa de la Cultura Carlos Raúl Villanueva, todavía se continúa reflexionando y
opinando sobre el canadiense Marshall Macluhan y los medios digitales que según
apuntan algunos críticos, no es propiamente la extinción del libro sino que degradan la escritura.
El escritor Alberto Chimal coincide en considerar que es
falso eso del fin del libro impreso.
Afirma que sólo es una modificación de su posición en la sociedad. Los medios digitales son herramientas que pueden ser benéficas
si nosotros las empleamos adecuadamente para lograr nuestros objetivos. Las
herramientas digitales son un complemento para la promoción de la lectura, las
cuales no acabarán con los archivos escritos, así como no hemos dejado de
escribir, hablar, utilizar la memoria; por lo tanto lo que tenemos es una
situación donde debemos aplicar las diferentes tecnologías para superarnos.
Por su parte, el escritor Juan
Domingo Argüelles, expresa que “desde hace aproximadamente cuatro décadas,
cuando McLuhan publicó La galaxia Gutenberg (1962) y firmó apresuradamente el
acta de defunción de la cultura escrita, no pasa un año en el que no se
anuncie la inexorable desaparición del
libro. Sin embargo, año con año, asistimos no a la verificación de tan
apocalíptica profecía, sino más bien a la comprobación de que el libro no sólo
no desaparece sino que se revitaliza y, para hacer más absurda la ironía, surgen
nuevos sellos editoriales, grandes y pequeños, que, a contracorriente, se
entregan, a la heroica o disparatada tarea de publicar títulos.
Si publicar libros no es negocio, entonces es un vicio
que tiene una buena cantidad de consumidores que no han permitido que la
adicción se extinga.
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