En
1976, la opinión pública se movilizó para lanzar una oposición contra el color
ocre de la Catedral de Ciudad Bolívar que así estaba siendo pintada a medida
que avanzaban los trabajos de reconstrucción y restauración.
La feligresía, incluso el clérigo, manifestaba su
desacuerdo alegando que es el blanco el color caracterizado de las
construcciones coloniales.
Los arquitectos, entre ellos, el doctor Graciano
Gasparini, aducía que la Catedral de Ciudad Bolívar, aún cuando haya sido una
construcción iniciado por los fundadores de la capital de Guayana, corresponde
al estilo neoclásico y que además con este color amarillo ocre es posible
destacar el color blanco de las molduras o salientes que adornan la obra
arquitectónica.
El problema del color originó en varias oportunidades
la paralización de los trabajos de pintura externa de la Catedral, pero al fin
predominó el criterio del arquitecto Gasparini y del grupo de técnicos que
trabajaba en la restauración. Los expertos aseguraban que el ocre a la larga y a consecuencia del
fuerte sol tropical de la capital guayanesa se suavizaría hasta lograr el matiz
que a los guayaneses realmente les gusta.
Gasparini estaba en lo cierto y el tiempo le ha dado
la razón como se la dio cuando le dijo a Farruco que el Teatro proyectado por
Oscar Tenreiro no debía ejecutarse adosado al Capitolio que era una obra
histórica de la ciudad y que el proyecto por ser moderno establecía un alto
contraste ofendiendo a la obra de Alberto Lutowski, uno de los arquitectos
prominentes de la época de Guzmán Blanco.
Por último, el teatro proyectado por Tenreiro, además de estar fuera del
contexto urbano de la Plaza Miranda, alteraba su volumetría.
También Gasparini restauró la Casa del Congreso de
Angostura, la Cárcel colonial y los Castillo de Guayana. A Gaparini, al igual que la pintura ocre,
se le criticó haber cambiado los virales
de Henry Corradini en la Catedral por otros de plexiglás, aunque fue el
material preferido por Soto en las
obras.
Lo cierto es que todas las fachadas de los inmuebles
del Casco Histórico de la ciudad eran de color blanco, La lechadas a base de cal y sábila, era el
color que más se avenía al barro y mezcla multa. Los legionarios en sus diarios llegaron a describir
a la Angostura como una ciudad toda de
blanco refractando los rayos solares. El
escritor Rufino Blanco Fombona la recuerda semejante a un pesebre barroqueño
acurrucado en la roca.
Últimamente se ha comprobado que las azoteas blancas
son 7.2 grados centígrados menos calientes que las de otro color lo que da como
resultado hogares más frescos y disminución del uso de la energía eléctrica Quiere decir que los alarifes del pasado se
adelantaros a las investigaciones de la modernidad.
En las casas de Grecia, la cuna de la civilización
occidental, predomina el color
blanco. Si algún color se salía del blanco
en Angostura era la avestina y los caolines de color blanco y rojo muy
empleados hoy en día en la industria cerámica.
Remberto Hernández, en su fundo Las Margarita tenía una rica mina de
caolín que le saco mucho provecho vendiéndole grandes lotes a Cerámica
Carabobo,
Cuando un grupo de arquitectos de la Universidad del
Zulia se integró a la Oficina Técnica del Casco Histórico intentó y logró
introducir los colores del antiguo Saladillo de Maracaibo acusando rechazo de
sectores de la población. Fue entonces
cuando el poeta José Quiaragua escribió en El Bolivarense “Mi ciudad
pintarrajeada” que le costó un cargo en el Ministerio que Farruco desempeñaba
en Caracas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario