El Gobierno del ingeniero Raúl
Vásquez Zamora, manifestó preocupación por los vegueros del Orinoco, dada su
vida inestable, azarosa, errante, siguiendo islas y vegas durante el estiaje
para hacerlas fructificar, y refugiándose durante el invierno lluvioso en
cualquier rincón alto de la ribera.
Los vegueros, o lo que es igual,
campesinos de capotera y canalete, que
cultivan
tierras movedizas de las islas y
costas bajas del Orinoco, llevan vida
difícil, inquieta,
nómada, estrecha, pobremente
sencilla. Distinto a lo común, no
cultiva en invierno sino
cuando comienza el verano ya que
sus sitios de siembra son las islas y las partes bajas
de los recodos de los ríos y tales
sitios durante la estación invernal están cubiertos por
las aguas.
Al iniciarse el estiaje, va al mismo tiempo cultivando la
tierra que va dejando atrás el descenso lento de las aguas. Aprovecha la humedad concentrada que durará
varios meses y el rico abono de los materiales sedimentarios depositados por el
río. Cuando el verano llega a su
término, ya la semilla se ha convertido en fruto maduro que el veguero cosecha,
empaca y embarca a bordo de su curiara india y lleva al puerto más cercano para
ofrecerlo al mejor precio.
El retorno del veguero es triste porque ya no podrá vivir
en el mismo sitio, pero lo deja limpio, libre de abrojos y chamizas. Navega en su curiara y busca un paraje alto a
la margen del río y allí se acomoda con su familia a esperar que mengüe la
lluvia. Muchas veces cuando regresa de
vender sus frutos, el río ha vuelto a subir y arrasado con sus cosas.
La idea del Gobernador nunca materializada, era romper
con esa rutina improductiva del veguero que lo aislaba de las conquistas
sociales y económicas establecidas en la Ley de Reforma Agraria. Una comisión gubernamental que estudió
el problema propuso la ejecución de pequeños asentamientos en las partes altas
del Orinoco de manera que durante el invierno ellos pudieran continuar una vida
activa y segura para la familia.
Los vegueros del Orinoco son familias diseminadas a lo
largo de las costas del Sur del Guárico y Norte del Estado Bolívar. Conocidos
son en los puertos de mercadeo las vegas e islas de
zonas de Parmasa, El Brisote, Cabruta, Caicara y Las Bonitas. Los padres y sus hijos continúan la tradición
de los abuelos trabajando las tierras anegadizas del Orinoco sin más
herramienta que el machete bien afilado y los artefactos de madera que el
ingenio y la experiencia les deparan para labrar mejor la tierra que le abona el
mismo río y siempre buena para la siembra del algodón de fibra larga o corta,
el frijol, la patilla y el melón que sacan hacia fuera y para el consumo
familiar, el topocho, la yuca y otras verduras
El veguero del llano es distinto al del Orinoco, vive dentro
de los hatos, macilento y miserable, explotado por los caporales. Una idea de él nos la describe Gallegos en su
novela “Cantaclaro” con Juan el Veguero en dialogo con Florentino que después
de devorar leguas en su caballo llega todo hambriento a su rancho y sólo
encuentra un topocho mal asado y una yuquita zocata.
La vida del veguero del Orinoco la capta y exhibe muy
bien en un cortometraje el cineasta guariqueño Carlos Gómez. El filme presentado en el sexto festival de
cine documental de Caracas 2011, está ambientado en las costas del Orinoco
Medio durante el período de cosecha que es el momento más importante y difícil
del año para este resignado labriego del río.
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